El sinsajo no sabe vivir encarcelado
crítica de Los juegos del hambre: En llamas | The Hunger Games: Catching Fire, de Francis Lawrence, 2013“El hombre que se levanta es aún más grande que el que no ha caído”, afirmaba Concepción Arenal, feminista, periodista y escritora; además de ser la primera mujer española en acudir a una universidad, eso sí, disfrazada de hombre. Esta sentencia resume a la perfección la esencia de la tan esperada Los juegos del hambre: En llamas, segunda adaptación cinematográfica de la saga literaria de Suzanne Collins. Un retrato fiel para los lectores de sus novelas, y una película bastante impresionante para los amantes del cine. Levantarse o sucumbir ante el terror, he aquí el gran dilema de la jovencísima Katniss Everdeen; interpretada una vez más por Jennifer Lawrence. No obstante, es cierto que esta película no deja de parecer una gran evocación de la primera, un agradable dejá-vu que observamos con mayor intensidad y placer que en tiempos pasados, pero conociendo ya la trama y a la mayoría de los personajes. Giros en llamas, besos, violencia mortal entre ‘tributos’ o artificiosos platós de televisión. Todo ello vuelve una vez más a nuestra mente para hacernos reflexionar y disfrutar a partes iguales.
El miedo a la revolución de las clases altas, la élite opresiva y estrambótica del sector 1 cuyos lujos condenan a la inmensa mayoría a vivir en la pobreza, se erige como el argumento principal de este film, donde la lucha de clases y la renuncia del bienestar individual por una causa mayor constituyen la única salvación. Ante ese temor ya manifiesto en los sectores más empobrecidos, el Presidente del Capitolio acuerda organizar los 75º juegos del hambre pero con una novedad: en esta ocasión los participantes serán ex campeones de ediciones pasadas. Entretenimiento de masas y liquidación de posibles amenazas, todo parecía estar de su parte hasta que Katniss toma de nuevo su arco y dispara. Dispara al firmamento de una forma contundente y segura bajo la dirección del realizador americano Francis Lawrence, quien también se encargará de las dos siguientes partes de la saga.
Se trata de una película muy efectista que apela sobre todo al estómago, con efectos especiales que nos trasladan el miedo, la amenaza o el sufrimiento de los protagonistas hasta hacerlo sentir nuestro. Padecemos injustificados latigazos, la persecución de animales salvajes o incluso, la voracidad de una densa niebla que envenena todo a su paso. Resulta notable que en esta ocasión la amenaza en la arena (escenario virtual en el que luchan) proviene más de lo elementos de la naturaleza que de los propios ‘tributos’, quienes no son partidarios de volver a competir y están dispuestos a ayudarse. Así, nos sumimos en un territorio hostil en el que las alianzas se vuelven imprescindibles para la supervivencia. Precisamente, si algo hemos aprendido en esta segunda parte es que en los juegos del hambre “no hay ganadores, solo supervivientes”. Incluso quienes abandonan la arena con vida no son los mismos que entraron en ella. Las pesadillas son constantes, y los fantasmas del pavor y la violencia vivida nunca dejan de convivir con sus ejecutores de carne y hueso. Las actuaciones resultan impecables y totalmente verosímiles. Jennifer Lawrence, ganadora del Óscar a la mejor actriz por su papel en El lado bueno de las cosas en 2012, cumple con todas las expectativas y rebosa naturalidad en cada gesto. Asimismo, las escenas que comparte con su compañero de reparto, Josh Hutcherson, adquieren una gran significación por su carácter amoroso, el cual sumirá a ambos protagonistas en un estado de dependencia mutua que desconocían. El elenco de personajes secundarios, con Liam Hemsworth, o de nuevo Woody Harrelson y Elizabeth Banks a la cabeza, sirve de estímulo a la narración gracias a sus marcadas personalidades y precisas interpretaciones. Nunca veremos a Haymitch (Woody Harrelson) sin una copa de alcohol en sus manos o a Effie (Elizabeth Banks) sin una frívola sonrisa en su maquillado rostro.
