EL MODESTO JUGUETE DE MICHAEL BAY
crítica de Dolor y dinero | Pain & Gain, Michael Bay, 2013Desde que en 1995 Michael Bay irrumpiera en el panorama cinematográfico como un elefante en una cacharrería con la primera entrega de Bad Boys, instantáneamente se granjeó el odio de la crítica y la adoración de los seguidores del cine de acción más espectacular. Su estilo efectista, con un montaje rápido propio del videoclip, una cámara nerviosa en constante movimiento y una excesiva utilización del ralentí en las escenas de peligro son sus principales rasgos como autor, ampliamente explotados en grandes éxitos como La roca (1996), Armageddon (1998) o Pearl Harbor (2001). En 2006 dinamitó las taquillas de todo el mundo con Transformers y desde entonces se ha limitado a estirar la fórmula con sus secuelas correspondientes. Como nunca me cansaré de reivindicar La isla (2006) como una de las fábulas de ciencia ficción más entretenidas de los últimos años, aún albergaba esperanzas en que el realizador fuese capaz de ofrecernos algo interesante. Cuando ya estaba a punto de retirarle el crédito, llega Bay y se desmarca con Dolor y dinero (2013), una sorprendente comedia criminal de presupuesto inusualmente modesto para los que venía manejando hasta ahora. Basada en hechos reales, la presencia de dos estrellas comerciales como Mark Wahlberg y Dwayne Johnson (alias The Rock) podría hacer presagiar que nos encontraríamos con el enésimo vehículo veraniego de acción descerebrado. Afortunadamente, no ha sido así.
Lo primero que sorprende desde los primeros minutos de la película es la robustez de su guión (estamos, sin duda alguna, ante la cinta más dialogada de la filmografía de Bay), que combina con singular pericia un detallado dibujo de sus esperpénticos personajes y una original trama criminal que no deja de asombrar al espectador escena tras escena por los imprevisibles caminos que toma. La historia verídica cuenta la odisea de tres culturistas de la Florida de los 90 que, en su ambición por lograr un status de vida más alto, planean el secuestro de un rico empresario al que pretenden robar su fortuna y posteriormente asesinar. El secuestrado en cuestión resultará un hueso más duro de roer de lo esperado, por lo que los planes no saldrán como deberían. Unos hechos tan dramáticos (los verdaderos protagonistas fueron condenados a muerte) parecían más propicios para uno de esos thrillers oscuros tipo Fargo (1996) que tan bien se le dan a los hermanos Coen pero, por ironías de Hollywood, terminan convirtiéndose en la excusa perfecta para que Michael Bay pueda demostrar que es capaz de reírse hasta de su sombra (ya había mucho humor en las dos entregas de Bad Boys o en la primera –y casi spielbergriana– Transformers) y dejar a un lado el exceso de fuegos de artificio. Eso no quiere decir que Dolor y dinero no siga conservando las constantes visuales del director. La cámara lenta y el montaje frenético siguen ahí, pero en esta ocasión no eclipsan el buen trabajo de sus actores. Mark Wahlberg –cuya vis cómica ha mejorado bastante desde Los otros dos (2010) o Ted (2012)– está estupendo como el emprendedor Daniel Lugo, cuya principal meta en la vida es tener una mansión con un amplio césped en el jardín donde pasarse las horas muertas. Por su parte, Dwayne Johnson vuelve a dar una notable demostración de que bajo esa enorme mole de músculos subyace un auténtico comediante. Su personaje del ingenuo ex convicto Paul Doyle, alcohólico rehabilitado que ha tomado el camino de la religión católica para dejar atrás la mala vida, pero que cae en las redes de la cocaína y la negativa influencia de Lugo, ofrece algunos de los mejores gags del filme (el dedo amputado en la piscina, el sex shop repleto de juguetes sexuales para un público gay). Pero si alguien roba cada una de las escenas en las que aparece, ese es Tony Shalhoub. El carismático protagonista de la serie Monk ofrece una de las creaciones cómicas más memorables del año como el despótico y adinerado Victor Kershaw, hilarante en su prodigiosa habilidad para despistar a la muerte, más propia de Terminator. También es una buena ocasión para descubrir a un Ed Harris más desmelenado que nunca, alejado por una vez de los papeles intensos y dramáticos en los que solemos verle.
Dolor y dinero esconde, bajo su apariencia de pasatiempo liviano e idiota –al igual que aquella joya friki y minusvalorada de Renny Harlin titulada Las aventuras de Ford Fairlane (1990)–, sus buenas dosis de inteligente sátira social en la que ningún estamento queda libre de los envenenados dardos de sus guionistas (ese anciano cura intentando llevarse a la cama al personaje de Dwayne Johnson). Repleta de hallazgos visuales y giros de guión sorprendentes (los acontecimientos en la casa del dueño de la línea erótica), la película resulta igualmente efectiva como violenta peripecia de acción que como comedia negra (sin duda, esto es lo más cercano que va a estar nunca Bay de los Coen). Hay algunas presencias (Rebel Wilson, Ken Jeong –el descubrimiento asiático de Resacón en Las Vegas–) un tanto metidas con calzador para atraer a un mayor número de espectadores a las salas y el realizador vuelve a adolecer de su acostumbrado –y siempre criticado– sexismo a la hora de retratar a las mujeres como simples objetos decorativos, siempre ligeritas de ropa (la espectacular modelo Bar Paly como una miss Bucarest que vino a Estados Unidos buscando repetir el cuento de Pretty Woman, es el máximo exponente). Por lo demás, se agradece el efímero cambio de registro de un Michael Bay que inmediatamente después de este rodaje, volvió a repetir con Mark Wahlberg en la cuarta entrega de Transformers. De verdad esperamos que lo de Dolor y dinero no sea un caso aislado y el cineasta vuelva a ofrecernos en el futuro propuestas tan divertidas, frescas y canallas. ★★★★★
José Antonio Martín.
crítico de cine.
Estados Unidos. 2013. Título original: Pain & Gain. Director: Michael Bay. Guión: Christopher Markus, Stephen McFeely (Artículos: Pete Collins). Productora: Paramount Pictures/ Platinum Dunes/ De Line Pictures. Presupuesto: 26.000.000 dólares. Localización principal: Florida. Fotografía: Ben Seresin. Música: Steve Jablonsky. Montaje: Tom Muldoon, Joel Negron. Intérpretes: Mark Wahlberg, Dwayne Johnson, Anthony Mackie, Tony Shalhoub, Ed Harris, Rob Corddry, Bar Paly, Rebel Wilson, Ken Jeong, Peter Stormare, Michael Rispoli.