Extirpando al cerdo para dejar la grasa
crítica de El juego de Ender | Ender’s Game, de Gavin Hood, 2013
En 1985, Orson Scott Card, un escritor estadounidense de 34 años, publicaba El juego de Ender, la novela que le convertiría en escritor de referencia y con la que se llevaría los premios más importantes de la ciencia ficción literaria: el Hugo y Nébula. La razón del éxito cabe encontrarla en la habilidad del autor para hablar de temas universales disimulándolos en medio del atrezzo de una aventura espacial que podía disfrutarse tanto como obra con cierta enjundia en el contenido, como desde la más pura inconsciencia, obviando el discurso centrado en Ender y su progresivo endurecimiento, en favor de unas batallas de simulación espacial que constituían parte del grueso de la historia. Una obra con un material tan vistoso no podía pasar desapercibido y ya desde 2003 la adaptación tenía nombre y equipo. Por entonces, Wolfgang Petersen iba adaptar a la pantalla el guion del propio autor. En 2013, finalmente, se ha escogido a Gavin Hood para ambas tareas. El juego de Ender contaba la historia de un niño de seis años concebido con el único objetivo de liderar una guerra que ayude a la humanidad a librarse de la raza alienígena que la acosa, los denominados insectores. Ender es observado diariamente por tutores invisibles que discuten su predisposición y carácter. La persona que lidere esta contienda debe ser alguien con los atributos adecuados. Manejable, pero que no se deje influenciar. Con la dureza suficientemente como para no temer la violencia, pero la compasión necesaria para ejercer un equilibrio adecuado. ¿Qué hay más moldeable que un niño?
Ese era parte del discurso. Los secundarios eran los personajes que servían de reflejo a Ender para cuestionar sus propios actos. En el caso del coronel Graff y su compañera, eran el asidero que nos otorgaba un punto de vista externo de la situación de Ender, invitando a la reflexión acerca de la alienación del individuo y de la facilidad con la que un adulto puede inculcar ideas cuestionables a un niño. En el traspaso al cine el juego de Hood traiciona el espíritu que hacía interesante la obra de Scott Card y la pervierte extrayéndole sus lecturas más poderosas, ofreciendo un mash-up desastroso entre Star Wars y Starship Troopers que esta lejos de la intención original del libro. Gavin se ensimisma en el tratamiento digital de los momentos más espectaculares. Olvida que Scott utilizaba las batallas para resaltar la visión de conjunto de Ender, preocupándose más porque fuera una herramienta que ayudara plasmar su aprendizaje, que por la epicidad en sí misma. La superficialidad con la que el director trata el material de base llevará a que muchos espectadores neófitos malinterpreten la obra de Card, y se pregunten porqué merece el respeto que tiene. Y ese pensamiento ya es el primer gran fracaso.
El director obvia entrar en camisa de once varas. Se evidencia desde ese comienzo tan atropellado y esa puesta en escena que sólo sabe brillar en el espacio, la ambientación perfecta para un realizador no demasiado brillante. Lugar al que quiere llegar con ansia. En apenas diez minutos la cámara ya está en el campo de batalla, el lugar donde mejor se desenvuelve. El precio a pagar es una falta de sutilidad alarmante en el tratamiento de personajes. El Ender de Hood no experimenta progreso alguno. Termina siendo exactamente el mismo que al principio. Conocemos los cambios porque los personajes los verbalizan, pero no tienen su reflejo real en lo que vemos. No hay tensión narrativa y la empatía es nula. Es evidente que Hood no ha entendido nada de lo que ha leído. De lo que hace a la obra ser lo que es. No es ni mucho menos el factor espacial, ni siquiera la tan cacareada guerra alienígena. Es Ender y sus motivaciones. Aquello que le empuja a cambiar y a seguir adelante, aún a costa de si mismo. Es la madurez metaforizada de forma brutal. Un concepto sobadísimo pero no por ello menos atractivo. Eso es la obra de Orson Scott Card. La inconsciencia de la edad, de creer que todo es un juego y darte cuenta de que no es así. De que tus actos tienen consecuencias y uno debe responsabilizarse de ellos y una vez lo haya hecho, entonces habrá cambiado definitivamente. ¿Cuenta eso la adaptación de Gavin Hood? Rotundamente no. No hay más respuesta.
Habrá quién sepa hallar los aciertos formales. Tendrá mérito si encuentra alguno más original que el de la puesta en escena en las secuencias de batallas ingrávidas y espaciales, resaltando el poder visual de algunos planos, porque más allá de esos elementos la película no destaca en ningún otro apartado. El tratamiento de los diálogos es artificial, lejos de la habilidad con la que Card los enmarcaba en el contexto. La dirección de actores muy ajustada. Como es habitual escudándose en una ristra de nombre ilustres muy desaprovechados. Asa Butterfield podría haber dado un buen Ender si el guión se lo hubiera permitido, pero si la base de por sí ya es mediocre, lo que puedan aportar los actores tampoco mejorará mucho el resultado. Hablar del resto de interpretes es malgastar saliva. La película no los desarrolla. Se preocupa tanto por concentrar el grueso del libro que al final el conjunto se derrumba. Es una lástima que El juego de Ender haya sido acogida por un representante cinematográfico tan débil. Es una película perfecta para que aquellos que reniegan de la ciencia ficción lo sigan haciendo, escudándose en la debilidad y la poca complejidad de sus personajes, y en el caso de Hood tendrán razón, pues tristemente su trabajo confirma el tópico y ensucia su ya delicada reputación. Eso es lo que la convierte en un visionado doloroso para aquellos que admiramos el género y sabemos hasta adonde puede llegar dando una buena historia. Como Ender, debemos aprender a dejar atrás la ingenuidad de la infancia e intentar que los insultos nos afecten lo menos posible. Sobre todo si son como este de Gavin Hood. ★★★★★
Gonzalo Hernández
redacción Madrid
Estados Unidos. 2013. Título original: Ender's Game. Director: Gavin Hood. Guión: Gavin Hood. Interpretes: Asa Butterfield, Hailee Steinfeld, Harrison Ford, Viola Davis, Ben Kingsley, Abigail Breslin. Fotografía: Donald McAlpine. Producción: Summit Entertainment, Oddlot Entertainment, Chartoff Productions, Taleswapper, K/O Paper Products, Digital Domain. Fecha de estreno oficial: 24 de Octubre de 2013 (Alemania).