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    Cine Alemán Siglo XXI

    Seminci 2013 | Día 6: críticas de 'Run & Jump', 'Al final del cuento', 'Zéro', 'Malak' y 'Berlín -7'

    Run & Jump

    El irregular (y divertido) día de Marruecos

    crónica de la sexta jornada de la 58ª Semana Internacional de cine de Valladolid | críticas de Run & Jump, Al final del cuento, Zéro, Malak, Berlin -7º

    Son ya varios años con la sana costumbre de que el festival elija un país y le de especial importancia a la hora de programar películas con el objetivo de acercar filmografías desconocidas para incluso un público tan selecto como es el de la Seminci. Y si en años pasados le tocó de Suecia o México, este año ha sido el turno de Marruecos. Hoy jueves era además el día dedicado a dicho país, en el que se han proyectado, a parte de las obras del ciclo propio del país magrebí, la cinta Zéro, de Nour-Eddine Lakhmari, dentro de la Sección Oficial y Malak de Abdeslam Kelai dentro de la sección Punto de Encuentro. Además, he podido ver las europeas Run & Jump (Steph Green) y Au bout du conte (Agnès Jaoui) dentro de la competición y Berlin -7º (Ramtin Lavafipour) dentro de Punto de Encuentro. Vamos a ello.

    Run & Jump

    RUN & JUMP

    de Steph Green
    intérpretes: Maxine Peake, Edward MacLiam, Sharon Horgan, Brendan Morris, Ciara Gallagher, Will Forte.
    Irlanda, 2013 | Samson Films.
    Sección Oficial

    Comenzaba la mañana con esta agradable cinta irlandesa. Una película que trata acerca de las emociones, los sentimientos, la fuerza y el impulso por vivir reflejados en el personaje de la madre de una familia de clase media en la que el padre acaba de sufrir un ictus cerebral que lo ha incapacitado mentalmente convirtiéndolo en una persona distinta probablemente para el resto de su vida. Vivimos el retrato más que de él y de su enfermedad, de las secuelas que esta deja en los que le rodean, de cómo sale adelante el pequeño microcosmos familiar ante una desgracia como la acontecida. Sale adelante, porque no hay más remedio, parece querer defender la madre con un optimismo que roza lo imposible en varios momentos de la cinta, en los que además de la principal desgracia, se suceden distintos momentos de tristeza relacionados con los distintos personajes.

    Contrapuesto a este sentimentalismo que se vive en la familia está la perspectiva meramente científica de Ted, un joven investigador americano que graba el día a día de la familia para tratar de dar un diagnóstico de la evolución del padre. Sin embargo, y con una buena construcción evolutiva del personaje, este irá cambiando su manera de ver las cosas, la barrera de su perspectiva de estudio caerá ante la empatía y la dulzura que le producen los que le rodean, hasta llegar al punto de enamorarse de la madre. Al igual que ya dije de Short Term 12, esta cinta trata un tema muy incómodo de una manera agradable y hasta simpática, con momentos de carcajada o de extrema dulzura provocados por el personaje enfermo. Este es el gran mérito de este largometraje, la capacidad que tiene para abordar esta historia sin llegar a caer en un extremo cinismo de mal gusto o en un sentimentalismo barato de blockbuster americano. El retrato de los personajes es real, y sus relaciones son reales también, por lo que nada desentona dentro del marco que la trama marca. Sin embargo, la cinta se alarga ligeramente en su final, que debió de ser más conciso para poder estar a la altura del resto del filme. También quizás sobran ciertas secuencias musicales, aunque visto por otro lado, eso en una película irlandesa es seña de identidad. ★★★

    Al final de cuento

    AL FINAL DEL CUENTO

    Au bout du conte
    de Agnès Jaoui.
    intérpretes: Jean-Pierre Bacri, Agnès Jaoui, Agathe Bonitzer, Arthur Dupont, Benjamin Biolay, Dominique Valadié.
    Francia, 2013 | Les Films A4, France 2 Cinéma, Memento Films Production.
    Sección Oficial

    Momento nostálgico la proyección de esta película. Nostálgico porque nos da avisos de algo que se acaba, de un tiempo pasado en peligro de extinción, ya sea por motivos económicos, o tecnológicos. Esta cinta ha sido, junto a la inaugural de Mar Coll, la única de Sección Oficial proyectada en 35mm. Y pese a que todos los defensores de la nueva tecnología lo nieguen, hay algo bello, algo mágico en el celuloide, algo que hace que directores como Tarantino o Nolan se nieguen a subirse al carro de la modernidad pese a todas las ventajas que esta tiene. Como espectadores siempre nos quedará pensar en esas motitas negras que salpican periódicamente la pantalla, en esas ralladuras de una película pasada muchas veces, o simplemente en el fetichismo de que en algún lugar están dibujadas una a una cada una de las fotos que componen la obra. Y eso es algo que uno de esos fríos discos duros protegidos de todo tipo de piratería no nos puede dar.

