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    Cine Alemán Siglo XXI

    CRÍTICA | HASTA LA VISTA

    Hasta la vista
    IR A EL CIELO A PERDER EL VIRGO Y PERDERSE
    crítica de Hasta la vista | Geoffrey Enthoven, 2011

    Desde los lejanos tiempos de Porky´s (1981) de Bob Clark, donde Pee Wee y sus amigotes contrataban los servicios de la mítica Chichi Forever para satisfacer sus bajos instintos sexuales, muchas han sido las películas que, con mayor o menor fortuna, han planteado en clave de humor el despertar hormonal adolescente. En 1999, Paul Weitz nos presentó en la reivindicable American Pie a un grupo de jóvenes inexpertos que vivían una auténtica odisea para conseguir su ansiado deseo de perder la virginidad. El enorme éxito de este producto propició una de las sagas más rentables (y vilipendiadas) de los últimos años, pese a que en ninguna de las secuelas se mostró con tanta frescura el tema de la camaradería como en la original. El chiste dio hasta para una versión gay del tema, Another Gay Movie (2006). El pasado 2012, una pequeña gran película titulada Las sesiones se basaba en un hecho real para contarnos la historia de un treintañero tetrapléjico (descomunal John Hawkes) que contrataba los servicios de una adorable profesional del sexo (no menos genial Helen Hunt) para tener su primera relación carnal. La combinación de sexo y discapacidad fue tratada con tal delicadeza, naturalidad y buen gusto que alejaron a la película de cualquier controversia. Algo que también se podría extender a esta producción flamenca que consiguió convertirse en una de las mayores sorpresas de 2011 al ser considerada la mejor película en Valladolid (Espiga de Oro) y Montreal, además obtener el Premio del público a la mejor película europea de los Premios del Cine Europeo.

    Hasta la vista (2011) tiene como protagonistas a tres veinteañeros, amigos inseparables, afectados de distintas discapacidades. Lars sufre progresiva parálisis a causa de un tumor cerebral en fase terminal, por lo que debe moverse en silla de ruedas. Philip es parapléjico, por lo que sólo puede accionar su silla con un aparato que lleva en la boca. El tercero en discordia es Jozep, casi completamente ciego, de carácter afable y conciliador, que contrasta con el perpetuo mal humor de Philip. Estos tres personajes, cansados de conformarse con mirar a las atractivas chicas de su alrededor, planean un viaje muy especial. Por primera vez, sin la asistencia y cuidados de sus progenitores, contratarán a un chófer/enfermero para que les lleve en una furgoneta hasta España, donde hay un burdel llamado El Cielo, en el que las prostitutas son expertas en tratar sexualmente a personas con sus problemáticas. Vamos, una especie de afortunado cruce entre American Pie y Las sesiones, sí, pero con poco (o nada) del humor escatológico y soez de la primera y sí mucho del talante optimista y delicado de la segunda. Geoffrey Enthoven realiza un trabajo de orfebrería con esta divertida y tierna road movie, acertando plenamente a la hora de confiar su efectividad en el carisma de sus personajes, antes que en incidir en chistes fáciles o gags de mal gusto. Desde los primeros minutos, el espectador queda conquistado por la amistad a prueba de trabas físicas entre estos tres jóvenes. La química entre los tres actores es espectacular y supone un amplio porcentaje del valor total de esta película. No estamos ante un Supersalidos (2007) –filme bastante recomendable, por otra parte– donde los protagonistas andan las 24 horas del día pensando con la entrepierna, sino ante una historia de superación personal, donde lograr consumar la primera relación sexual es más una forma de reivindicar la igualdad con el resto de las personas. Si el trío de jóvenes intérpretes está perfecto en sus actuaciones, el verdadero gran descubrimiento de la cinta es, sin embargo, Isabelle de Thoren en el papel de Claude, una ex-presidiaria de físico rudo pero que esconde una enorme humanidad. Ella será la encargada de conducir a los chicos en su viaje por carretera hasta el placer y, pese a los prejuicios que tienen contra ella por ser natural de Valonia (es bien conocida la eterna rivalidad entre valones y flamencos en Bélgica), pronto se ganará su confianza gracias a sus cuidados incondicionales. Una relación de creciente respeto entre cuidador y paciente muy similar, por cierto, a la que se estableció entre los personajes de François Cluzet y Omar Sy en la coetánea y muy taquillera Intocable (2011), con la que comparte temática y tono agridulce.

    Hasta la vista

    Puede que este filme no invente nada nuevo en esto del cine, ya que hemos tenido otras películas de carretera en donde sus protagonistas quieren cumplir una meta antes de morir –Solo ellas…los chicos a un lado (1995) de Herbert Ross, por ejemplo–, pero sí termina siendo una inspiradora y tierna obra que muestra como pocas en los últimos años, el verdadero significado de la palabra amistad. Sus tres personajes se ganan la complicidad del espectador durante el trayecto de este viaje vital, a base de ilusión y fuerza de voluntad, pero, sobre todo, desdramatizan sus limitaciones y demuestran aquello de que todo se puede lograr en la vida si se pone esfuerzo en ello. Una pequeña gran película. ★★★★

    José Antonio Martín.
    crítico de cine.

    Bélgica. 2011. Título original: Hasta la vista. Director: Geoffrey Enthoven. Guión: Pierre De Clercq. Productora: Fobic Films. Fotografía: Gerd Schelfhout. Música: Meuris. Montaje: Philippe Ravoet. Intérpretes: Robrecht Vanden Thoren, Gilles De Schrijver,, Tom Audenaert, Isabelle de Hertogh, Kimke Desart, Johan Heldenbergh.

    Hasta la vista poster

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