Pistolas, embajadas y traiciones
crítica de The Berlin File | de Ryoo Seung-wan, 2013The Berlin File ha sonado durante todo el año como uno de los grandes manjares a devorar para los cinéfilos fanáticos del género de acción (y aquí una servidora no se incluye) que se hallen hambrientos de una macroproducción al nivel de taquillazos manufacturados en Hollywood. Muchos postulan este thriller como el equivalente surcoreano a la archiconocida saga Bourne y en las salas más de 7 millones de personas, que se dice pronto, han hincado el diente a esta historia de espías asiáticos dando como resultado una apabullante recaudación de 50 millones desde su estreno. Así, la película acata a la perfección los mandamientos clásicos de su género, poniéndonos en el epicentro de la las tensiones de sus personajes; como reza su título, la historia da comienzo en una transacción de armas ilegales en un hotel berlinés, y se desarrolla en la propia ciudad, implicando la corrupción y las conspiraciones de diversos servicios secretos de inteligencia: israelíes, norteamericanos, y por supuesto, los de Corea de Norte y el Sur, que aglutinan la mayor tirantez entre sus miembros. Durante esta operación de venta no regulada por la ley, el agente norcoreano, Pyo Jong-sun, (encarnado por la estrella del cine asiático Ha Jung-woo quien posiblemente protagoniza la mejor actuación de todo el elenco de actores) es descubierto por la inteligencia surcoreana, que en estrecha colaboración con la CIA tiene como objetivo desarticular de esta red de tráfico de armas. Pyo Jong-sun, trabaja colaborando con su esposa, Yeon Jung-hee, que emplea su trabajo en la embajada norcoreana como tapadera, para espiar a los oficiales de alto rango y prestar ayuda al diplomático Lee Hak-soo en el tráfico de armas. Cheon Se-hwang, dedicado a la investigación las cuentas bancarias del Lee, descubre los tejemanejes laborales de Yeon, y le tiende a esta una trampa, lo que provoca la rebelión y huída del matrimonio de espías, que en su código de honor se sienten profundamente traicionados.
La intrincada historia, narrada visualmente con una producción sobria que trasluce el amplio presupuesto del que gozó para su realización, nos regala elegantes giros azules y grises; la gama cromática fría que caracteriza la estética del género de espionaje, abunda en split screens, travellings y barridos que junto a la banda sonora tensan los músculos del espectador, trasladado a enormes azoteas donde se libran combates cuerpo a cuerpo, tejados de cristal que estallan, combates de artes marciales visualmente muy atractivos, papeleras que ocultan teléfonos móviles o pasillos de hoteles plagados de peligros y balazos. Si bien no rompe el molde de las grandes producciones de espionaje, plagadas de tensiones gubernamentales, violentas peleas de sangre y tiroteos, ardides de la inteligencia secreta y escuchas teléfonicas perpetradas por tipos duros con sonrisa de malos, si hace un uso adecuado de estos recursos dramáticos y ejes de acción que en algunos momentos de la película, sobre todo en su segunda mitad, inyectan adrenalina en la vena ansiando conocer el destino de los personajes.
Lo peor del filme, sin duda, es lo excesivamente enrevesado (rozando la pomposidad y la extravagancia en algunas secuencias) de una trama de corte clásico. La sobreabundancia de puntos de giro redunda en una duración que por momentos se antoja excesiva. Algo que acentúa la confusión con algunos nudos argumentales que quedan inconexos o carentes de tiempo para poder recapitular culpas, lazos y planes de las fuerzas antagónicas que se enfrentan en este complejo tablero de ajedrez de tiranteces y traiciones ubicado en Berlín. Un juego de mesa donde nadie es bueno ni compasivo y todos defienden su interés a toda costa, donde el fin justifica los medios y donde nadie es imprescindible. Entre las cuerdas de la fidelidad, los códigos de honor, los secretos y conspiraciones, la venganza y la redención se moverá un espectador que deberá ser funambulista y pestañear muy poco para lograr desentrañar las trampas y curvas de esta historia, y así, lograr disfrutar plenamente de esta interesante apuesta del cine asiático por despuntar en el género, dejando a Ryoo Seung-wan como uno de sus referentes internacionales más destacados en producciones de estas características. Un plato sazonado y consistente para los gourmets famélicos de un buen atracón de espías y armas. ★★★★★
Andrea Núñez-Torrón Stock
redacción Galicia
Corea del Sur, 2013, The Berlin File. Director: Ryoo Seung-wan Guión: Ryoo Seung-wan, Ted Geoghegan. Productora: Film Base Berlin / Filmmaker R&K / Sun & Moon Pictures Intl. Fotografía: Young-hwan Choi. Reparto: Ha Jung-woo, Jun Ji-hyun (aka Gianna Jun), Werner Daehn, Seung-beom Ryu, Numan Açar, John Keogh, Tayfun Bademsoy, Han Suk Kyu.