Agosto de 2006, Wembley. Llegaba Alan Shearer, el supergoleador, el fichaje más caro de la Premier League. Arribaba para testear la solidez del campeón. Manchester United-Newcastle United, Charity Shield –Supercopa inglesa—. En los Red Devils un veterano ilustre como cabeza de cartel, Eric Cantoná, acompañado por una camada de jóvenes promesas que salieron al rescate de un equipo que tocó fondo tras su eliminación europea ante el Göteborg. Gary Neville, Nicky Butt, Paul Scholes y David Beckham se unían a un rapidísimo galés con una zurda de oro llamado Ryan Giggs. Era el Manchester United de los Fergie Boys, un equipo para la esperanza no sólo de una afición, también de un país.
Parecía una víctima propicia para ese Newcastle de David Ginola –superestrella del Paris Saint-Germain—, Faustino Asprilla y el citado exdelantero del Blackburn Rovers. El resultado final fue de 4-0 para el United. Con una colosal actuación del número 10 a la espalda, un jugador hiperplástico, hábil, rápido, con una enorme clarividencia en la jugada y con una derecha de antología. Un potencial tremendo que terminó convirtiéndose en una sombra de lo que aspiraba. Hablamos de David Beckham, que a base de contras machacó a la endeble defensa de las Urracas. Suyo fue el tercer gol del partido. Una vaselina de 35 metros que llevaba pegado un cartel anuncio que decía: Inglaterra ya tienes una estrella. Esa que ansiaban desde los últimos fracasos mundialistas. Él era el Paul McCartney de un quinteto inspirador. El soplo de aire fresco necesario de un fútbol anclado en el patadón y el barro. Aunque se fundó mucho antes. Con ellos nació la Premier League, probablemente la liga más vistosa y poderosa del mundo.
De esta revolución y de su incidencia en el deporte en las Islas habla el documental The Class of 92, dirigido por Gabe y Benjamin Turner. Un documento para fans y amantes de la historia deportiva que se estrenará el 1 de diciembre en el Reino Unido. Pronto en EAM.
Fuente| Cine Maldito