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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | jOBS

    jOBS

    UNA MANZANA-ARCOÍRIS, UN NUEVO MILENIO POST-DIGITAL

    crítica de jOBS | Joshua Michael Stern, 2013

    ¿Cómo era realmente el Señor de la Manzana? Sus acólitos no tienen dudas: genial, idealista, emprendedor, ambicioso, creativo y, sobre todo, humano. Un sinfín de besos que evita forzosamente los golpes y proscribe a la resistencia analógica. Aunque el Señor de la Manzana (tomo aire) nunca fue ni héroe, ni villano, ni nada que se le pareciera. El Señor de la Manzana se instituyó por derecho propio como nuevo mesías empresarial de un tiempo estático y reducido a la parabólica. Al clic y a la pantalla táctil que comprende nuestros días, muchos antes de que Apple y Microsoft y la TDT y el Smart TV (televisión inteligente es aquella que me hace pensar que estoy pensando por mí mismo, y no lo que programan los sádicos programadores) y el revolucionario VOD (legal e ilegal; consume sin freno, Gran Hermano) y la pornografía a-un-gemido-de-distancia, acaso el sueño húmedo del yonqui menos pudiente, nos retratara en una caricatura común. Si vivimos en la era del Espectador-Rotor, una figura básica para entender nuestra sociedad y su ritmo lapidario, es gracias a gente como Steve Jobs. Sí, un tipo genial e incluso romántico, que hablaba con inteligencia y sentido humanista de cachivaches que debían ser "una extensión de la persona", usuarios y clientes dispuestos a pagar sumas nada asequibles a cambio del anhelado mordisco a esa inconmensurable manzana multicolor. Porque, ¿quién es capaz de repudiar el futuro? ¿Qué hijo de madre resistiría los encantos de una promesa casi mesiánica? Aquel joven encontró su veta comercial en el invento —embrionario, pero no, también hay que decirlo— de otro nerd con menos "perspectiva de futuro". Nació y murió en California, su álma mater. Y casi sin proponérselo, se convirtió en un Moisés con zapatillas New Balance. Edificó su vida alrededor de esa latitud, donde tiempo atrás se hablaba de una tierra prometida que, efectivamente, como promesa resultó débil: una uva pocha de la ira. Neones, marketing y el Pacífico, en una postal. Tan sólo los más avezados se imponían en la jungla, y ahí Steve Jobs se ganó un hueco de prócer.

    jOBS

    Y, mal que me pese, jOBS no logra trasmitirme el mínimo interés por un personaje al que se empeñan en dibujar como el Da Vinci norteamericano —más listo que inteligente, eso sí— que no sabe hacer nada pero opina sobre todo. Al que muy probablemente le olían las pezuñas —se deduce gracias a la indirecta verbal de otro personaje secundario— y no tuvo más remedio que calzarse unas zapas que poco después crearían tendencia a nivel mundial. Que repudió a su hija (¿con quién te has acostado, golfa? ) durante algún tiempo, o eso me cuenta muy rácanamente el guión del neófito Matt Whiteley, quien deja la empresa audiovisual en Joshua Michael Stern (El último voto), completando así una película descosida en todos los órdenes. La interpretación de Ashton Kutcher es genuina en lo que paso a llamar "mirada Jobs", una eficaz mezcla de rabia y cálculo felino catatónico. Kutcher se inclina levemente, como un alfiler meditabundo; y conforme avanza el relato y Jobs se hace más viejo, menos expresa con el físico. Su trabajo no es memorable, pero tampoco banal: hay en Kutcher un deseo nervioso de resultar creíble. Se nota, y se reconoce. El problema, sin embargo, es profundo y de base. La película no termina de alzar el vuelo, ni siquiera para describir esos claroscuros inherentes a toda gran personalidad. Y la música es un martillo pilón que acosa con dulzura: salvo los clásicos setenteros que se dejan oír en contadas ocasiones, predomina la orquestación de spot sectario. Únete al club Mac (a leer con voz de barítono, junto a un emoticono con guiño y lengua). Si en la escena en que Jobs y sus amigos toman ácido y la cámara gira bajo el sol poniente, hubieran sobreimpreso en pantalla un tampón o el logo de una empresa de seguros, nadie habría dicho ni mú. Lejos del biopic "merecedor de", no es más que un subproducto light, para un domingo cualquiera sin mando a distancia. O con mando sin pilas. Para recordar a un hombre que, seguro, es digno de otro retrato menos indulgente, pero más apasionante. ★★★★★

    Juan José Ontiveros.
    crítico de cine.

    Estados Unidos, 2013, jOBS. Director: Joshua Michael Stern. Guión: Matt Whiteley. Fotografía: Russell Carpenter. Música: John Debney. Reparto: Ashton Kutcher, Dermot Mulroney, Josh Gad, Matthew Modine, James Woods,Amanda Crew, J.K. Simmons, Lesley Ann Warren, Jeremy Shada, Lukas Haas, Ron Eldard, Ronnie Gene Blevins, Ahna O'Reilly. Presentación oficial: Sundance 2013.

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