    Metafóricamente, desde ese punto de vista mágico, la cinta de Jaoui sería inconcebible en los famosos 4k. Porque a pesar de que sea una comedia romántica francesa más (de esas que tanto y tan bien producen en el país vecino), estamos ante una película con encanto y encantadora. Estamos ante un cuento de princesas moderno. Una adaptación cómica en un ambiente de iluminación tenue que sugiere toda la espiritualidad que puede rodear a la cinta. En esta historia tenemos un zapato perdido en unas escaleras de una fiesta adolescente, un príncipe azul cultureta, una madrastra operada que se mira continuamente las posibles arrugas en el espejo, un hombre con una fatal predicción a sus espaldas, una bella durmiente que es despertada de un sopapo y una manzana roja de semilla híbrida. Resultado de ironizar cómo sería la adaptación de los cuentos clásicos si se reescribieran hoy en día.

    Estamos ante una comedia romántica inteligente, una comedia de confusión, de infidelidades, de celos, de enamoramientos, de desenamoramientos, de piedad, de soledad, de miedo… Todo ello planteado mediante ingeniosos y sutiles juegos verbales que no superan pero sí recuerdan al espíritu fantasioso de Midnight In Paris. Y a pesar de ser una comedia romántica, tiene un importante transfondo que evita que su función sea el mero entretenimiento. Por medio de los distintos personajes y de las relaciones que estos mantienen entre sí, la directora se encarga de ofrecernos las distintas formas de ser, las distintas formas de amar, la pluralidad de visiones posibles de existencia, todas ellas igualmente válidas. En ese sentido es una película que huye de la polarización A o B, para centrarse en un terreno en que la unión y distinta combinación de ambas no es posible, es un hecho. El peligro puede ser que el espectador infravalore esta faceta perdiéndose entre los desternillantes gags que la cinta ofrece. ★★★

    Zéro

    ZÉRO

    de Nour-Eddine Lakhmari
    intérpretes: Younès Bouab, Mohamed Majd, Sonia Okacha-Chraïbi, Zineb Samara.
    Marruecos, 2013 | Timlif.
    Sección Oficial

    Tenía muchas ganas de que llegara el turno de hacer la crítica de esta película, una de más comentadas a lo largo de la mañana y no precisamente por ser el principal sello de este día de Marruecos. El motivo es sencillo, simple, y triste: puede que sea una de las peores cintas que se han exhibido en la historia reciente de la Seminci. Repito lo que dije ayer de I’m the Same, I´m an Other: no es comprensible (ni defendible) como una película así ha podido ser seleccionada aquí, sin embargo a diferencia de la cinta belga, la marroquí es tan mala, que ha levantado pasiones y se ha llevado un irónico aplauso final que esperemos que alguien del festival o de la propia película haya sabido entender. Porque estamos ante una cinta digna de Sitges, una cinta de pura serie B escondida debajo de una sucia trama policiaca marroquí. El argumento trata la historia de Zéro, un policía conflictivo marca Harry el Sucio, con foto colgada en el despacho de su ídolo, el fantástico tipo duro Humphrey Bogart. El principal problema de Zéro (hasta el nombre tiene miga) es que es un tipo curtido, un tipo demasiado independiente. Y esto claro, le causará problemas con su discapacitado padre, con el c* de su jefe y con la prostituta con la que estafa a clientes clandestinos. Sin embargo, su corazoncito se abrirá cuando reciba el encargo de encontrar a una adolescente secuestrada, ahí será cuando empiece la verdadera acción.

    La película, expliquemos, es un intento de thriller policiaco sucio, con música fuerte, misteriosa, una iluminación noir conseguida (quizás el único acierto del filme), diálogos subidos de tono, y violencia (física y verbal). El problema es que todo esto se viene progresivamente abajo hasta que culmina en el punto más bajo de toda la cinta. El momento climático por excelencia: Zéro, junto con su nueva novia enfermera, se sube a la barra de un bar y empieza a bailar una entretenida y divertida coreografía, igual que en Broadway. La primera pregunta es: ¿Ustedes se imaginan a Sam Spade o a Philip Marlowe dejando de lado la investigación (y el vaso de whisky) para bailar un rato encima de la barra? El caso es que los que no se van de la sala en ese momento, ya la empiezan a ver de otro modo, porque de ahí en adelante, la cinta es tan desastrosa que resulta simpática: las falsas palizas, las sobreactuaciones, los extraños cambios de humor de Zero y sus limpiezas de piso, los tenedores clavados en el cuello, el tipo psicópata tatuador al que le duele más que rompan una de sus mariposas disecadas que le claven un punzón en el ojo, y un larguísimo etcétera. Momentos concebidos con una seriedad impresionante, la música y los diálogos dan fe de ello, pero que han logrado esta tarde levantar risas en el teatro Calderón. Ah, y el final lo culmina una escena venganza en una casa de putas similar a un Taxi Driver rodado por Robert Rodriguez. La verdad, no sé si ponerla una estrella o cinco. Bueno, sí lo sé. ★★★

