ALICIA EN EL PAÍS DE LAS ALUCINACIONES
crítica de Magic, Magic | Sebastián Silva, 2013Sebastián Silva, tipo polifacético donde los haya, ha tocado muchísimos palos en los terrenos del arte. Director, guionista, actor, cantante y pintor chileno, se ha labrado una aún corta pero interesante filmografía desde que debutara detrás de las cámaras en 2007 con La vida me mata. Su reconocimiento internacional le llegaría en 2009 con el interesante drama social La nana, elegida por Chile para competir por el Oscar a la mejor película de habla no inglesa. Nominado a los Globos de Oro en esa misma categoría, sí obtuvo, sin embargo, el Premio del Jurado en Sundance. En la edición de 2013 de este mismo festival, estrenó dos títulos interpretados por el joven cachorro del cine indie norteamericano Michael Cera (Scott Pilgrim contra el mundo, Juno): la road movie en clave de comedia Crystal Fairy –que le reportó el premio al mejor director (World Cinema)– y Magic, Magic, el extraño drama psicológico que nos ocupa y que también formará parte de la Sección oficial a concurso de Sitges. Viendo los nombres involucrados en la cinta, el asunto prometía. Junto a Cera y a Agustín Silva (hermano del director), el reparto cuenta con tres de las actrices jóvenes más aplicadas del cine actual: Juno Temple –lanzadísima tras Killer Joe (2011)–, Emily Browning –la protagonista de Sucker Punch (2011)– y la colombiana Catalina Sandino Moreno –nominada al Oscar a la mejor actriz en 2004 por su excelente trabajo en María, llena eres de gracia–. La fotografía corre a cargo de uno de los maestros más prestigiosos del campo, Christopher Doyle, conocido sobre todo por sus colaboraciones en las mejores obras de Wong Kar-Wai, lo que asegura al menos un acabado estético cuidadoso y distinguido. Lástima que semejante reunión de talentos sea desaprovechada en una historia sin pies ni cabeza.
Magic, Magic nos presenta a Alicia (esforzada Juno Temple), una joven estadounidense que viaja hasta Chile para pasar unas vacaciones en compañía de su prima Sarah (Emily Browning) y los amigos de ésta. Ya desde el principio, el nuevo miembro de la pandilla no se sentirá integrado, algo que se acentuará cuando vayan a pasar unos días a una casa de campo situada en una isla. Una vez allí, Alicia comenzará s sufrir serios trastornos psicológicos, atormentada por oscuras alucinaciones que le harán dudar entre lo que es real y lo que no. Esto hará que entre en un estado de paranoia constante y su comportamiento se vaya volviendo cada vez más salvaje e imprevisible. Lo que en un principio descoloca al espectador de este filme de Silva son sus intenciones. Podría entenderse como una versión oscura y de pesadilla de la inmortal Alicia en el País de las Maravillas de Lewis Carroll (de ahí la sutileza de que el personaje principal se llame Alicia). Que el descenso a los infiernos de la chica comience por la imposibilidad de conciliar el sueño durante cuatro días, también nos remite a aquella otra visión del mundo de la locura –mucho más estimulante, por cierto– que nos ofreció El maquinista (2004), donde Christian Bale ofreció un auténtico tour de force interpretativo. Incluso tiene algo el trabajo de Juno Temple de aquella magnífica Ellen Burstyn de Réquiem por un sueño (2000) que iba perdiendo la noción de la realidad a medida que iba atiborrándose de pastillas, hasta el extremo de verse sumergida en su programa de televisión favorito. Magic, Magic, en su afán de resultar provocadora, nos presenta una sucesión de momentos surrealistas, con una utilización de la naturaleza y los animales de lo más retorcida, propia del Lars von Trier de Anticristo (2009). Un perro que se restriega compulsivamente contra la pierna de Alicia, una oveja que muere ahogada en un río, un pequeño cachorro lleno de verrugas al que los protagonistas recogen de la carretera y el constante graznido de los pájaros de fondo, son algunas de las herramientas empleadas por el director para crear una atmósfera desasosegante y enrarecida. Si la cinta comenzó como una road movie para luego ir deslizándose hacia el thriller psicológico, en el tramo final vuelve a sufrir una mutación que la adentra en unos terrenos más propios del cine de terror. Algo así como una versión de Posesión infernal en la que el gore es sustituido por los horrores que nacen de la mente. Por haber, hay hasta una escena de exorcismo de lo más chapucera, por lo que ya nos podemos hacer una idea de lo bizarro de la propuesta.
Estamos ante un filme que puede encontrar sus defensores entre los amantes de rarezas cinematográficas que se desmarcan de lo convencional. Sebastián Silva no ha sabido –o no ha querido– asentarse en un género concreto y su película no termina de encontrar ni el tono ni el equilibrio necesarios para ser entendida por el gran público. Michael Cera, por cierto, ofrece la que bien podría ser su peor actuación, aunque nunca sabremos hasta qué punto es culpa del actor o del repelente personaje que le ha tocado manejar. Tampoco saben muy bien qué hacer el resto de los actores, un tanto perdidos dentro del caótico guión. Solo Juno Temple, muy convincente en su enajenación mental, se salva de la quema y se convierte, junto a la magnífica labor de fotografía de Christopher Doyle, en los dos únicos elementos dignos de no sucumbir al naufragio del proyecto. Magic, Magic desconcierta, incomoda y, lo que es peor, aburre soberanamente. ★★★★★
José Antonio Martín.
crítico de cine.
Chile. 2013. Título original: Magic, Magic. Director: Sebastián Silva. Guión: Sebastián Silva. Productora: Braven Films/ Killer Films/ Rip Cord Productions. Fotografía: Christopher Doyle. Música: Danny Bensi, Saunder Jurriaans. Montaje: Alex Rodríguez. Intérpretes: Juno Temple, Emily Browning, Michael Cera, Catalina Sandino Moreno, Agustín Silva.
