De familias disfuncionales y otros conflictos
crítica de Cherchez Hortense | de Pascal Bonitzer, 2012El francés Pascal Bonitzer es uno de esos artistas que han tocado prácticamente todos los palos en esto del cine. Libretista, actor y guionista, dio el salto a la dirección en 1996 con Encore, comedia dramática que le colocó en la terna de nominados al César a Mejor ópera prima. A pesar de este prometedor inicio, su carrera posterior tras las cámaras no se ha caracterizado precisamente por su brillantez, con una sucesión de títulos fácilmente prescindibles entre los que destacaría Rien sur Robert (1999), otra comedia que le reportaría a Valentina Cervi una candidatura al César como Mejor actriz revelación. Cherchez Hortense (2012), su último trabajo hasta la fecha, tampoco está destinado a colocarle entre los realizadores franceses a seguir, pese a contar con una estrella tan internacional como Kristin Scott Thomas –con la que ya había contado en Pequeñas heridas (2003)– en uno de los papeles principales. Ella no es, sin embargo, el plato fuerte de la función desde el apartado interpretativo, ya que es sobre el experimentado Jean-Pierre Braci –César al Mejor actor de reparto por On connaît la chanson (1997) y ganador de hasta cuatro premios más en la categoría de guionista– donde recae la mayor parte de su presumible eficacia.
Cherchez Hortense es, como suele ser habitual en Bonitzer, una comedia dramática que presenta una radiografía bastante incisiva de una familia totalmente disfuncional, en la que todos y cada uno de sus miembros tiene una doble vida o algún secreto que ocultar. Damien, el patriarca, enseña cultura asiática a empresarios que quieren trabajar en China y ha comenzado a ilusionarse con una joven que le pide poder asistir a sus clases. Su esposa Iva es una ocupada directora teatral que comienza una relación adúltera con uno de los actores de su compañía. Ambos son padre de un adolescente que pasa por una etapa algo conflictiva, donde miente, roba y descuida su higiene personal, en un afán de acaparar la atención de sus progenitores. Luego está el padre de Damien, un abuelo de lo más atípico, ya que es Consejero de Estado y siempre tiene la agenda demasiado ocupada para atender a la familia aunque, eso sí, vive con normalidad una sexualidad de lo más abierta. Semejante fauna de desastrosos seres humanos conforman la apuesta de una película que tiene serios problemas para encontrar el tono adecuado entre dramatismo –en la trama se tocan temas controvertidos como la inmigración ilegal, la bisexualidad, el adulterio y hasta el suicidio– y comedia (lo cierto es que gracia, la cinta tiene bien poca). Pese al esforzado trabajo de todos sus actores (Bacri y Claude Rich optaron a los César como actor protagonista y secundario, respectivamente), el realizador no consigue en ningún momento que el espectador se solidarice con los problemas de sus personajes, demasiado antipáticos y lejanos como para sentir empatía hacia ellos. Todo en el filme es un quiero y no puedo, una sucesión de conflictos y personajes que prometen algo más interesante en la siguiente escena, pero que nunca terminan de cumplir tales expectativas.
Da la sensación de que Bonitzer emplea sus 100 fatigosos minutos en dar rodeos sobre sus criaturas para que finalmente éstas acaben en el mismo punto donde empezaron, con una nula (o cuanto menos, poco creíble) evolución dramática. El resultado es una cinta con todos los tics del cine francés más teatral y dialogado, que habría funcionado muchísimo mejor como vodevil si sus responsables hubieran apostado más abiertamente por el humor popular que tan bien se les da a nuestros vecinos. También podría haber sido un estupendo drama intimista de haber contado con un director más capacitado –pienso en François Ozon y en su magistral En la casa (2012)–. Lo que queda es una obra un tanto tibia y arrítmica que, aun cuando no tiene demasiados elementos criticables, tampoco destaca positivamente en exceso por otra cosa que no sean sus interpretaciones, sin las cuales sí que estaríamos ante un completo naufragio artístico. Siempre es un placer disfrutar de una actriz tan completa como Kristin Scott Thomas, aunque sea en un personaje secundario y desdibujado, que se podía haber explotado mucho mejor si no se hubiera optado por otorgar el total protagonismo al Damien que, por otra parte, borda el excelente Bacri. El guión contaba con personajes secundarios suficientemente interesantes como para que Cherchez Hortense se hubiera prestado a un juego más coral y rico en matices. Una lástima de ocasión perdida. ★★★★★
texto| José Antonio Martín (Redacción Canarias).
2012. Francia. Título original: Cherchez Hortense. Director: Pascal Bonitzer. Guión: Pascal Bonitzer, Agnèes de Sacy. Productora: SBS Productions. Fotografía: Romain Winding . Música: Aleksey Aygi. Montaje: Elise Fievet. Intérpretes: Jean-Pierre Bacri, Kristin Scott Thomas, Isabelle Carre, Claude Rich, Marin Orcand Tourres, Masahiro Kashiwagi, Arthur Igual, Agathe Bonitzer, Jackie Berroyer, Benoit Jacquot, Francis Leplay, Iliana Lolic.