crítica de Posesión infernal | Evil Dead, Fede Álvarez, 2013
El maldito libro maldito no tiene dueño, puede ser de todos en general pero de nadie en particular. Ya estaba allí antes de que ese grupo de veinteañeros llegara a la pútrida cabaña, tan oscura como la pizarra, polvorienta, mohosa, inhabitable. Esa humedad que cala hasta los huesos, sin embargo, no es inconveniente para rememorar épocas mejores y estancias fugaces, fotos que capturan tiempos no tan pretéritos, cuando no había novias rubias e intelectualmente raquíticas, ni responsabilidades más allá de la rutinaria borrachera en cualquier fiesta de medio pelo. La hermana del líder (así lo retratan) es una yonqui a merced del caballo, así que la reunión supone una buena excusa para evitar las tentaciones, pasando así el agonizante mono rodeada de sus mejores amigos: su distante hermano —novia incluida—, su amiga enfermera (inteligente recurso, ejem); un bohemio con la barba de rockero vetusto, con camisa a cuadros y mirada miope, de drogota zen que imparte clases en un instituto. Ah, y también aparece un perro (no me digan que no mola). Todo muy normal. Junto a la casa hay un coche abandonado y en proceso de oxidación, cuyo techo cubierto de hojas sólo deja entrever que antes que grana, fue rojo. La postal, ciertamente, no invita al optimismo. Casi puedes oler sus tumbas, a pesar de los cálidos y bucólicos rayos de sol que irradia el atardecer. Tal vez sea un presagio del fuego que sobreviene, qué se yo. Ahí está el proyecto de novela satánica, una edición primorosa, seguro, en el interior de un sótano lleno de gatos calcinados (y despellejados) mientras maullaban. Un grueso volumen en piel, cosido abruptamente con tendones y conservado dentro de una bolsa de plástico, y finalmente envuelto en alambre de púas que corta como mil demonios (nunca mejor dicho), que permanece en esa misma casa en mitad del bosque desde el último incendio, cuando la provinciana mutó en un diablo lógicamente sacrílego (menudas guarradas le suelta a su padre, cuyo recatado rifle se pone rojo y…). Aún no siento náuseas, y no sé por qué, sé que debería sentirlas. Paradojas del espectador, o algo así. Quiero sentir (más) asco. Sin concesiones. Quiero sentir (más) terror. Lógico, ¿verdad? Aunque hablar de lógica resulta ilógico tratándose del remake de una película que ya en 1981 era un desafío a esta misma ecuación supurante: Posesión infernal —escrita y dirigida por Sam Raimi— mezclaba febrilmente las esencias del gore con el humor más sarnoso, despojado de cualquier complejo que pudiera advertirse en la hoy pujante, pero amenazada, industria independiente.
Producida por Sam Raimi y Bruce Campbell (protagonista y tenedor de los derechos del filme original), esta revisión de la célebre The Evil Dead corre a cargo del casi neófito Fele Álvarez, un director uruguayo que con tan sólo dos cortometrajes —¡Ataque de pánico!, en el que diseñó una distopía robótica, y El cojonudo, su extraña incursión en la comedia grotesca— se ha ganado la confianza de los grandes estudios, quienes suelen atender rápidamente, no sin apetito comercial, las propuestas de los apadrinados por directores de alto calibre. Dejando a un lado el hecho de que no aporta nada, sino que más bien resta brillo a su antecesora ochentera, su poder de viscosidad es, cuando menos, artificiosamente repulsivo en numerosas secuencias de mutilaciones y vómitos de sangre y voces dodecafónicas con reverb. Comentaba el director que una de sus más importantes influencias como cinéfilo es El Exorcista de Friedkin, y que suprimir ese hilarante tarro de humor que convierte al clásico de Raimi en una pieza insólita, fue decisión suya. Algo que cobra especial fuerza mientras escrutas su obra, ya que ésta incurre —inconscientemente, espero— en la peor de las deformaciones: el terror exiliado a categoría de comedia involuntaria. De otra manera no se entiende que los personajes actúen y hablen como imbéciles con encefalograma plano. Difícilmente se reirá usted a carcajadas, cual simpático borreguillo en una rave familiar que acaba en postre de lenguas bífidas y diálogos cortos que incluyen la palabra “bitch”, o sea zorra. Resumen y reset: he aquí una nueva y sangrienta lluvia de estereotipos, un subproducto innecesario y barato —en la peor acepción del término—. Un cliché bañado en sangre. Un desafío a la verosimilitud. Cicuta para el lector de Cómo escribir el guión perfecto. Dinamita para los ortodoxos, pero desde la ortodoxia. ★★★★★Juan José Ontiveros.
crítico de cine.
Estados Unidos, 2013, Evil Dead. Director: Fede Álvarez. Guión: Diablo Cody, Sam Raimi, Fede Alvarez, Rodo Sayagues Mendez. Fotografía: Aaron Morton. Música: Roque Baños.. Reparto: Jane Levy, Shiloh Fernandez, Lou Taylor Pucci, Elizabeth Blackmore, Jessica Lucas.
