La respuesta a la censura
crítica de Pardé (Closed Curtain) | de Jafar Panahi & Kambozia Partovi, 2013No podemos hablar de la última película de Jafar Panahi sin tener en cuenta su anterior producción. Tanto This is not a film como Closed curtain, que participa en la sección Nuevas Visiones del Festival de Sitges, hay que verlas desde el punto de vista de la situación real que padece el director iraní. Después de haber pasado un tiempo en la cárcel, sigue vigente la sentencia que le prohíbe abandonar el país y hacer cine. Pese a todo, su última obra participó el pasado febrero en la Berlinale, donde consiguió el Oso de Plata al mejor guión.
Closed curtain es la historia de un hombre que quiere pasar una temporada en una casa solitaria cerca del mar. Pero de los alrededores no conocemos nada, al menos desde fuera. El punto de vista es siempre interno, el de una realidad hermética que no permite la libertad. Lo único que se nos permite apreciar del exterior es la visión frontal desde la casa, donde vemos un paseo y al fondo el mar. Una mar que sirve tanto de final como de vía de escape. No obstante, la película dirigida por Panahi y por Kambozia Partovi está llena de metáforas. Y vuelve a jugar con las posibilidades del propio medio. En esta ocasión llega un momento en que el creador irrumpe en mitad del escenario interactuando con sus propios personajes, al estilo unamuniano. El filme juega, así, con la capacidad de cada personaje, la localización y la exploración técnica llevada a cabo para analizar la situación del director iraní, su prohibición de filmar y, por tanto, el impedimento para sentirse libre. La película es autorreferencial y los elementos están concebidos al servicio de su causa; su habitual cine realista aboga por un tono alegórico que, si bien no oculta el mensaje explícito, le hace merecedor de múltiples interpretaciones.
Closed curtain es la historia de un hombre que quiere pasar una temporada en una casa solitaria cerca del mar. Pero de los alrededores no conocemos nada, al menos desde fuera. El punto de vista es siempre interno, el de una realidad hermética que no permite la libertad. Lo único que se nos permite apreciar del exterior es la visión frontal desde la casa, donde vemos un paseo y al fondo el mar. Una mar que sirve tanto de final como de vía de escape. No obstante, la película dirigida por Panahi y por Kambozia Partovi está llena de metáforas. Y vuelve a jugar con las posibilidades del propio medio. En esta ocasión llega un momento en que el creador irrumpe en mitad del escenario interactuando con sus propios personajes, al estilo unamuniano. El filme juega, así, con la capacidad de cada personaje, la localización y la exploración técnica llevada a cabo para analizar la situación del director iraní, su prohibición de filmar y, por tanto, el impedimento para sentirse libre. La película es autorreferencial y los elementos están concebidos al servicio de su causa; su habitual cine realista aboga por un tono alegórico que, si bien no oculta el mensaje explícito, le hace merecedor de múltiples interpretaciones.
En Closed curtain el personaje que llega a esta casa de tres pisos —hay un paralelismo entre comienzo y final, entre personaje y persona— trae consigo, escondido en una bolsa, a su perro. Si bien, a priori, no entendemos que encierre a su perro allí, buscando un poco de información nos enteramos de la prohibición que existe en Irán de poseer este tipo de animales. Además, este escritor parece alguien conocido que teme por su vida. Por eso se refugia allí, cambia su aspecto y cubre las ventanas con cortinas opacas. A pesar de querer tan solamente trabajar en paz, otros dos personajes se introducen en su hogar. Se trata de dos hermanos que, con motivo de una fiesta en la que participaban, se ven obligados a huir perseguidos por la policía. Así, buscan refugio en la casa. Aunque la manera en la que irrumpen en ella podría hacernos pensar en unos asesinos al estilo de Funny Games, lo que nos encontramos es algo bien distinto. La chica se quedará en la casa esperando por su hermano, quien advierte de tenerla bajo vigilancia por miedo a que se quite la vida. El tema del suicidio es recurrente en el filme, tema que funciona como posible vía de escape frente a una realidad opresora. La historia de ficción que estábamos viviendo se ve interrumpida por el propio director iraní al entrar en acción. No lo vemos simplemente actuar como un personaje más, sino que la película también cumple con un papel documental ya que presenciamos más tarde una misma escena de la propia cinta en el momento de su grabación, con los técnicos de cámara y con Panahi alrededor del actor que realiza la toma. Son, por tanto, tres niveles a la hora de registrar lo que allí ocurre: el personaje que se graba a sí mismo con su móvil, la cámara objetiva que nos muestra la escena y la cámara que nunca vemos que capta ese proceso de grabación. Una complejidad creciente en un Panahi cada vez más interesado por la capacidad del medio cinematográfico para expresar precisamente lo inexpresable, lo que no se puede contar, lo que está oculto detrás de unas cortinas que, no obstante, no han impedido que otra interesante creación logre salir al exterior. ★★★★★
Irán, 2013, Pardé. Dirección y guión: Jafar Panahi, Kambozia Partovi. Productora: Jafar Panahi Film Productions. Presentación Oficial: Berlinale 2013 (mejor guion). Fotografía: Mohamad Reza Jahanpanah.
