UN NUEVO COMIENZO COMO ÚNICA SALIDA
crítica de la 6ª temporada de Mad Men (2007-)AMC / 6ª temporada: 13 capítulos. | EEUU, 2013. Creador: Matthew Weiner. Directores: Scott Hornbacher, Jon Hamm, Michael Uppendahl, Christopher Manley, Jennifer Getzinger, John Slattery, Phil Abraham, Matthew Weiner. Guionistas: Matthew Weiner, Jonathan Igla, Erin Levy, Tom Smuts, Semi Chellas, Jason Grote, Janet Leahy, Andre Jacquemetton, Maria Jacquemetton, Carly Wray. Reparto: Jon Hamm, Elisabeth Moss, John Slattery, Vincent Karthesier, Jessica Paré, James Wolk, Christina Hendricks, Kevin Rahm, Jay R. Ferguson, January Jones, Harry Hamlim, Linda Cardellini, Aaron Staton, Brian Markinson, Kiernan Shipka, Robert Morse, Rich Sommer, Channing Chase, Alison Brie, Mason Vale Cotton, Christopher Stanley. Fotografía: Christopher Manley, Jeffrey Jur. Música: David Carbonara.
Resulta complicado escribir sobre Mad Men porque uno se debate constantemente entre si está viendo algo más grande de lo que puede absorber o si es todo resultado de un hombre -Matthew Weiner, el creador- que se cree muy listo y camufla con pretensión cosas sencillas. La cantidad de estímulos, ambigüedades, símbolos y sutilezas que campan por cada episodio es tal que se escapan en más de una ocasión, y uno no sabe si las que ha entendido están interpretadas correctamente. Aún con esto, o quizás más por esto, la serie sigue siendo uno de los dramas más fascinantes de la televisión actual, y no muchos pueden presumir de llegar a la 6ª temporada con un nivel de calidad estable, seguir sorprendiendo y dando tanto de que hablar. Como ya se sabe, Weiner utiliza una agencia de publicidad en los tumultuosos años 60 americanos para ofrecer un retrato descorazonador y brillante sobre una época. Se dan cita muchos tópicos dramáticos (infidelidades, opresión y liberación de la mujer, muertes, represión sexual), pero todo tratado con un talento, delicadeza y sutileza fuera de lo común. Aunque quizá esta temporada haya pecado de líos en exceso, o al menos de la importancia que se le dan. Las elipsis narrativas y temporales imperan (esta temporada ha estado cargada de reveladores flashbacks sobre la juventud de Dick) y el espectador debe atenerse a los, en ocasiones escasos, datos y minimalistas interpretaciones del extraordinario reparto para conformar sus sospechas. Se agradece que la serie no tome al espectador por tonto, que no subraye las cosas, aunque algunas de sus metáforas sean de lo más obvias (Peggy en medio del pasillo, entre las puertas de los despachos de Don y Ted) y que siga puntuando su discurrir con súbitos arranques de locura que tienen todo el sentido en el corpus dramático de la serie: la puñalada en medio de la noche, los lapsos de tiempo de Don tras recibir un pinchazo misterioso, el disparo durante una sesión de caza, el robo con los niños Draper en la casa y algunos que es mejor no desvelar.
La 6º temporada se centra en el tumultuoso año 1968, donde Estados Unidos pasó por muchísimas cosas tanto dentro como fuera de sus fronteras; hechos que repercutieron en la sociedad y que Weiner filtra en distintos niveles, desde abiertas discusiones políticas hasta ligeros cambios en el humor de los personajes (la progresiva decadencia de Don hacia el alcoholismo y la infelicidad crónica por no hacer las paces con su pasado). A mitad de la temporada socavó los cimientos fusionando a la agencia protagonista con sus principales rivales y devolviendo a Peggy a la oficina, aunque con nuevas responsabilidades. Este hecho la coloca en una interesante posición, y los espectadores disfrutamos de su evolución, amén del gran trabajo de Elisabeth Moss. Y hablando de socavones, Weiner ha dedicado los 13 capítulos a destruir poco a poco la vida de Peter Campbell. Es reseñable la cantidad de traspiés que le ponen al personaje, pero todo tiene sentido cuando llega A través de (6.13), porque todo resurgimiento requiere quemar los puentes de tu vida pasada. El trato que el creador hizo con la cadena para recortar gastos sin herir la integridad artística de la serie sigue presente (la ambientación sigue respirando verdad), lo que significa que muchos de los actores regulares no pueden salir en cada capítulo. Esto repercute negativamente en la opción narrativa que Weiner ha tenido que tomar, seleccionando qué personajes van a tener protagonismo en cada capítulo, para después pasar un par de episodios ausentes o sin mucho que hacer. Con la excepción de Don, Peggy, Peter, Roger y Ted, el resto de personajes brillan intermitentemente (el dinámico Ginsberg). Se agradece, eso sí, la vuelta de Betty Francis en todo su esplendor. La deliciosa January Jones ha aprovechado al máximo sus momentos esporádicos para apoderarse de las escenas y ponernos nostálgicos respecto a las primeras temporadas, especialmente en esa conversación post-coital de La mejor mitad (6.9); aunque parece que ha sido en detrimento de Christina Hendricks y su mítica Joan, cuyo nuevo puesto de socia auguraba mejores tramas de las que ha tenido; o de la talentosa Kiernan Shipka, que ha hecho que Sally deje huella en sus escasas intervenciones.
La temporada ha estado puntuada, como siempre, de exquisitos diálogos y extraordinarias réplicas que recuerdan al Hollywood de la época dorada, y ha contado con un misterio muy bien trabajado por los guionistas. Un personaje, Bob Benson (irresistible James Wolk), que apareció de la nada en La entrada 1º parte (6.1) y camufló sus verdaderas intenciones con imprecisión, sonrisas, dulces palabras y oportunismo. La resolución de su procedencia es magistral porque empata con una de las grandes tramas de la serie y le da otra perspectiva. Como grandiosa ha sido la trama de la aventura de Don, confirmando las sospechas del final de la 5º temporada de que la felicidad conyugal era pasajera. Una estupenda Linda Cardellini ha sido el objeto de Deseo del protagonista hasta que en Favores (6.11) son descubiertos por la única mujer verdaderamente importante en la vida de Don, su hija. A ella va esa escena final de la temporada, tan cargada de significado y que puede suponer un verdadero punto y aparte para una serie que encara su última temporada con evidentes ganas de reinvención. ★★★★★
Adrián González Viña.
crítico de cine & series de televisión.