Por último, los temas latentes de esta segunda toma parecen abandonar por momentos el plano estrictamente cinematográfico para abordar, sin fantasías, la vida real. Parece que se nos presenta un mundo futurista y decadente pero su semejanza con el que conocemos produce escalofríos. Medios de comunicación en los que prima el divertimento y la censura, palpitante desigualdad social, pobreza del 99%, represión policial… podríamos estar hablando de casi cualquier parte de nuestro planeta. Un sistema corrupto que, también como casi siempre, dará lugar a un ambiente de conspiración en el que la fuerza de la gente de a pie se elevará como el pilar decisivo para su derrumbamiento. Una fuerza personifica en Katniss y en su (in)humana humanidad. Con todo, una película que no deslumbra pero que tampoco decepciona. Con frases para el recuerdo como “todo sistema tiene un fallo” y escenas sobrecogedoras que acarician el género de catástrofes. La banda sonora es espectacular, y la tensión que el director logra mantener durante las más de dos horas de metraje hace de él un candidato idóneo para el desenlace de esta trilogía en los próximos años. Veremos que sucede en ellas, de momento nos quedamos con el silbido del sinsajo y el ya consensuado alzamiento de tres dedos como símbolo de rebelión y de esperanza. Queda mucho por vivir. ★★★★★
Patricia Martínez
redacción Madrid
Estados Unidos. 2013. Título original: The Hunger Games: Catching Fire. Director: Francis Lawrence. Guión: Michael Arndt, Simon Beaufoy (Novela: Suzanne Collins). Productora: Lionsgate / Color Force. Presupuesto: 140.000.000 dólares. Fotografía: Jo Willems. Música: James Newton Howard. Montaje: Alan Edward Bell. Intérpretes: Jennifer Lawrence, Hutcherson,, Liam Hemsworth, Philip Seymour Hoffman, Stanley Tucci, Woody Harrelson, Elizabeth Banks, Toby Jones, Donald Sutherland, Jeffrey Wright, Amanda Plummer, Lenny Kravitz, Jena Malone, Jack Quaid, Taylor St. Clair, Sam Claflin, Alan Ritchson, Paula Malcomson, Sandra Lafferty, Willow Shields, Bruce Bundy, Nelson Ascencio.
Los primeros pasos de la rebelión
crítica de Los juegos del hambre: En llamas | The Hunger Games: Catching Fire, de Francis Lawrence, 2013Una vez que los vampiros creados por Stephenie Meyer para la saga Crepúsculo ya dijeron adiós a las salas de cine con un último capítulo tan intrascendente e inerte como todos los anteriores, la nueva esperanza para perpetuar la afluencia en masa de público adolescente es la adaptación de la trilogía de Los juegos del hambre, con la que su autora Suzanne Collins obtuvo críticas bastante más favorables (el propio Stephen King se proclamó admirador de la misma). Ciertamente, la mezcolanza de ingredientes propios de la mitología griega, futuro post-apocalíptico, agudos apuntes críticos contra el poder alienante de los reality shows en la sociedad y, cómo no, el inevitable triángulo amoroso entre tres personajes adolescentes y carismáticos, son ingredientes suficientemente atractivos para edificar una poderosa franquicia sobre ellos. La primera entrega de Los juegos del hambre (2012) ya sentó las bases de la historia, poniéndonos en antecedente sobre la situación de Panem, nación que un día fue los Estados Unidos y ahora ha sido dividida en doce distritos en donde los ciudadanos viven en la pobreza (y la hambruna), oprimidos por el control militar del Capitolio. Anualmente, cada distrito está obligado a entregar a una pareja de jóvenes (un chico y una chica de entre doce y dieciocho años) como tributo para competir en un espectáculo televisado llamado Los juegos del hambre en donde tendrán que matarse entre sí hasta que sólo quede un superviviente.
Conocimos a la protagonista Katniss, que se ofreció voluntaria a competir en lugar de su hermana pequeña, dejando atrás a su familia y a su mejor amigo Gale, para formar pareja con el valiente Peeta en representación del distrito 12 (el más pobre) para la edición 74 de los juegos. Y asistimos a una dura competición de la que salieron vivos Katniss y Peeta, rompiendo las reglas impuestas por el Capitolio y desatando la ira del maquiavélico presidente Snow. Ambos jóvenes se convirtieron así en auténticas estrellas mediáticas, admiradas y seguidas por todos los distritos, ya que la historia de amor incipiente entre “la chica de fuego” y el hijo del panadero, que triunfa sobre la opresión, sirve de inspiración para las masas oprimidas para recuperar la esperanza y comenzar una rebelión que lo cambie todo. De aquel primer asalto a la gran pantalla quedó un regusto agridulce. Por una parte, la historia mostraba más enjundia dramática que la de Crepúsculo, con la que inevitablemente la compararían, y la elección de Jennifer Lawrence para el papel de Katniss se convirtió, a la larga, del toque de distinción que necesitaba la saga para desmarcarse de otras de similares características. Guapa, enérgica y talentosa, la actriz ofreció una estupenda actuación –muy por encima de lo exigible, incluso–, el mismo año que ganaba el Oscar a la mejor intérprete femenina por El lado bueno de las cosas con sólo 22 años. En lo negativo, una puesta en escena sin demasiada garra y la equivocada dirección de Gary Ross, más cómodo en dramas como Pleasantville (1998) o Seabiscuit (2003) que a la hora de manejar un espectáculo de aventuras como Los juegos del hambre. De todos modos, los más de 691 millones de dólares recaudados en todo el mundo lo dejaron claro: Hollywood había encontrado su nueva gallina de los huevos de oro.
