crítica de Tipos legales | Stand Up Guys, Fisher Stevens, 2012
Blues, soul, viagra, respiradores artificiales, residencias noctámbulas, café negro y magdalenas que se hacen llamar muffins por aquello del qué dirán; rayas de codeína, “historias de la mili”, amaneceres y crepúsculos (ah, la metáfora), pinchazos en la entrepierna y un amable casting de sicarios heridos. Una persecución en mitad de la noche mientras los tres viejos se ponen al día después de veintiocho años sin trabajar o robar juntos. Un lento baile entre Al Pacino y una mujer que podría ser su nieta, indefensa ante el hechizo limosnero de ese mismo anciano que minutos antes les había sugerido obscenamente a ella y a sus amigas que no es tarde, que no está durmiendo porque tiene una pitón bien dura en el vértice del arco. Y en segundo término, Christopher Walken, meditabundo o escaso de neuronas, sabedor del lamentable espectáculo que están ofreciendo en el penúltimo round de sus dilatadas carreras. No hay forma de salvar semejante ruina, tanto a nivel técnico como narrativo: Tipos legales provoca atracción por el vacío (legal), justifica las descargas ilegales, resulta demasiado condescendiente con los temas que retrata —senectud, amistad, crimen, expiación a golpe de plomo— y aburre y no genera interés ni comedia. El personaje de Walken vive retirado en un pequeño apartamento, donde practica el arte de la pintura paisajística, con panorámicas de azoteas superadas por el sol matinal o vespertino. Así, una mañana cualquiera es hora de ir a recoger a su gran amigo, que recibe la condicional después de casi tres décadas en prisión. Se abrazan, se disponen (aunque tímidamente) a incendiar las calles y cualquier club apolillado, hábitat natural de solteronas y borrachos decadentes que apenas transpiran. Walken tiene que matar al expresidiario, ya que existe un gánster muy chungo que le obliga a vengar la muerte de su único hijo.
"... La (re)unión de tres mitos que son demasiado conscientes del fin de su época... Lástima que caigan en ese infame guiñol que desluce filmografías."
Dirigida por el actor y productor Fisher Stevens, Tipos legales pretende ser la nota gamberra a pie de currículum de tres actores ya legendarios, cuyo tercer representante, Alan Arkin, está de paso: toma aire, conduce, moja, conduce y luego parece que necesita más oxígeno, pero en realidad sólo tiene sueño. El de Brooklyn (conviene afinar, pues sus colegas también han salido de Nueva York) aparece en un postergado segundo acto, y la película dura noventa minutos. Siendo benévolos, podríamos decir que su papel es anecdótico, personificación de la resaca emocional y, a su vez, excusa del peaje sentimentaloide que describen dos pistoleros de agua dulce. Vive pegado a una máscara de oxígeno, en un geriátrico al que uno entra sin inconvenientes, preguntando el número de habitación a la recepcionista. Como en un motel: ¡Pasen y vean el cementerio! Y pobre Arkin, quién le mandaría someterse a este ejercicio de nostalgia pútrida, sin argumentos. Afortunadamente, se levanta como un resorte cuando recibe la visita de sus antiguos socios. Es Driver con enfisema pulmonar. Pilota serio un Mustang, da esquinazo entre maniobras a la policía y ofrece irrepetibles experiencias sexuales a las mujeres. Toda la película surge de un acontecimiento inmediato, o sea la materialización de una tragedia al amanecer, o en su defecto, el comienzo como final. Ahí reside el quid de la cinta: en la (re)unión de tres mitos que son demasiado conscientes del fin de su época; del peligro que entraña el peso de sus figuras y, por tanto, la seriedad. Lástima que caigan en ese infame guiñol que desluce filmografías.
La música diegética de James Brown, las notas del Hoochie Coochie Man interpretadas por Muddy Waters, incluso el vergonzante y épico tiroteo (he aquí las pistolas más pacíficas de la historia del cine) con los acordes del Bright Lights de Gary Clark Jr., rayan el artificio en un montaje ya de por sí aparatoso. Tipos legales es mala porque convierte en fósiles a tres mitos vivientes. No tiene perdón. ●
Juan José Ontiveros
crítico de cine.