Cuenta la leyenda que, en un rincón de la selva andina, existe un misterioso árbol que ejerce un poder de atracción sobre los que pasan a su lado. Y aunque existe una explicación científica para semejante fenómeno de magnetismo, hay quien prefiere creer que de algún modo ese árbol atrae hacia sí como lo hace la tierra del lugar donde uno se cría. Nos gusta poder retornar a ella, pero también podemos vernos atrapados entre sus raíces por comodidad o miedo. Esta historia del árbol, que podría haber sido extraída de una novela del Realismo mágico, sirve de metáfora para el tema del primer largometraje de la gallega Isabel Ayguavives, directora de exitosos cortometrajes como Penfield (2011) o El castigo (2006). El guión, a cargo de la propia realizadora, recoge el retorno a Chile de Bruno (Andrés Gertrudix), que tras años viviendo en Europa, vuelve para despedirse junto a su familia de los recuerdos vividos en el hogar que ahora se encuentra en venta. Ayguavives se toma con calma el reencuentro y nos cuenta el surgimiento de una atracción inevitable entre los polos opuestos que representan el exiliado Bruno y su prima Marianela (Manuela Martelli), anclada en el hogar familiar. La película, coral e intimista al mismo tiempo, compitió en San Sebastián y ahora lucha por la distribución en España. Su estreno en Chile será en primavera de 2014.
Fuente| Audiovisual 451