EL AGENTE DE SEGUROS Y LA MECANÓGRAFA
crítica de Populaire | Régis Roinsard, 2012En medio de tanta revolución digital, con el público asistiendo en masa a disfrutar de las últimas superproducciones en 3D, algunos realizadores han optado por dejarse arrastrar por la nostalgia hacia tiempos pasados y recuperar un modo de hacer cine como hacía décadas que no se veía. Los casos más recientes y representativos los podríamos encontrar en las multipremiadas The Artist (Michel Hazanavicius, 2011) –ganadora de 5 Oscars, incluido el de mejor película– o Blancanieves (Pablo Berger, 2012) –ganadora de 10 Goyas, incluido el de mejor película–, que devolvieron momentáneamente el glorioso cine mudo a nuestras carteleras. Pero no siempre salen bien este tipo de operaciones. En 2003, Peyton Reed intentó resucitar el espíritu de aquellas comedias rosas que protagonizaran Doris Day y Rock Hudson en los 60 con la fallida Abajo el amor, en la que Renée Zellweger y Ewan McGregor no lograron ser ni la sombra de sus modelos a imitar. En 2012, Régis Roinsard debuta en el largometraje con Populaire, una de las bombas taquilleras del año en Francia y nominada a 5 César –ópera prima, fotografía, banda sonora original, diseño de producción y vestuario–. La fórmula del éxito: mimetizar el estilo de aquellas encantadoras comedias de los años 50 y 60 que contribuyeron a hacer de Audrey Hepburn una estrella.
Con una preciosa y colorista puesta en escena, que parece heredera del Jacques Demy de Los paraguas de Cherburgo (1964), Populaire tiene la apariencia de un ampuloso musical clásico.
Populaire cuenta la historia de Rose Pamphyle, una joven pueblerina de la Normandía de 1958 que vive ilusionada con la idea de ser secretaria. De esta manera podrá ser independiente y escapará del futuro que le tiene reservado su padre, dueño de una pequeña tienda: convertirla en una dócil ama de casa y casarla con el hijo del mecánico del pueblo. Cuando se presenta a una entrevista para trabajar en una agencia de seguros, sus excepcionales dotes para la mecanografía sorprenden a Louis Échard, su joven y atractivo jefe. Desgraciadamente, Rose parece ser un desastre para el resto de tareas, por lo que Louis le propone el reto de competir en un importante concurso de velocidad en mecanografía si quiere obtener el puesto. Desde ese momento, la chica se instalará en casa de Louis, donde comienza sus duros entrenamientos. El carácter espontáneo y desastroso de Rose pronto comenzará a enamorar al taciturno Pigmalión. El argumento, obra del propio Régis Roinsard y Daniel Presley, no inventa nada nuevo en la comedia. Se trata de una especie de remedo de la Sabrina (1954) de Billy Wilder, aquella en la que Audrey Hepburn interpretaba a la hija del cochero de una familia adinerada, que era enviada a París para convertirse en una señorita elegante. De hecho, el flequillo que luce la protagonista, la guapísima Déborah François, es idéntico al que llevaba Audrey en aquella obra maestra. También se pueden detectar influencias de otros clásicos como My Fair Lady (George Cukor, 1964) –de nuevo con la Hepburn como heroína– o Nacida ayer (George Cukor, 1950) –que le supuso el Oscar a la mejor actriz a Judy Holliday–, otras dos versiones del mito de Pigmalión, en la que los educadores terminaban enamorados de las ordinarias pupilas a las que enseñaban buenos modales. Sin embargo, el personaje pizpireto y feminista de Rose acaba teniendo más en común con aquellos papeles que tan bien se le daban a la rubia Doris Day en películas tan inofensivas como Pijama para dos (1961) o Suave como visón (1962), ambas de Delbert Mann, en las que la lucha de sexos servía como motor principal de la trama romántica. Mientras que en aquellas teníamos a galanes de la talla de Rock Hudson o Cary Grant, en Populaire el protagonismo masculino recae en el versátil Romain Duris, actor tan capaz para el humor –Los seductores (Pascal Chaumeil, 2010)– como para el drama –De latir mi corazón se ha parado (Jacques Audiard, 2005) –, que ofrece una actuación más que correcta, pese a que en ningún momento consigue aproximarse a la elegancia de sus modelos clásicos. La química con Déborah François es perfecta, pese a que ella tampoco logra acercarse al innato encanto de Hepburn o Day, tal vez más por el errático dibujo de su personaje que por su actuación en sí. Al igual que le ocurría a Abajo el amor, su director rompe conscientemente el tono amable y dulzón de su propuesta, añadiéndole algunos diálogos y situaciones cargados de dobles lecturas sexuales. En Populaire hay incluso una escena de cama bastante audaz, con desnudo de la actriz protagonista, que perfectamente podría haberse quedado en la mesa de montaje.
Mientras que narrativamente, la cinta adolece de un guión lleno de tópicos y un desarrollo nada sorprendente, es en lo visual donde gana muchos enteros. Con una preciosa y colorista puesta en escena, que parece heredera del Jacques Demy de Los paraguas de Cherburgo (1964), Populaire tiene la apariencia de un ampuloso musical clásico. Con elegantes decorados, una magnífica fotografía en colores pastel y una milimétrica ambientación que en nada tiene que envidiar a la de la serie Mad Men, el filme alcanza su sello de identidad en las escenas que muestran los emocionantes duelos entre mecanógrafas, rodados con la épica de cualquier título deportivo sobre héroes con gran capacidad de superación. Pequeños destellos de originalidad dentro de una cinta muy entretenida, a la que le faltan los brillantes diálogos y los carismáticos personajes secundarios –todo un pecado, teniendo en cuenta que tenemos a la excelente protagonista de The Artist (2011), Bérénice Bejo– de sus referentes sesenteros, para llegar a ser una gran obra. No encontraremos en esta Rose Pamphyle a la nueva Amelie (Jean-Pierre Jeunet, 2001) del cine francés, pero se agradece el ejercicio de estilo de su novel director que, sin duda, ha comenzado con buen pie en esto del cine. ★★★★★
José Antonio Martín.
crítico de cine.
Francia. 2012. Título original: Populaire. Director: Régis Roinsard. Guión: Régis Roinsard, Daniel Presley. Productora: Les Productions du Trésor. Presupuesto: 15.000.000 euros. Fotografía: Guillaume Schiffman. Música: Emmanuel D´Orlando, Rob. Montaje: Laure Gardette, Sophie Reine. Intérpretes: Romain Duris, Déborah François, Bérénice Bejo, Shaun Benson, Mélanie Bernier, Nicolas Bedos, Féodor Atkine, Eddy Mitchell, Miou-Miou, Jeanne Cohendy.