Los juegos del hambre: En llamas (2013) no es sólo la continuación del gran éxito de taquilla de la temporada pasada, sino también la versión aumentada y corregida de aquella, ya que en esta ocasión han puesto tras las cámaras a un director como Francis Lawrence, de probada eficacia en esto de facturar blockbusters –recordemos que la escena más cara de la historia del cine la rodó él en Soy leyenda (2007), con una escena de evacuación en masa de la ciudad de Nueva York que costó 5 millones de dólares–. Gracias a esto, la secuela se muestra más segura en sus escenas de acción, dejando momentos más memorables en este sentido, como la huida de los protagonistas de una niebla venenosa a través de la selva o el ataque de los monos. Los efectos especiales y el diseño de producción también brillan a mayor altura y, en su primera mitad, el filme se toma su tiempo para desarrollar un poco más los personajes que ya fueron presentados en Los juegos del hambre.
Tenemos a Katniss y Peeta obligados por Snow y el Capitolio a perpetuar su “falso romance” de cara los ciudadanos que siguen su cotidianeidad a través de los programas de televisión y las intensivas giras que realizan a lo largo de los doce distritos. Aparecen las primeras señales de rebeldía del pueblo contra los gobernantes, lo que hace que éstos intenten borrar de la faz de la tierra a la pareja, incómodo reflejo de sus debilidades, sacándose de la manga una edición especial de los juegos por el 75 aniversario de los mismos, con los ganadores de ediciones anteriores enfrentados a muerte entre sí. En llamas lo tiene todo para triunfar como ejemplo perfecto de lo que tiene que ser un blockbuster. Es espectacular y grandilocuente como cualquier gran producción que se precie (ahí están los mastodónticos decorados que recrean el Capitolio en todo su esplendor, con aquella especie de circo romano en donde son presentados los tributos en carros tirados por caballos), tiene una nutrida galería de interesantes personajes secundarios, cada vez menos unidimensionales, interpretados por un puñado de grandes actores (a Woody Harrelson, Stanley Tucci y Donald Sutherland se unen aquí Jena Malone, Amanda Plummer y un notable Philip Seymour Hoffman), pero, sobre todo, es intensa y poderosa en sus momentos más dramáticos. La escena del fusilamiento público del primer rebelde es un ejemplo claro de esto último. Y, de nuevo, está ella, esa Jennifer Lawrence que ya ha interiorizado del todo el personaje, hasta el extremo de que hoy resultaría impensable otra mujer en la piel de la heroica e íntegra Katniss. Lo mismo se le puede aplicar al inspirado Josh Hutcherson como un menudo Peeta, mucho más carismático que el soso Liam Hemsworth, sin duda el vértice más desdibujado del triángulo amoroso. En definitiva, la saga ha ido a mejor, ha logrado equilibrar bien sus exuberantes ingredientes en este segundo intento y ha logrado que las casi dos horas y media de metraje se hagan cortas. El final, impactante y abierto, deja al espectador (aquel que comulgue con la historia) con ganas de que llegue el siguiente capítulo. Que los juegos continúen... ★★★★★
José Antonio Martín
redacción Canarias
Estados Unidos. 2013. Título original: The Hunger Games: Catching Fire. Director: Francis Lawrence. Guión: Michael Arndt, Simon Beaufoy (Novela: Suzanne Collins). Productora: Lionsgate / Color Force. Presupuesto: 140.000.000 dólares. Fotografía: Jo Willems. Música: James Newton Howard. Montaje: Alan Edward Bell. Intérpretes: Jennifer Lawrence, Hutcherson,, Liam Hemsworth, Philip Seymour Hoffman, Stanley Tucci, Woody Harrelson, Elizabeth Banks, Toby Jones, Donald Sutherland, Jeffrey Wright, Amanda Plummer, Lenny Kravitz, Jena Malone, Jack Quaid, Taylor St. Clair, Sam Claflin, Alan Ritchson, Paula Malcomson, Sandra Lafferty, Willow Shields, Bruce Bundy, Nelson Ascencio.