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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | Kiseki, de Hirokazu Koreeda

    Kiseki

    INFANCIA, LA ÉPOCA DE LOS SUEÑOS

    crítica de Kiseki (Milagro) | Kiseki, Hirokazu Koreeda, 2011

    Cuando recordamos la infancia se nos vienen a la mente esos momentos en los que creíamos que lo imposible podía suceder y no teníamos la mínima intención en pensar lo contrario, porque necesitábamos creerlo para disfrutarlo. Vivíamos de sueños, de deseos profundos, e incluso llegando a la adolescencia y a la madurez no dejamos de soñar, de creer, quizás solo un poco de fé era suficiente para hacer posible un milagro. Esa es la intención que nos refleja la nueva película de Hirokazu Koreeda, Kiseki (2011). Una hermosa fábula social tratada con delicadeza, que abarca un tema actual con perspicacia, profundidad y un toque de inocencia bajo la tierna mirada de unos niños. Kiseki gira en torno a la vida de dos hermanos que se han distanciado a causa de la separación de sus padres: Kioshi, el mayor, vive con su madre y abuelos, Ryu (el menor) vive con sus padres. Empezamos el recorrido seis meses después del duro distanciamiento con las vidas de ambos niños hechas por separado. Kioshi cuando conoce la noticia de la inauguración de una línea de tren que unirá ambas ciudades, se aferra a una superstición, según la cual cuando los primeros trenes se crucen, ocurrirá un milagro ¿Cuál es el suyo? Ver a sus padres juntos y viviendo nuevamente como antes.

    Bajo esta premisa sencilla se sostiene una película que a ritmo pausado ofrece un sinnúmero de detalles que la hacen disfrutable la mayoría del metraje. Y son esos pequeños matices que logran que se construya una historia sólida que nunca pierde fuelle. Contamos con un argumento central muy bien construido, personajes diseccionados elegantemente (desde la madre que está en búsqueda de un nuevo empleo, el padre ocioso amante de su música) que cumplen a cabalidad sus roles. La historia refleja la desazón que ha provocado la separación de sus progenitores en la vida de Kioshi y en menor escala en Ryu, quien en parte disfraza su dolor a través de una personalidad extrovertida que le busca la diversión y el lado positivo a todo; para Kioshi eso es producto de la inmadurez; él no tiene reparo en desear que el volcán que cubre la ciudad donde habita erupcione para así estar de regreso con su padre y estar juntos con su padre y hermano. Y eso es parte de la infancia, esa inocencia que despierta cuando buscamos complacer algo personal aunque a otros les haga daño. Llega un punto en el filme en donde se palpa un cambio; la experiencia de un viaje marca un antes y después, algo se transforma, un pensamiento muta; quizás la madurez ha hecho acto de presencia, quizás ese era el milagro que necesitaban. Pero hay más. Añadido a su historia central nos encontramos con un guión provisto de historias secundarias que aúnan y fortalecen el hecho de creer y buscar lo que se desea (el anhelo ferviente de la amiga de Ryu de ser actriz, por ejemplo); y es por este motivo que la película más allá de presentarnos un relato social o una historia basada en las repercusiones de una separación parental, ofrece una visión distinta a la lucha que desde pequeños mantenemos por lo que queremos. Quizás el director hace un interesante llamado de atención a la sociedad actual que ha perdido el anhelo de cumplir sus sueños, y nos acerca a través de esta mirada refrescante a aquella mágica época.

    Kiseki

    La película cuenta con una agradable banda sonora que se hace protagonista en gran parte de la película, emulando con melodías alegres esas fantasías infantiles, y ni hablar de las actuaciones principales –Koreeda es un experto en la dirección de actores–, que consiguen matizar cada uno de los sentimientos que sus personajes ofrecen de una manera notable. “Kiseki” es adorable aunque nos cueste entender dónde reside su encanto; a lo mejor en el hecho de que nunca renuncia a la realidad que la rodea, pero la adorna, la vuelve complaciente y la pone en evidencia. Manifiesta un tema duro y complicado –la separación de un matrimonio– de una manera sencilla pero inocente. ¿Quién dijo que no era válido? Así como disfrutamos la brutalidad y frialdad que despierta cierto tipo de cine, aquí nos sentamos a contemplar una oda a los sueños, una remembranza a la infancia. Bien la podemos calificar dentro del mejor cine japonés hecho en los últimos años; sencilla pero hermosa, de ritmo pausado (no aburrido) y con una crítica social expuesta con sutileza que nos dejará un agradable sabor tras su visionado. Otro modelo contemporáneo sobre cine creado para enamorar. ★★★★

    Daniel Bermeo.
    crítico de cine.

    Japón, 2011, Kiseki. Dirección y guión: Hirokazu Koreeda. Productora: GAGA / TV Man Union. Presentación: Sección Oficial del Festival de San Sebastián 2011 (mejor guión). Música: Quruli. Fotografía: Yamazaki Yutaka. Intérpretes: Ohshirô Maeda, Koki Maeda, Hiroshi Abe, Jô Odagiri, Yoshio Harada, Masami Nagasawa, Yui Natsukawa, Kirin Kiki, Isao Hashizume, Nene Ohtsuka.

    Kiseki poster
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