Monografía sobre el dolor humano
crítica de Michael H. | Michael Haneke – Porträt eines Film-Handwerkers, Yves Montmayeur, 2013En aproximadamente 25 años de carrera, dos Palmas de Oro, y con 12 largometrajes en su haber, amén de diversas incursiones en televisión y algún experimento aislado, Michael Haneke se ha labrado una reputación ilustre como uno de los cineastas europeos con una visión más descarnada y extrema de la realidad. Sus películas siempre resultan incomodas, incluso cuando más quieren aparentar dulzura. De El séptimo continente a Funny Games, de La pianista a Código desconocido, la brutalidad clínica de Haneke ha sido una constante inalterable; inherente a sus personajes, a sus paisajes e incluso a sus colores. Su visión es problemática. Se puede comulgar con ella o detestarse profundamente, pero la indiferencia rara vez es una opción. Yves Montmayeur prefiere quedarse al margen. Su retrato sobre el director alemán y sus películas, más que un enaltecimiento de su figura, se erige como un monográfico sobre lo que ha sido su carrera hasta ahora, su percepción del cine, y su carácter, la relación con su equipo o sus métodos de rodaje. Su admiración por el cineasta es evidente desde el momento en el que decide realizar un documental sobre su cine, pero el trabajo en sí no resulta insultante en su afán y objetivos. No hay amor irreflexivo, sino más bien una admiración imbuida de respeto.
Montmayeur no es nuevo en esto de los monográficos documentales. Su trabajo hasta ahora siempre se ha centrado en sus obsesiones cinéfilas. De los cuentos de Miyazaki a los cuadros de Christopher Doyle (fotógrafo habitual de Wong Kar Wai); del inquietante Takashi Miike a la nueva generación de directores coreanos, pasando incluso por el fantástico español de mano de algunos de representantes patrios como Balaguero, De la Iglesia o Paco Plaza, los intereses del documentalista han abarcado campos muy diversos. Su Michael H es otro paso más en su trayectoria. El problema que suele achacarse a este tipo de trabajos es que aportan poco a la visión conjunta que uno ya se ha formado sobre las figuras retratadas. Es poco probable que cambien nuestra opinión o que aportan algo que no conocíamos, alguna idea que no intuíamos. Como mucho, se erigen como ratificaciones de hora y media acerca de lo admirable que resulta el trabajo de esa persona, su incuestionable genialidad. En ese sentido Michael H. no es diferente. No resulta impactante ni es un trabajo fuera de lo común en su género, pero sí ofrece una visión interesante acerca de algunos temas que pueden resultar más atractivos a unos que a otros. Apoya su desarrollo en entrevistas, making off de diversos rodajes, declaraciones del director y extractos de sus películas, estructurando su desarrollo en torno a cada una de ellas invitando a revisitar la filmografía del cineasta.
Ofrece una vía de reflexión jugosa acerca del porqué de su violencia clínica. De su origen y su plasmación. El sufrimiento físico y psicológico como consecuencia de la misma. Un formalismo pulcro y estéril que enaltecen lo perturbador de sus propuestas. La reducción máxima de los elementos. Cuánto más minimalisma, mayor es el desgarro de sus personajes. Pero no será explicito, sino sugerente. Tan sutil como para que la imaginación del espectador aporte el resto, y la digestión resulte insoportable. Un plano fijo donde la acción casi ni se intuya (Caché), o directamente no se vea, pero si se oiga en toda su claridad (El video de Benny). El sonido será esencial. El elemento que reconstruya lo escalofriante de la escena. Michael H. ofrece una visión muy exacta de lo que significa ver una película de Haneke. Y esa sin duda su mayor virtud. Comulgues o no con su obra, el documental es certero; fiel en su reflejo. Montmayeur sabe dotarlo de dinamismo. Acierta a la hora de mostrar las vicisitudes de sus rodajes, algo que sin duda atraerá muchísimo a los que, como servidor, hemos estado relacionados de una forma u otra con ese mundo y el proceso de concepción de una idea. La escritura de un guión o la plasmación en imágenes. La relación con los actores y la importancia de creer en lo que expresas, y de contagiar eso a los demás.
Haneke rodando en plena calle uno de los planos secuencia claves de Código desconocido, la recepción de Funny Games, la división de opiniones, su respuesta personal al cine de Hollywood con la menospreciada La hora del lobo, o el carácter controlador y racional del cineasta. Su incapacidad para la imaginación, motivo de que sus filmes estén tan anclados en la realidad. Su afán por hacer consciente al espectador de la violencia que consume día tras día y que digiere en la inconsciencia. En esencia el trabajo de Yves Montmayeur resulta mucho más acertado que la desenfocada Woody, otro retrato mucho menos afortunado estrenado en 2012 acerca del director neoyorquino. Retrato que esconde algunos de sus mayores aciertos en los aspectos más generales sobre la creación de una película, permitiéndonos vislumbrar a Haneke en su elemento. Cineasta de discurso brutal y estático, con una evolución nula, pero coherente y en la que el espacio para la esperanza es limitado o no existe. A pesar de su mera condición de documental, Michael H. consigue empaparse de la incomodidad que producen las películas del director alemán. La realidad de su cine resulta descarnada. Un cúmulo de visiones dolorosas acerca de uno de sus mayores temores: el sufrimiento en todas sus formas. ★★★★★
Gonzalo Hernández.
Redacción Madrid.
Austria, Francia. 2013. Título original: Michael Haneke – Porträt eines Film-Handwerkers. Director: Yves Montmayeur. Interprétes: Michael Haneke, Isabelle Hupert, Emmanuelle Riva, Susanne Lothar, Juliette Binoche, Jean Louis Trintignant, Beatrice Dalle. Fotografía: Yves Montmayeur, Attila Boa. Producción: Wildart Film, Crescendo Film, Les Films du Losange. Estreno oficial: 17 de Febrero de 2013, Austria.