LAZOS POST UTERINOS
crítica de Caroline and Jackie | Adam Christian Clark, 2012
Cuando el cine independiente se apega tanto a sus propios principios, entendiéndose estos como la mínima cantidad de personajes, la presencia de intérpretes poco conocidos, la economía de los espacios físicos, el rol preponderante de los diálogos, y demás, se generan películas como Caroline and Jackie, arrastrando el espíritu indie que tanto gusta a los fanáticos, pero que en muchos casos puede ser rechazado ferozmente. La ópera prima de Adam Christian Clark, heredera directa de una laureada producción de Jonathan Demme La boda de Rachel (2008), cumple con las expectativas de cualquier ser humano que sabe, de antemano, que se trata de una película de bajo presupuesto. Su argumento, bastante sencillo, describe el conflicto latente entre dos hermanas que se reencuentran tras un largo período: una reunión organizada por una de ellas, a la que asisten personas del entorno, produce un desequilibrio en la armonía de la noche, y un quiebre aún más hondo en una relación fraterna ya resquebrajada. El motivo tiene que ver con la intención, de una de ellas, de sacar a relucir toda la oscuridad del pasado de la otra. Esta intención puede estar conducida por un móvil ético o por alguna especie de venganza. ¿Se trata de una mujer que ha propiciado esta reunión para ayudar, o para hundir a su hermana?
Con este interrogante convirtiéndose en la tenue llama del interés, relativamente pobre a lo largo del escueto metraje, este conflicto adquiere las proporciones de la teatralidad, dividiéndose de forma visible en tres actos. El primero, una suerte de introducción a esos contados rostros que el espectador verá a lo largo del filme; el segundo, donde la desaparición de una de ellas (Jackie, quien abrumada por lo ocurrido, decide huir) desata episodios inesperados; y finalmente el tercero, en el que su retorno dará el golpe final a la narración. Dentro de cada acto, hay escenarios fijos, diálogos espesos, y el espectador tiene permiso para ser testigo de algunos encuentros fundamentales, pero no para serlo de todos. Hay una relación de distancia entre uno y otro lado de la pantalla, que proféticamente sugiere una resolución incierta o abierta. Si bien el cuarto muro ya no existe, Clark no abandona el hermetismo, y lo vuelve el arma más fuerte que tiene para conquistar a la audiencia.
Es inevitable establecer relaciones entre La boda de Rachel y Caroline and Jackie, pues sus premisas son similares: las relaciones entre hermanos, en el séptimo arte, suelen ser objeto de controversia. Basta recordar esa gran obra de Woody Allen, Hannah y sus hermanas, que deja más que claro que el amor no es suficiente para garantizar la calma. Caroline and Jackie se aman profundamente, pero el espectador no lo sabe. Es, una vez más, parte de los códigos con que Clark se maneja, un registro que se rige por lo secreto, lo oculto. Y si bien las problemáticas que se plantean en ambas (el alcohol en una, la anorexia en otra) pueden ser condenadas por su tendencia al panfleto, generan las mismas reacciones en el entorno: el estado mental de quienes han sido víctimas de estos problemas, por su gravedad, parecen tapar otros estados igual de deplorables, como el de sus hermanas, Raquel y Caroline, no exentas de conflictos internos y de emociones que no pueden controlar. Caroline and Jackie es inferior, pero aun así tiene muchos logros: Clark entiende y respeta a sus personajes, los hace cotidianamente contradictorios, terriblemente humanos, seres privados que demandan una intimidad que, finalmente, les es concedida. Como los grandes directores de teatro, o algunos pocos grandes directores de cine, propicia el equilibrio perfecto entre la ansiedad de la audiencia y lo que corresponde mostrarse.
Tal vez el pulso de la narración amerite un cierre más concreto y envolvente, pero no puede culparse al director/guionista por terminarla de una forma natural. Si bien no es una gran película, y no arriesga demasiado, sabe ofrecer algo prolijo, deliberadamente hermético, pero uniforme, amalgamado, correcto. Es la clase de filme que en festivales puede dar la campanada, porque se ha ganado el corazón de algunos miembros del jurado; sin embargo, una obra así no debería haberse conformado con pasar desapercibida, ni debió jactarse de lo pequeño y de lo barato. Adherirse a las reglas del cine independiente (y lo digo en términos artísticos, no económicos: hay películas de bajo presupuesto con alma de megaproducción) es aval de un reconocimiento por parte de la crítica, pero no más que eso. Y tratándose de una película que indaga en el comportamiento humano de un modo tan realista, con momentos tan sorprendentes, cuesta creer que la decisión correcta haya sido atenuar la luminosidad del filme, y proyectarlo en el silencio del mundo sin que nadie se entere. ★★★★★
Rodrigo Moral.
Redacción Buenos Aires.
Estados Unidos, 2012, Caroline and Jackie. Dirección y guion: Adam Christian Clark. Productora: Phase 4 Films. Fotografía: Christian Swegal. Música: Lisbeth Scott. Presentación oficial: Tribeca 2012. Intérpretes: Marguerite Moreau, Bitsie Tulloch, David Giuntoli.