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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | Charlie Countryman

    Charlie Countryman

    Amor a quemarropa en Bucarest

    crítica de Charlie Countryman | de Fredrik Bond, 2013

    He aquí una película que tiene todas las papeletas para ganarse enemigos y palos por parte de crítica y público. Como toda experiencia que antepone la forma al fondo, deleitándose en el apartado audiovisual y dejando el guión en un segundo plano, Charlie Countryman parece condenada a ser únicamente apreciada (y disfrutada, incluso) por los amantes de extravagancias a contracorriente del tipo Sólo Dios perdona o Spring Breakers, con las que formaría una fenomenal trilogía de thrillers marcianos en este 2013 que está a punto de concluir. El debutante Fredrik Bond coge la típica historia de cine negro de toda la vida con un protagonista honrado puesto en peligro cuando se enamora de la chica del mafioso, adornándola de tal manera que su obra termina no pareciéndose a ninguna otra vista anteriormente. Algo que contribuye enormemente a desmarcarla de los caminos más trillados del género es su impagable galería de estrafalarios personajes, encabezada por el propio Charlie, un pobre diablo capaz de comunicarse con su madre recién fallecida y de embarcarse en un improvisado viaje a Bucarest porque el fantasma de ella se lo ha sugerido. Con este delirante punto de partida, el espectador debe adaptarse a las normas de un juego que se aleja de convencionalismos y lógica alguna si quiere disfrutar al cien por cien de la propuesta. Una vez que se entra en la mecánica de conversaciones con el más allá, casualidades que ponen a prueba la credulidad de cualquiera y un bizarro sentido del humor que emerge en las situaciones más insospechadas, solo queda dejarse envolver por las desventuras del protagonista en Bucarest y su peligroso romance con Gabi, la guapa esposa de un peligrosísimo gángster envuelto en una serie de vendettas sin resolver.

    Charlie Countryman

    Charlie Countryman es una de esas obras difícilmente catalogables en un género concreto, ya que pasa con singular desparpajo de la comedia romántica al thriller mafioso, salpicado todo de leves toques de fantasía y erotismo. Éste último ingrediente, el del sexo, ha sido bastante rebajado en la versión finalmente estrenada en cines, lo que ha provocado las airadas protestas de su protagonista femenina, la chica mala de Hollywood Evan Rachel Wood, por la supresión de un momento en el que Shia LaBeouf le realizaba un cunnilingus. Aun así, la cinta recibió la temida calificación R por su gran cantidad de violencia e incorrección política. Visualmente brillante, con su montaje trepidante al más puro estilo videoclip y sus estilosas persecuciones a cámara lenta (espectacularmente acompañadas por la envolvente música de Moby), la ópera prima de Bond recuerda mucho a algunos de los primeros trabajos de Danny Boyle, como Trainspotting (1996). Aunque si hay una película de Boyle con la que guarde más similitudes esa es aquella vilipendiada (injustamente a mi parecer) La playa (1999) que protagonizara Leonardo DiCaprio. En ambas películas, el protagonista busca encontrar un sentido a su vida a través de un viaje a un lugar exótico y en ambas hay momentos alucinógenos como consecuencia de la ingestión de drogas (aquí el efecto que causan las pastillas de éxtasis es el de ver a todas las chicas de una discoteca desnudas).

    Charlie Countryman

    Una apuesta arriesgada del director es la de elegir a Shia LaBeouf para el papel de Charlie, ya que no se trata precisamente de un actor que despierte demasiadas simpatías, pese a que en los últimos años parece que prefiere involucrarse en proyectos menos comerciales que los que le hicieron famoso. Su actuación está llena de energía, resultando impecable tanto en las escenas de acción más físicas como en sus réplicas a Evan Rachel Wood (con quien logra una buena química romántica) y, sobre todo, al gran Mads Mikkelsen, inquietante representación del mal que dota de cierta distinción a la película con su sola presencia. En un papel secundario, cabe destacar a Rupert Grindt (el Ron Weasley de la saga Harry Potter) como un compañero de albergue de Charlie, que tiene una curiosa escena cómica cuando sufre una sobredosis de Viagra. Si bien no estamos ante una gran película, lo cierto es que Charlie Countryman es una obra de lo más curiosa, que extrae originalidad de los tópicos del género negro y que tiene una de sus mayores bazas en la muy atractiva atmósfera onírica e irreal que envuelve a todas y cada una de sus escenas. Y por encima del relato criminal, algo ambiguo y desdibujado, sobresale su fatalista historia de amor entre Charlie y Gabi, algo así como una nueva versión de aquella memorable Amor a quemarropa (1993) de Tony Scott, tocada por el espíritu de Nicolas Winding Refn. ★★★★

    José Antonio Martín
    redacción Canarias

    Estados Unidos. 2013. Título original: The Necessary Death of Charlie Countryman. Director: Fredrik Bond. Guión: Matt Drake. Productora: Coproducción Estados Unidos-Rumanía; Bona Fide Productions / Voltage Pictures / MediaPro Pictures. Fotografía: Roman Vasyanov. Música: Christophe Beck. Montaje: Hughes Winborne. Intérpretes: Shia LaBeouf, Evan Rachel Wood, Mads Mikkelsen, Til Schweiger, James Buckley, Rupert Grint, Vincent D'Onofrio, Melissa Leo, Andrei Finti, Aubrey Plaza.

    Charlie Countryman poster
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