El yo y los tús
crítica de Joven & alocada | de Marialy Rivas, 2012En todo adolescente lidia una ambivalencia entre los deseos más instintivos y el autocontrol que sugieren las convenciones sociales; entre su exploración personal y la vigilancia inquisitiva de los otros, entre la búsqueda sin fin de placeres nuevos y excitantes y la represión de los mismos, entre el puñado de dictados morales impresos en su conciencia desde niño y el modelado de una identidad propia frágil todavía. Esta dualidad, más libre en unas sociedades y totalmente ahogada en otras, es el contorno que define los cimientos de Joven & alocada, una propuesta desinhibida y valiente del cine chileno que se hizo el pasado 2012 con el Premio al Mejor Guion Internacional en el Festival de Sundance. Daniela (Alicia Rodríguez) busca liberarse del encorsetamiento que le impone su familia evangélica, de la vida acomodada y burguesa y la educación estricta que repudia; una familia que, a excepción de su adorada tía, divertida y menos convencional, equipara cualquier indicio de práctica sexual con un designio satánico, y que castiga y censura todo intento por ser auténtica en una sociedad caracterizada por la opresión y el conflicto con la sexualidad de los jóvenes. Su madre, recia y amargada, espía sus cartas y diarios, y hasta las Rolling Stone acaban en el cubo de la basura, mientras en la escuela pretenden que los alumnos sean clónicos vírgenes al servicio del Señor. Así, con poco aire a su alrededor para ser ella misma, el instrumento de evasión del que Daniela se sirve para dar rienda suelta a su curiosidad e interactuar con otros chicos y chicas sobre sus propias experiencias es un blog, llamado igual que el título del filme y que es también, el motor temático que canaliza las contradicciones y vivencias de su protagonista. De ese modo, el largometraje tiene una estética renovada, un punto de vista que evidencia las nuevas formas de comunicación juveniles, y una realización que a pesar de sus fallos técnicos o que no posee una manufactura perfecta, parece producto en si misma de esa visión desenfadada y adolescente a la que se subordina, enseñándonos también el poder democratizador de Internet y sus múltiples usos de evasión y diversión.
La película, cuyo fin es mucho más didáctico-crítico que puramente provocador, muestra mucho más que sugiere y, sin pudor, las fantasías, recuerdos y andanzas sexuales de Daniela, que sueña en todos los colores y sin tapujos a pesar de con pasajes explícitos pero no gratuitos como una masturbación en un sofá finalizada una fiesta, encuentros con pinceladas de temor a lo desconocido y dosis de endorfinas, además de las charlas cibernéticas con los adolescentes asiduos de su blog, que como ella, están llenos de inquietudes y curiosidades corporales y de espíritu. Daniela constituye un personaje muy completo, enriquecedor conforme vamos conociendo sus aristas y sus perlas de humor negro y arisco, agravado por una voz monótona que complementa la frescura pseudo documental del filme, su agilidad narrativa y fiel al punto de vista subjetivo de su protagonista. En cuanto a la comicidad, esta se manifiesta especialmente en los vocablos inventados y en ocasiones sacrílegos que Daniela emplea, a lo largo de su “madurasound” personal. También es una reflexión adecuada y desenfadada, exenta de pedantería, acerca de las instancias de socialización que, poco a poco, van modelando el carácter de todo joven en su tránsito hacia la edad adulta, casi siempre borrascoso y lleno de obstáculos que sortear.
La sociedad chilena es severa y represiva con los impulsos sexuales que la religión categoriza de antinaturales o fuera de norma, y el cristianismo protestante que allí practica la inmensa mayoría de la población otorga suma importancia al sacramento del bautismo, que se realiza de mayor, y a las experiencias personales de conversión, para redimirse con la fé como instrumento. Así, la iglesia, la escuela y la familia de Daniela se convierten en las instancias represoras de su identidad sexual, inculcándole desde diferentes vías la culpa constante y la estigmatización del sexo y las malsanas "tentaciones” en torno a él. Por el contrario, sus nuevos amigos Antonia (Maria Gracia Omegna) y a Tomás (Felipe Pinto), de mentalidades muy distintas, el espacio de intercambio que halla en el blog y su tía, constituyen las instancias liberadoras de culpa y que definen la apertura de su sexualidad. En su estreno, a pesar de contar con la defensa y el beneplácito de sectores universitarios e intelectuales chilenos y el prestigio que supone el premio de Mejor Guión Internacional en Sundance, el país no acogió con buenos ojos el filme, y su directora, Marialy Rivas, fue duramente criticada por los ámbitos eclesiásticos y conservadores, entre los que armó mucho revuelo. Joven y alocada no será la cinta que desafloje los grilletes de la anacrónica moral chilena, pero si se configura como un referente sólido, fresco y por qué no, sumamente divertido, en la defensa del individualismo, el placer, y la sexualidad adolescente sin yugos ni ataduras. ★★★★★
Andrea Núñez-Torrón Stock
redacción Galicia | enviada especial al Festival Cineuropa de Santiago de Compostela
Chile, 2012, Joven & alocada. Director: Marialy Rivas. Guión: Marialy Rivas, Pedro Peirano, María José Viera-Gallo, Sebastián Sepúlveda, Camila Gutiérrez. Fotografía: Sergio Armstrong. Reparto: Alicia Rodríguez, Aline Kuppenheim, María Gracia Omegna, Felipe Pinto, Ingrid Isensee, Alejandro Goic. Productora: Fabula. Presentación oficial: 2012: Festival de Sundance: Mejor guión internacional.