La corrección como defecto
crítica de Walesa, la esperanza de un pueblo | Walesa. Czlowiek z nadziei, de Andrzej Wajda, 2013
Empecemos diciendo que los grandes festivales del mundo tienden a cerrar anualmente sus certámenes con obras bastante digeribles para una audiencia media. En una semana como la pasada, ya ha habido tiempo para proyectar rarezas y experimentos varios contra los que el público habitual no está vacunado; esa gente que se acerca a la clausura a ver el famoseo y la entrega de premios, ese político al que se ha invitado y queda feo decir que no va, ese empresario que ha invertido en el festival y no quiere perderse el cóctel de clausura, y un larguísimo etcétera. Es por ello por lo que frecuentemente las organizaciones de los festivales recurren a comprar películas que, por encima de todo entretengan, sin renunciar a la calidad (al menos en un primer momento). Se buscan cintas que vengan avaladas por un éxito de público en festivales extranjeros, o por una estrella frente a la cámara o, algo más inusual, detrás de ella. Tal es el caso de este año en la Seminci, donde la obra viene firmada por el reputadísimo director polaco Andrzej Wajda. Si el nombre no les suena les diré que es uno de los grandes cineastas europeos de la historia reciente, un tipo con un currículum envidiable: Palma de oro en Cannes por El hombre de mármol (1977), Premio César por Danton (1983), así como un Oscar, un Oso de Oro, y un León de Oro como reconocimiento a su carrera.
Hay que remarcar también que película viene con la garantía de haber sido proyectada en las presentes ediciones de Venecia y Toronto, además de ser la seleccionada por Polonia para participar en la próxima edición de los Oscar. La historia, además, no podía ser más popular: un biopic del político polaco Lech Walesa, fundador del primer sindicato independiente de Polonia (Solidaridad), así como primer presidente elegido Premio Nobel de la Paz en el año 1983. Una historia, a priori, interesante, compleja y emocionante y más teniendo en cuenta el carisma de su personaje protagonista, perfectamente caracterizado por el actor Robert Więckiewicz, completo desconocido fuera de las fronteras de su país pero con una amplia trayectoria. La historia comienza con Walesa siendo entrevistado por una popular periodista italiana meses antes de la caída del gobierno de su país. Así, mediante el recurso cliché del flashback, tan empleado en creaciones biográficas, vamos viendo los orígenes de movimiento político de su protagonista, sin duda, el principal y único atractivo del filme: su mal humor, su prepotencia, su claridad de palabra, su ironía, su capacidad discursiva, su retórica… La figura de Walesa está pues, por encima de todo, absorbe en todo momento a los demás personajes que son reducidos a meros objetos para su alabanza. Su inteligencia asombra, su ironía nos saca sutiles e inteligentes risas en ciertas ocasiones, incluso su mal humor y costumbres arraigadas caen simpáticos. Una glorificación que puede resultar excesiva y por momentos poco creíble aunque desde un punto de vista narrativo, tremendamente entretenida y, por momentos, notable. Recordando en este sentido al Nelson Mandela que nos presentó Eastwood en Invictus.
La realización que plantea Wajda es correcta y ordenada, pero no llega en ningún momento a apasionar. Acierta al adaptarse en ocasiones a la modernidad de la cámara en mano, pero en el resto del filme resulta más formal y correcto, con planificaciones que quizás puedan pedir más variedad y cortes en el montaje. En cambio a la puesta en escena no se la puede poner ningún pero. Sin estar ante una superproducción, recrea a la perfección las condiciones de la Polonia del pasado siglo: la pobreza, el frío y la clandestinidad quedan reflejadas con rigor y convicción. A destacar la escena en la que Walesa es liberado y se reúne con todos sus compatriotas. Sin embargo, aun con sus aciertos, la película no termina de cuajar, ya que carece de la personalidad requerida para un personaje de tantas aristas. El principal problema es la pretensión de documental que pesa constantemente en la trama, recreando un conjunto de escenas que, a pesar de su posible rigor, no consiguen llegar a tener el tempo, el ritmo y la conexión entre ellas necesaria para implicar realmente al espectador. Por mucho que se creen situaciones tensas o incluso violentas que en un principio impactan –valgan los ejemplos de la violencia en la cárcel o del tanque que aplasta la pierna a un manifestante—, a medida que la trama avanza, precisamente cuando la fuerza de las escenas debiera aumentar, esta implicación se va perdiendo. Hasta llegar a un estado de linealidad y ligereza narrativa con algún pico puntual aislado, pero lejos de encontrar un buen clímax que diera cohesión a la parte central de la trama. El problema es que se quiere contar tanto y de una manera tan condensada, que poco a poco asistimos a una disolución, la acción va pasando a segundo plano y únicamente nos acaban atrayendo las conversaciones y gestos que tiene el carismático protagonista. La sensación final que deja es la de ser un biopic correcto y aséptico, una historia que ya hemos visto en muchísimos trabajos dedicados a personalidades incluso secundarias. Resulta paradójico que la obra dedicada al tipo de Facebook resulte más brillante y emocionante que ésta dedicada a la figura de un (verdadero)político que hizo tanto por su nación. ¿Interesará Walesa a los Norteamericanos? ★★★★★
Álvaro Martín
redacción Valladolid | enviado especial a la 58ª Semana Internacional de Cine de Valladolid.
redacción Valladolid | enviado especial a la 58ª Semana Internacional de Cine de Valladolid.
Polonia, 2013, Walesa. Czlowiek z nadziei. Dirección: Andrzej Wajda. Guion: Janusz Glowacki. Productora: Akson Studio. Presentación Oficial: Venezia 70. Fotografía: Pawel Edelman. Intérpretes: Robert Wieckiewicz, Agnieszka Grochowska, Iwona Bielska, Zbigniew Zamachowski, Maria Rosaria Omaggio, Ewa Kolasinska, Miroslaw Baka, Michal Czernecki.