ROMEO Y ROMEO
crítica de Romeos | Sabine Bernardi, 2011Dentro del cine de temática gay, uno de los conflictos que han sido tratados más tímidamente ha sido el de la transexualidad. En la mayoría de los casos, las películas que han osado acercarse al tema lo han hecho desde el punto de vista del transexual femenino, es decir, una persona que ha nacido con órganos genitales masculinos pero que se siente mujer. Títulos como Juego de lágrimas (1992) o Transamérica (2006) pueden considerarse algunos de los más representativos. Sin embargo, el caso inverso, el de la transexualidad masculina, ha tenido menos oportunidades de ser plasmado en el cine, pese a contar con una cinta tan popular y emblemática como Boys Don´t Cry (1999), de Kimberly Peirce, como máxima representante. Basada en unos escalofriantes hechos reales, narraba la historia de Brandon Teena, que se sentía y vestía como un chico y fue brutalmente violado y asesinado por sus propios amigos cuando descubrían que tenía genitales femeninos. Hilary Swank logró un merecidísimo Oscar por aquella conmovedora actuación. En el caso de Romeos, curiosamente también dirigida por una mujer, Sabine Bernardi, la propuesta va un paso más allá en cuanto a veracidad de la temática tratada, al contar con un verdadero transexual masculino como protagonista. Rick Okon se encontraba en pleno proceso de reasignación de sexo cuando intervino en esta película, mostrando con toda naturalidad unos senos aún de mujer que contrastaban con un físico masculino.
Okon da vida a Lukas, nacido mujer pero que se encuentra en la fase intermedia de su cambio de género. Tan solo su familia y su mejor amiga conocen su condición, ya que su actitud y apariencia son las propias de cualquier chico. Los conflictos surgirán cuando Lukas conozca a Fabio, un gay con fama de promiscuo y que de cara a su familia es heterosexual. En un principio envidia la perfección física del muchacho, con una musculatura bien definida que es la que aspira conseguir para sí mismo. Pero esta admiración da paso a una atracción irrefrenable que será correspondida por Fabio. El miedo a que éste descubra su transexualidad, hace que Lukas viva este romance de una manera tan complicada como tormentosa. A este conflicto romántico se unen las difíciles circunstancias laborales en las que se encuentra a causa de los injustos trámites burocráticos. En su nuevo trabajo para el servicio comunitario, Lukas es asentado en el ala de la residencia destinada a las mujeres, por lo que se ve obligado a emprender una particular lucha por ser admitido junto al resto de los compañeros masculinos.
Romeos retrata de una manera rigurosa y veraz la lucha diaria a la que se deben enfrentar estas personas para lograr ser aceptadas tal y como son. La incomprensión de gran parte del entorno, tanto familiar como laboral, unida a las burlas a las que son sometidos por una sociedad en la que la homofobia nunca termina de extinguirse del todo, está reflejada en el filme con precisión y claridad. La condición de transexual de Rick Okon en la vida real le da una credibilidad extra a la propuesta, ya que sabe de primera mano de lo que se habla. Su interpretación es magnífica, logrando que el espectador sea partícipe de sus dudas y tristezas, pero también de sus victorias del día a día. La paulatina transformación física de Lukas, gracias al ejercicio y a la medicación, con la aparición de una incipiente barba o el incremento del volumen de sus músculos, suponen estos pequeños triunfos que le hacen avanzar en ese camino que le llevará a convertirse en la persona que siempre ha soñado ser. Por capricho del guión, lo novedoso del asunto reside en que, pese a que Lukas se siente hombre, sus gustos sexuales no se inclinan hacia las mujeres, sino hacia personas de su mismo sexo. Sabine Bernardi riza el rizo al abordar en la misma cinta (y con el mismo personaje) transexualidad y homosexualidad, pero lo hace de una manera tan sutil y delicada, que en ningún momento resulta forzada o exagerada. Huye también del exhibicionismo habitual de este tipo de obras, dotando de una generosa sensualidad a los acercamientos entre Lukas y Fabio, pero sin caer jamás en la torridez en sus escenas más íntimas. Maximilian Befort da la réplica con corrección a Okon en su papel de Fabio, pese a que tiene bastantes menos posibilidades de lucimiento dramático –que sí físico, ya que sus continuos desnudos harán las delicias del público amante del homoerotismo–. De su trabajo depende que nos creamos absolutamente los distintos estados de ánimo por los que pasa su personaje, desde el enamoramiento inicial al rechazo por lo diferente.
Sabine Bernardi no esquiva algunos de los tópicos y lugares comunes del cine de temática gay, especialmente en lo concerniente al dibujo del personaje de la amiga lesbiana de Lukas. Esto supone un defecto mínimo dentro de un notable trabajo que le debe mucho, estética y narrativamente, al cine independiente americano. También se detecta en la debutante realizadora una especial sensibilidad para mostrar la cara más dolorosa del amor, cercana a la del talentoso Xalier Dolan-Tadros –Romeos tiene bastantes puntos en común con algunas obras del canadiense como Los amores imaginarios (2010) o Laurence Anyways (2012), que también abordaba el tema del cambio de sexo–. Por encima de sus cualidades estrictamente cinematográficas, que las tiene, la película supone una muy valiosa aportación al género, que hasta el momento había abordado esta problemática de una manera algo superficial –salvo honrosas excepciones–. También se agradece el mensaje optimista de la historia, ya que aunque no se rehúyen los episodios sórdidos –las burlas de los compañeros de residencia, la crueldad infantil de la hermana pequeña de Lukas–, siempre prevalece la fuerza y el constante afán de superación del valiente personaje principal. No contento con enfrentarse a sus propias trabas cotidianas, se dedica a apoyar y enseñar con sus vivencias a otros muchachos que se encuentran en sus mismas circunstancias, por medio de videoconferencias a través de internet. Hay una escena (posiblemente la más hermosa del filme) en la que una transexual canta una hermosa canción en un bar ante un emocionado Lukas, que se siente profundamente identificado con la letra. Soy un pobre caminante que viaja por este valle de desgracias. Y no hay enfermedad, fatiga, ni peligro en el mundo al cual me dirijo… Pese a todo, nuestro héroe sabe que su lucha tendrá un final feliz, que tanto sacrificio de hoy tendrá su recompensa mañana. Y se agradece a Bernardi que, por una vez, se desmarque en su desenlace de los caminos tortuosos habituales para dejar una puerta abierta a la esperanza y al triunfo del amor sobre los prejuicios. Hacen falta más ejemplos positivos y normalizadores como éste en el cine, por lo que Romeos está destinada a ser, desde ya, una obra de referencia dentro del género. ★★★★★
José Antonio Martín.
crítico de cine.
Alemania. 2011. Título original: Romeos. Directora: Sabine Bernardi. Guión: Sabine Bernardi. Productora: Enigma Film/ Boogiefilm/ Das Kleine Fernsehspiel (ZDF). Fotografía: Moritz Schultheiß. Música: Roland Appel. Montaje: Renata Salazar-Ivancan. Intérpretes: Rick Okon, Maximilian Befort, Liv Lisa Fries, Felix Brocke, Silke Geertz, Gilles Tschundi. Presentación: Berlinale 2011.