UN EXPERIMENTO DE 22 CAPÍTULOS
crítica de Glee | 4ª temporadaFOX / 4º temporada: 22 capítulos. | EEUU, 2012, 2013. Creadores: Ian Brennan & Brad Falchuk & Ryan Murphy. Directores: Brad Falchuk, Alfonso Gomez-Rejon, Eric Stoltz, Michael Uppendahl, Ian Brennan, Bradley Buecker, Adam Shankman, Paris Barclay, Elodie Keene, Wendey Stanzler. Guionistas: Ryan Murphy, Brad Falchuk, Ian Brennan, Michael Hitchcock, Roberto Aguirre-Sacasa, Russel Friend, Garrett Lerner, Stacy Traub, Matthew Hodgson, Ross Maxwell. Reparto: Kevin McHale, Jenna Ushowitz, Lea Michelle, Chris Colfer, Darren Ceiss, Heather Morris, Chord Overstreet, Matthew Morrison, Naya Rivera, Cory Monteith, Jane Lynch, Mark Salling, Amber Riley, Harry Shum Jr., Melissa Benoist, Jacob Artist, Becca Tobin, Jayma Mays, Blake Jenner, Samuel Larsen, Alex Newell, Vanessa Lengies, Lauren Porter, Dean Geyer, Fotografía: Joaquin Sedillo. Música: James S. Levine.
Mientras los graduados persiguen sus sueños a lo largo y ancho de EEUU o tratan de saber qué quieren, en Ohio Will Schuester debe buscar nuevos integrantes para el club de canto y planear su boda con Emma.
Cuando se anunció que la mayor parte de los personajes iban a graduarse en la 3º temporada, Ryan Murphy presentó una apuesta arriesgada: la cuarta tanda de la serie iba a tener una narrativa que alternara el progreso de Rachel en Nueva York, con ocasionales vistazos al resto de graduados, con la vida en Lima. Con la excepción de tres episodios, la opción se ha llevado a cabo y el triunfo ha sido pleno. El limpio montaje y el buen equilibrio alcanzado entre las historias ha hecho que el experimento alcance cotas de lo más satisfactorias. El gran problema está en el resto de la serie, como si la energía que mantener ambas tramas requiere se llevase la lógica y solución de continuidad necesaria para que la temporada no sea un desbarre. Glee -de hecho ninguna de las creaciones audiovisuales de Murphy- nunca se ha caracterizado por la solidez de los guiones, con agujeros y bruscos saltos presentes en todo momento. Los creadores se mueven por capricho y así hacen comportarse a sus personajes, una miscelánea de relaciones amorosas, rupturas, desplantes, pelea, decisiones y entrada y salida de personajes (esos Sugar y Joe Motta ausentes en la mayor parte de los capítulos de 2013) harto inverosímil y que no resiste un análisis mínimamente serio. Si la justificación a tanto vaivén pudiera ser que la serie tiene un tono de comedia loca, el súbito barniz de realismo con el que los guionistas afrontan otras tramas anula el poder del argumento. Es decir, la conveniencia y el ansia por satisfacer a la audiencia es lo que mueve el detrás de las cámaras. Glee ya no es aquel tsunami de sus comienzos. Desde la irregular tercera temporada el favor del público ha decrecido, dividido entre aquellos que demandan episodios que homenajeen a sus artistas favoritos y los que quieren saber más sobre los personajes. Otro equilibrio imposible de lograr.
En esa obsesión por agradar a todos y tratar de enseñar algo útil a la audiencia se tocan temas más adultos de forma algo superficial, pero es de agradecer que una serie destinada al público adolescente hable de trastornos alimenticios como miedo a la herencia genética, del creciente fenómeno “Catfish” (la suplantación de identidad online para iniciar relaciones sentimentales o amistades), de la prostitución masculina como medio para pagarse una escuela privada, de la legalización del matrimonio gay -mediante una preciosa subtrama protagonizada por una pareja de ancianas enamoradas-, los confusos cuelgues entre parejas de amigos gay/hetero o los tiroteos en institutos en uno de los mejores momentos de la serie, sin duda. Siguiendo el estilo del excelente episodio de A dos metros bajo tierra (2001-2005), Ese es mi perro (4.5), donde un secuestro robaba con deliberada brusquedad la atención del espectador, en Estrella fugaz (4.18) se ofrecen unos intensos veinte minutos casi en tiempo real donde los protagonistas reaccionan ante el sonido de un disparo y lo que puede suponer. La dirección, escritura e interpretación de ese segmento es magistral, no tanto así la rebuscada solución al tema. Respecto a otro de los puntos fuertes de Glee, la lista de estrellas invitadas, sólo una espléndida Kate Hudson -en un papel que clama por un Emmy- y la pareja Meredith Baxter & Patty Duke pueden construir seres humanos con lo escrito. El resto son meras presencias testimoniales -Katey Sagal, Jessica Sanchez, Idiza Menzel, Whoopi Goldberg- y una esforzada Sarah Jessica Parker dando vida a una improbable directora de Vogue.
¿Qué queda entonces para el fan que resiste? Actores talentosos (Jayma Mays, Lea Michelle, Jenna Ushowitz en su logrado arco argumental, las ráfagas de Jane Lynch), destellos de ingenio en los guiones (los metacomentarios, la impagable frase de una histérica Emma preparando la disposición de los asientos de la boda: “Y vosotros chicos del club os habéis liado tan incestuosamente que ya ni recuerdo quién soporta a quién”), la presencia de afortunados secundarios como Burt Hummel, Shannon Beiste o la carismática Lauren Zizes y escenas que emocionan legítimamente. Y uno no puede olvidar unos gloriosos números musicales. Esta temporada, aún floja y con un final cobarde, ha estado preñada de perfectas combinaciones de música y baile. “Americano/Dance again”, “It´s time”, “Diva”, “Hung up”, “The way you look tonight/You´re never fully dressed without a smile”, “Whistle”, “Gangman style”, “Let´s have a kiki/Turkey time”, “Tell him”, “Getting married today”, “You´re the world to me”, una versión de “I did it again” rodada con acertado espíritu del maestro Bob Fosse... ¿Suficiente? No. Pero para la cadena sí porque le ha dado dos temporadas más. ★★★★★
Adrián González Viña.