LOS GOLPES DE LA VIDA
crítica de Warrior | Gavin O´Connor, 2011Desde los tiempos de la época dorada de Hollywood, los dramas pugilísticos han sido un auténtico filón de cara a la taquilla. En 1931, El campeón de King Kidor ganaba los Oscar a mejor actor (Wallace Beery) y guión. Desde entonces, el cine nos ha dado un buen puñado de títulos inolvidables ambientados en los cuadriláteros de boxeo. Cuerpo y alma (1947), de Robert Rossen, El ídolo de barro (1949), de Mark Robson, Marcado por el odio (1956), de Robert Wise, Rocky (1976) de John G. Avildsen y Toro salvaje (1980) de Martin Scorsese nos mostraron a unos personajes luchadores, que dejaban muchas cosas en el camino en su ambición por la victoria. En los últimos años, gracias en buena parte al gran éxito comercial y crítico del Million Dollar Baby (2004) de Clint Eastwood, este subgénero ha conocido una segunda juventud con obras tan estimables como Cinderella Man (2005), de Ron Howard, o The Fighter (2010), de David O´Russell. Precisamente, para no coincidir con el estreno de ésta última, Warrior (2011) de Gavin O´Connor tuvo que esperar casi un año a ver la luz, algo que la perjudicó de cara a la taquilla. Aun así, sería injusto permitir que una película tan completa y satisfactoria cayera en el olvido, más aún cuando me parece francamente mejor que la premiada The Fighter –estupenda cinta, pero también mucho más convencional y del gusto de la Academia–.
La historia, escrita por el propio director, en colaboración con Cliff Dorfman, cuenta la difícil relación entre Paddy, un ex alcohólico atormentado por los fantasmas de un pasado en el que hizo sufrir a su familia, con sus dos hijos, Tommy y Brendan. El primero vuelve a casa de su progenitor, tras desertar del ejército, con la intención de que éste le entrene para competir en un importante torneo de artes marciales mixtas. Mientras tanto, Brendan ha creado su propia familia. Casado con una guapa mujer y padre de dos niños, se verá con el agua al cuello cuando su sueldo de profesor de física no sea suficiente para pagar la hipoteca de su casa. Ahogado por las deudas, también depositará las esperanzas en ganar dicho torneo, cuyo premio final asciende a 5 millones de dólares. El excelente guión de la película sabe equilibrar a la perfección la trama deportiva típica en este tipo de cine, con espectaculares escenas de pelea y épicos momentos de entrenamientos (eficazmente subrayados por la música del Himno de la alegría de la 9ª Sinfonía de Beethoven), con la descripción de los personajes. Al contrario de lo que suele suceder en otras propuestas de similares características, la prioridad aquí es el conflicto dramático entre sus tres protagonistas principales, muy bien escritos y magníficamente interpretados por unos actores en estado de gracia. Tom Hardy, el malvado Bane de El caballero oscuro: La leyenda renace (2012), demuestra una vez más en su rol de Tommy que es mucho más que el típico guaperas de moda. Consigue la difícil misión de humanizar a un personaje lleno de rabia, que utiliza la violencia para exteriorizar sus fantasmas internos. El australiano Joel Edgerton como Brendan, se confirma como uno de los rostros a tener en cuenta tras las excelentes críticas que cosechó con Animal Kingdom (2010). Su personaje es mucho más vulnerable, con una mayor capacidad de perdonar y, decididamente, con el que el espectador logra una mayor identificación. Pero quien se lleva la palma, interpretativamente hablando, es el veterano Nick Nolte en el papel del padre repudiado por sus vástagos. Tras haber sido el hijo de un auténtico monstruo –el alcohólico que le dio el Oscar a James Coburn– en la excepcional Aflicción (1998), Nolte se pone al otro lado, ofreciendo una desgarradora caracterización del maltratador rehabilitado, que busca recuperar el cariño de los suyos tras llevar mil días sin probar la bebida. Este trabajo le valió multitud de nominaciones como actor secundario, como el Oscar, los Screen Actors Guild, los Critics Choice Awards o los Satellite Awards. Christopher Plummer fue el encargado de arrebatarle la preciada estatuilla dorada gracias a su interpretación de gay octogenario en Beginners (2010), lo que convierte a Nolte en uno de esos eternos olvidados por la Academia tras impecables actuaciones en obras como El príncipe de las mareas (1991) o la propia Aflicción. Saltan chispas entre estos tres hombres en cada escena, con un duelo interpretativo de altura, haciendo que este drama familiar alcance unas cotas de intensidad pocas veces vista en una pantalla.
No hay que llevarse a engaño. Warrior es una película sobre personas de carne y hueso, que sienten y padecen. Una historia que habla de temas tan universales como las complicadas relaciones paterno-filiales, la capacidad de redención, el perdón o el sacrificio. Todo ello enmarcado en un impecable espectáculo de artes marciales, donde los actores demuestran que se han preparado a conciencia físicamente para las secuencias de lucha. La última hora de metraje destaca por su excelente ritmo e intensidad, con momentos tan demoledores como la escena de la habitación del hotel, con Tommy abrazando a su padre, que ha sufrido una recaída en el alcohol de la que se siente irremediablemente culpable. El combate de la final del campeonato debería figurar, sin duda, como uno de los más intensos que el público ha podido disfrutar en una pantalla de cine, no sólo por la pericia técnica con que está rodado, sino por la gran carga emocional que O´Connor consigue crear y los lazos afectivos entre los dos contrincantes. En definitiva, Warrior es uno de los mejores filmes norteamericanos de los últimos años, que dignifica el género del drama deportivo, combinando con maestría entretenimiento con ciertas ambiciones artísticas. Una obra auténtica, que desborda humanidad y que, desgraciadamente, se saldó con un inmerecido fracaso comercial. En España se exhibió directamente en televisión digital sin pasar por las salas comerciales, algo que tristemente nos estamos acostumbrando en los últimos años. De nada sirvió las estupendas críticas que la precedían en su país o que el irreverente Quentin Tarantino la incluyera en su lista de las 10 películas favoritas de 2011. Con todo merecimiento, diría yo. ★★★★★
José Antonio Martín.
crítico de cine.
Estados Unidos. 2011. Título original: Warrior. Director: Gavin O´Connor. Guión: Gavin O´Connor, Anthony Tambakis, Cliff Dorfman (Historia: Gavin O´Connor, Cliff Dorfman). Productora: Solaris/Lionsgate. Presupuesto: 25.000.000 dólares. Recaudación mundial: 23.057.115 dólares. Localización principal: Pennsylvania. Fotografía: Masanobu Takayanagi. Música: Mark Isham. Montaje: Sean Albertson, Matt Chesse, John Gilroy, Aaron Marshall. Intérpretes: Joel Edgerton, Tom Hardy, Nick Nolte, Jennifer Morrison, Frank Grillo, Kurt Angle, Kevin Dunn, Noah Emmerich, Bryan Callen, Liam Ferguson, Maximiliano Hernández.