    Malak

    MALAK

    de Abdeslam Kelai
    intérpretes: Chaimae Ben Acha, Saadia Ladib, Omar Lotfi, Fatiha Ouatili, Mohamed Choubi. 
    Marruecos, 2013 | Mouton Rouge Films.
    Punto de Encuentro

    Malak ha sido la cinta que ha vuelto a colocar al cine marroquí en el lugar que merece estar, a pesar de estar en una sección considerada menor. Una historia profunda, dura, y cautivadora que narra el embarazo de una joven de 17 años. Abandonada por el padre del hijo, decidirá huir de su entorno familiar para intentar reunir el dinero necesario para un aborto ilegal. Un dinero que intentará acumular por el camino más fácil y difícil a la vez, la prostitución. Tal y como ha dicho su realizador, Abdeslam Kelai, en el coloquio posterior a la proyección, sus intenciones al realizar la cinta eran mostrar el represivo e injusto comportamiento de la sociedad marroquí hacia las madres solteras, que frecuentemente las lleva a ser maltratadas y marginadas por su condición.

    La protagonista será vejada por prácticamente todos los personajes con los que se encuentre en el desarrollo de la película: familia, novios, amigos, policía, inclusive por el personal sanitario. La tristeza llega un paso más allá cuándo además la única pizca de amabilidad que recibe en forma de ayudas económicas de una desconocida, tiene la oscura intención de comprar el bebe. Vivimos así pues dos horas de soledad continua de la protagonista por muy rodeada que este, en su condición de embarazada parece que la estuviera prohibido disfrutar de ese componente tan esencial de la vida humana que es el amor. La película está muy bien narrada, con cierto desorden cronológico que hace que crezca nuestro interés, pues comienza por el parto de Malak para retroceder al momento en el que descubre que está embarazada. Y a pesar de toda esta frialdad y de toda esta dureza, hay un hueco para la esperanza. La fe reside únicamente en la joven madre que finalmente aceptará su papel, y verá renacer en su pequeña criatura, la vida propia como un futuro nuevo y lleno de posibilidades, y por fin de amor. ★★★

    Berlin -7º

    BERLIN -7º

    de Ramtin Lavafipour
    intérpretes: Thom Bishops, Mostafa Zamani, Dalia Hibish, Karoline Eichhorn, Masoud Rayegan.
    Irán 2013 | Visual Media Institute.
    Punto de Encuentro

    La noche tenía preparada una última buena película. Buena y dura, de esas que sin llegar a los excesos de Haneke, te hacen pasarlo mal, te causan cierta angustia y rabia, te atrapan y te conmueven. Algo que tiene mérito pues estamos hablando de una sencilla historia de inmigrantes, nada más que eso. Nada más que diálogos y situaciones basadas en unos personajes excelentemente construidos e interpretados. Trata de una familia de iraquíes, un padre, su hija y su hijo enfermo mentalmente, la madre murió durante la guerra y sólo cruza la película como un potente fantasma que sigue presente en la vida del padre, y su emigración buscando una supervivencia en Alemania. Será en territorio germano donde se desarrolle la totalidad del film, veremos cómo luchan por labrarse un futuro mientras dejan atrás el pasado con las dificultades burocráticas que ello requiere, la historia puede resumirse como su larga y tensa espera para recibir la condición de refugiados de guerra que les permita establecerse definitivamente en el país.

    El director iraní, que ya ganó esta sección en la 54 Seminci con su obra Tranquilo y cuenta hasta siete, nos cuenta todo este proceso de una manera real y nada efectista, y sobre todo, con unos diálogos, punto clave en el filme, que destacan por la naturalidad, la fluidez y la sencillez con la que son dichos y encajan entre sí. Nada suena falso, hay palabras que como en la vida real, pueden conmover más o menos, pero todas tienen sentido de ser. El único problema, quizás, sea que determinados planos duren más de lo que deberían, sobretodo en la parte final de la historia, cuando da la sensación de que la película está acabada, pero no acaba de finalizar en un intento por cerrar todas las subtramas, que tal vez no fuera necesario cerrar. Sin embargo, Lavafipour peca de autocomplacencia respondiendo todas las preguntas que antes nos había planteado. En lugar de dejarnos con dudas determina los posibles futuros de los personajes una vez la historia está acabada. Un pequeño pero que en absoluto debe manchar la estupenda película que es. ★★★

    Álvaro Martín
    redacción Valladolid | enviado especial a la 58ª Semana Internacional de Cine de Valladolid

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