¿El penúltimo exorcismo? No, por favor
crítica de El último exorcismo 2 | The Last Exorcism. Part II, de Ed Gass-Donnelly, 2013El último exorcista (2010) hacía presagiar, si atendemos al título (concretamente al vocablo “último”), que de una serie no vendría ninguna película más detrás. Por mucho que fuese la primera. No obstante, su reducido presupuesto y sus desorbitados beneficios fueron una tentación para la industria. Segunda parte al canto. Nuestro gozo en un pozo: El último exorcismo 2 (2013). En este caso rodada de manera mucho más clásica que su predecesora. Aquella, luciendo un estilo de falso documental, siguiendo los pasos de un padre exorcista; ésta, dejando de lado todo atisbo de originalidad, filmando el recorrido de una poseída proféticamente apocalíptica. La película empieza con unas imágenes de su antecesora primera parte, nos pone en situación y refresca la memoria. A partir de ahí, se desarrolla con pausa y relativo acierto. El montaje es el propio del género. Hay un abuso de los sustos y de los faroles, cuya reincidencia termina por causar el efecto contrario. La banda sonora tampoco ayuda, tan insólita como un cura con alzacuellos. De todas formas hay una cuidada ambientación, en una Nueva Orleans lúgubre y de luz tenue; por supuesto, no podría faltar la casa vieja, en una urbanización muy sombría a la que no ha llegado el cableado eléctrico. Tópicos, y aderezos propios del género que auguraban una película poco novedosa, pero no el despropósito en el que se convierte, una vez cruzado el ecuador.
A partir de ahí se desnorta. El realizador pierde los papeles. Pone en jaque nuestro sentido del gusto. La película se le va de las manos y todo aquello que antes evocaba cierta “aprensión”, conduce a la risa. El disparate parece no tener freno, desde coitos do-it-yourself en fase R.E.M., pasando por el “terror” que se esconde detrás de una careta, hasta el momento plaga (pájaros más falsos que una pelea de los Power Rangers). Noventa minutos indigeribles de cine para pocos. Ni los apasionados del terror y los exorcismos serán capaces de hacer frente a un batiburrillo de clichés como este. Una película vacía, aburrida, tediosa e insoportable. Un pueril intento de hacer cine de terror adulto. Sin ningún tipo de pretensión por canalizar el miedo contando las enfermedades de la sociedad, a través de perniciosos comportamientos concentrados en los laberintos de las inestabilidades del individuo. Simplemente sirviéndose de la máxima del sobresalto por el sobresalto. El cine de terror tiene su razón de ser en la capacidad de provocar al espectador emociones de miedo, pavor, desasosiego, espanto, pánico; de la misma manera que una cinta de humor tiene como objeto la risa. Si esto no es así, su visionado carece de interés. La única intromisión de orden sobrenatural en la normalidad cotidiana durante la proyección de El último exorcismo 2, fue que nadie cogiese sus bártulos y huyese por patas –no por miedo, sino por deserción vocacional–. Desconozco el momento en el que el ejecutivo de turno, trajeado, da por buena una abominación como esta, y piensa que con ella ganará dinero –no digo que no sea un éxito económico, pero de ser así, escaparía a cualquier raciocinio–. Mi única esperanza es que sea un fracaso comercial de tal calado que no haga de esta entrega “el penúltimo exorcismo”. En fin, qué decir. Ed Gass-Donnelly –director del filme– bebe de El exorcista (1973) y de La semilla del diablo (1968) en la misma medida que los garabatos de un niño se deben a la influencia de Picasso. ¡A la hoguera con él! ●
Andrés Tallón Castro.
redacción Madrid
Estados Unidos, 2013, The Last Exorcism. Part 2. Director: Ed Gass-Donnelly. Guion: Damien Chazelle, Ed Gass-Donnelly. Productora: Arcade Pictures / Strike Entertainment / Studio Canal; Productor: Eli Roth. Música: Michael Wandmacher. Fotografía: Brendan Steacy. Reparto: Ashley Bell, Spencer Treat Clark, Andrew Sensenig, Judd Lormand, Julia Garner, Muse Watson, E. Roger Mitchell, David Jensen, Raeden Greer, Joe Chrest.
