UNA OBRA MAESTRA DE 56 MINUTOS
crítica de Segundos hijos (Seconds Sons) (3x08) | octavo capítulo de la tercera temporada de Juego de tronosHBO | EEUU, 2013. Director: Michelle MacLaren. Guión: David Benioff & D.B. Weiss. Creadores: David Benioff & D.B. Weiss. Reparto: Peter Dinklage, Lena Headey, Emilia Clarke, Conleth Hill, Joe Dempsie, Liam Cunningham, Iain Glen, Natalie Dormer, Stephen Dillane, Carice Van Houten, Jack Gleeson, Charles Dance, Sophie Turner, Maisie Williams, John Bradley, Jerome Flynn, Rory McCann, Sibel Kekilli, Diana Rigg. Fotografía: Chris Seager. Música: Ramin Djawadi.
La boda entre Tyrion y Sansa tiene lugar. Daenerys se encuentra con un obstáculo en su intento de conquistar Yukai. Arya se encuentra con una sorpresa en su cautiverio. Melisandre ultima un sacrificio para el Señor de la Luz. Sam y Gilly prosiguen su viaje para protegerse de los peligros que acechan en el bosque.
Este capítulo es perfecto. David Benioff y D.B. Weiss concentran las fuerzas en ofrecer un episodio irreprochable, sin caídas de interés, puntos muertos y ninguna escena irrelevante. Centran la acción en un par de tramas y Segundos Hijos fluye como un rayo atrapando al espectador, hipnotizado por la sucesión de brillantes diálogos y situaciones importantes. La boda de Sansa y Tyrion tiene lugar. Un acontecimiento del que nadie quiere ser parte y del que casi nadie disfruta. Antes, durante y después de la boda suceden muchos momentos para el recuerdo: la conversación entre Cersei y Margaery, demostración de que la Reina nunca baja la guardia; la charla entre el novio y la novia antes de la boda, donde se habla claro y Tyrion demuestra por qué es el personaje más humano de la serie; las travesuras de Joffrey, ya sea humillando a su tío o a su antigua prometida; las palabras de la maravillosa Lady Olenna, pensando en futuros parentescos entre las casas Tyrell y Lannister con su acostumbrado buen humor; la borrachera de Tyrion para sobrellevar la velada, que acaba con un bochornoso espectáculo donde sabiamente se ridiculiza a sí mismo para aplacar la ira del Rey; el vano acercamiento de Loras a su futura esposa, que se salda con una cortante salida de ella... Una sucesión de grandes escenas no sólo por divertidas sino porque evidencian las personalidades de cada personaje sin ser explícito.
Antes de esta boda infernal, Arya abre el capítulo de forma impactante al tratar de machacar la cabeza del Perro Clegane con una piedra. La habitual brusquedad del mundo de George R.R. Martin está perfectamente capturada en este momento, porque la respuesta del soldado es que si Arya falla le romperá las manos. Hay algo de tierno en esta relación a la fuerza, especialmente cuando el Perro revele que está llevando a Arya con su familia. ¿Asistiremos a la esperada reunión familiar? La familia lleva separada casi toda la serie, así que es esperable que la situación se complique para la joven Stark. Su hermana mayor es respetada por su marido en la noche de bodas, aún estando presente la presión de que Sansa se quede embarazada lo antes posible y así sellar con sangre la unión de las casas. Otro magnífico intercambio de palabras se dio en la trama de Khaleesi, que prosigue con su plan de liberar a los esclavos de Yukai. El líder de la ciudad ha contratado a los Segundos Hijos que dan título al capítulo, un feroz ejército con tres capitanes -o dos capitanes y un teniente- que plantan cara a la Madre de los Dragones. La aplastante seguridad de lo masculino contrasta con la sabiduría de lo femenino mientras Daenerys (grandiosa Emilia Clarke) ignora las vulgaridades que oye y reconduce la charla a cada envite sexual de Mero, el Bastardo del Titán. La resolución de esta trama es inesperada y ambigua, pues el teniente Daario Naharis cambia de parecer sin saber muy bien por qué, y el desnudo de Khaleesi ayuda a la sensación de extrañamiento de ese giro de guión.
El episodio, como El oso y la doncella (3.7), está dirigido por Michelle MacLaren, responsable de algunos de los mejores episodios de la extraordinaria Breaking bad (2008-). MacLaren dirige Juego de tronos con eficacia pero sin alardes, siguiendo el patrón marcado desde el piloto por Timothy Van Patten, dejando a los actores hacer su trabajo. Esto se puede ver especialmente en la trama de los Baratheon, donde Melisandre (estupenda Carice Van Houten) prepara al cordero Gendry para ser sacrificado al Señor de la Luz. Stannis libera a Ser Davos -que bonita es su trama de aprender a leer- para tratar de convencerlo de una vez por todas de los beneficios de rendirse a la fe. Todo está al servicio del diálogo y un grupo de buenos intérpretes. ¿Serán efectivas las maldiciones activadas por la sangre del bastardo Baratheon? ¿O se necesitará drenar por completo a Gendry? Respecto al cierre del capítulo, fue como la apertura, con una escena independiente del resto del episodio pero muy significativa. Sam y Gilly tienen una charla informal mientras pasan la noche en una cabaña abandonada. De repente, decenas de cuervos anuncian la llegada de un Caminante Blanco en busca del bebé de la joven. Tras un poco de pelea inútil, Sam le ataca en el último instante con la daga de los Primeros Hombres que encontró hace unos cuantos capítulos, y el Caminante se desintegra de forma espectacular. Sin saberlo, Sam ha encontrado la clave de la salvación, pero los nervios le hacen dejar la daga por detrás mientras huye desesperado del lugar con Gilly y el bebé. La bandada de cuervos volando hacia la pantalla nos manda a los créditos finales. ★★★★★
Adrián González Viña.