UN MUNDO IDEAL
crítica de The Newsroom (2012-) | Temporada 2HBO / 2ª temporada: 9 capítulos. | EEUU, 2013. Creador: Aaron Sorkin. Directores: Alan Poul, Jeremy Podeswa, Lesli Linka Glatter, Carl Franklin, Julian Farino, Anthony Hemingway, Jason Ensler. Guionista: Aaron Sorkin. Reparto: Jeff Daniels, Emily Mortimer, John Gallagher Jr., Alison Pill, Thomas Sadoski, Sam Waterson, Olivia Munn, Dev Patel, Chris Chalk, Margaret Hudson, Charlie Weirauch, Adina Porter, John F. Carpenter, Wynn Everett, Thomas Matthews, David Harbour, Hamish Linklater, Marcia Gay Harden, Grace Gummer, Constance Zimmer, Chris Messina, Jane Fonda. Fotografía: Todd McMullen. Música: Johnny Klimek.
La primera temporada de The newsroom fue recibida con críticas de todo tipo. Las más feroces acusaban a su creador, Aaron Sorkin, de misántropo, moralista, sentimentaloide, misógino o antiamericano. Pero hasta las buenas daban la sensación de que a Sorkin le había faltado algo esta vez. El público que se rindió ante él con El ala oeste de la Casa Blanca (1999-2006) no acudió a su rescate en esta ocasión. Un servidor esperaba también un poco más. Tras el merecido Oscar por la extraordinaria La red social (The social network, David Fincher, 2010), quizá se pedía demasiado del guionista, una de esas marcadas personalidades públicas cuyas formas son reconocibles. Viendo la segunda temporada, parece que Sorkin ha tenido en cuenta algunas de las críticas y ha cambiado cosas en The newsroom. La cabecera ha ido de marco a micro. Es decir, ya no repasa momentos clave de la historia del periodismo, sino que se centra en la actividad diaria de la redacción que da título a la serie. El cansino triángulo amoroso de la primera temporada ha desaparecido, aunque una cierta tensión sexual todavía permanece.
Para intrigar al espectador desde el principio y enseñar cómo funciona el sistema de preparación de una historia, ha creado el caso Génova. La mayor parte de la temporada funciona como gigantesco flashback que revela poco a poco los hechos que llevan a los protagonistas a ser demandados. Sorkin es sincero desde el principio: un reportaje con información falsa se emitió en ACN y el equipo de periodistas que conforman la redacción deben cargar con esa vergüenza. Lo curioso es que ésta historia fue reescrita tras haber rodado los dos primeros capítulos con Rosemarie Dewitt en el papel de Rebecca, la abogada de la cadena. HBO accedió a volver a rodar pero aclarando al creador que disponía ahora de un capítulo menos. Por eso esta temporada tiene 9. Dewitt fue sustituida por la grandiosa Marcia Gay Harden debido a problemas de agenda y el guionista pudo reconcentrar sus esfuerzos de crear una trama competente.
Sorkin es un idealista. De ahí que sus protagonistas sean personas íntegras, muy buenos en su trabajo y con un sentido del honor apabullante. Casi santurrones. Por eso, como bien apuntó un buen amigo del que esto firma, crea un personaje externo al que cargar las culpas. El ansía por publicar una historia y hacerse un nombre proviene de Washington y se llama Jerry Dantana. Con él, el creador está hablando también de que otro periodismo se hace constantemente. Pero no los redactores de ACN. Lo cual se contradice un poco con el empeño constante de Sorkin de humanizarlos. Son adultos tridimensionales que trabajan sin tacha. Gente madura hablando de problemas serios y discutiendo todas las posibles alternativas y soluciones. Y es que en The newsroom, cómo no, la acción la mueven las palabras. Las escenas son maravillosamente largas, se regodean en la impecable capacidad del guionista de escribir diálogos rimbombantes, deliciosos. Crea como pocos momentos de humor, con réplicas precisas. Marca de la casa. Y dichos por un reparto coral perfecto, liderados por un estupendo Jeff Daniels. Con su opción de revisitar hechos reales que están frescos en la memoria -la temporada transcurre desde septiembre de 2011 hasta noviembre de 2012, una progresión no siempre bien graduada, pues en un capítulo pasan varios meses de forma confusa-, no se percibe que nos estén dando lecciones desde un ostentoso púlpito, sino que se nos anima a observar las cosas con distancia para analizar el estado actual del mundo.
A veces cuesta atacar los puntos débiles de la serie, que los tiene y son bastantes, porque resulta de lo más estimulante en cuanto a intenciones y resultados. Y es casi imperiosa una serie de estas características. Pero no se puede obviar que cae de lleno en el más obvio sentimentalismo –los flashbacks de África, el montaje musical que cierra la temporada-, que usa el trazo gordo con los personajes que menos le gustan y que fuerza la paciencia y credibilidad del espectador con algunas de las tramas. Caricaturiza en exceso a Charlie, obligando a Sam Waterson a bordear el ridículo en un par de ocasiones y recurre al didactismo en momentos puntuales, pero son pequeñeces ante el torrente de talento y rigor que ofrece. Respecto al final, parece que a Aaron Sorkin le sobrevino el miedo de que la serie pudiera no regresar con una tercera temporada. ¿Por qué? Decide arreglar un par de conflictos que parecían irresolubles, empareja a dos personajes que encajan muy bien y se saca una discutible sorpresa de la manga para concluir con alegría. Y termina la temporada con una imagen llena de significado. ★★★★★
Adrián González Viña.
crítico de cine & series de televisión.
Adrián González Viña.
crítico de cine & series de televisión.
