UN ENTRANTE PERFECTAMENTE PLANEADO
crítica del primer capítulo de Hannibal, ‘Apéritif’ (1x01)NBC | EEUU, 2013. Director: David Slade. Guión: Bryan Fuller, basado en los personajes de la novela Dragón rojo, de Thomas Harris. Creador: Bryan Fuller. Reparto: Hugh Dancy, Mads Mikkelsen, Laurence Fishburne, Caroline Dhavernas, Hettiene Park, Scott Thompson, Aaron Abrams, Dan Fogler, Kacey Rohl, Vladimir Cubrt. Fotografía: James Hawkison. Música: Brian Reitzell.
El jefe de la unidad de Ciencia del Comportamiento, Jack Crawford, pide ayuda para su caso al experto Will Graham, capaz de sintonizar una mentalidad criminal y reconstruir fehacientemente escenas de crímenes. El doctor Hannibal Lecter se suma al caso como el necesario psiquiatra de Will, investigando la desaparición de ocho jóvenes de parecido físico.
Ardua tarea tiene por delante Bryan Fuller. Desde que el proyecto se presentara hace unos meses, el escepticismo fue instantáneo. Coger uno de los iconos más poderosos del cine reciente y serializarlo, darle una periodicidad y adocenarlo a las directrices de una cadena de televisión en abierto podía ser una muy mala idea. Razón de más para que el piloto que nos ocupa, unos entretenidísimos 43 minutos, fuera una declaración de intenciones contundente. Una prueba de que el público puede guardar las garras y sentarse a disfrutar.
Objetivo medianamente conseguido. “Apéritif” es una capítulo ejemplar en cuanto a juguetear con una mitología ya establecida para adaptarla al presente. La novela de Thomas Harris es un punto de partida para que Fuller y sus guionistas fantaseen con las andanzas del caníbal más famoso de la historia del celuloide. Y la primera prueba de ese jugueteo es que tardamos unos veinte minutos en ver al esperado doctor. Fuller se toma su tiempo para preparar su entrada, y presenta a la que sabemos acabará siendo su némesis: el agente especial Will Graham. Will (un notable Hugh Dancy) es filmado desde un primer momento con los colores de lo extraño, una figura inmóvil, inmune a la barbarie. En las primeras escenas el espectador observa cómo ejerce su don para reconstruir crímenes. Un rebobinado a cámara lenta para que las piezas encajen y Will interpretando al desconocido asesino, una apuesta de doble significado: Will piensa cómo un psicópata y además no sabe quién ha cometido el crimen.
Ya desde estas primera escenas se puede observar una de las constantes en todas las creaciones de Bryan Fuller, esto es, su exquisito gusto para jugar con los colores. Para Fuller la forma importa tanto como el fondo, y Hannibal es siniestramente hermosa. Y con la elegante dirección de David Slade, Fuller parece haber encontrado un paternaire ideal. Slade demostró ya en Hard Candy (2005) y 30 días de oscuridad (2007) su gusto por este tipo de fotografía y los encuadres elaborados. La retumbante banda sonora de Brian Reitzell siembra una inquietud constante, pues este es un mundo oscuro, paraíso de depósitos de cadáveres, salpicaduras de sangre y crímenes atroces. El caso central del episodio, la desaparición de ocho jóvenes, se revela cruento cuando la resolución se acerca. Después de unas clásicas, pero necesarias para NBC y el espectador medio, escenas donde nuestra cara visible del FBI Jack Crawford (un sólido como de costumbre Laurence Fishburne) convence a regañadientes a Will para aceptar colaborar en el caso, los resortes del episodio cambian. Canalizamos la mirada obsesiva de Graham, las reacciones de los demás hacia él se nos antojan agresivas, y Fuller le humaniza levemente para que sintamos en nuestras carnes el trauma que se avecina. Tras dilucidar que buscan a un asesino caníbal, uno siente que la llegada del buen doctor se acerca, y sí lo hace, pero no cómo se podría esperar. Hannibal Lecter hace su juguetona revelación -cómplice sólo con la audiencia- cuando se revela como un imitador del asesino del capítulo. Pervierte su modus operandi al dejar por detrás la mayor parte del cuerpo y le vemos cocinar unos pulmones con exquisita mano -la serie cuenta con el español José Andrés como asesor culinario- y apetitosos resultados. Amén de dejar una de las más poderosas imágenes del piloto: una joven desnuda y ensartada en una cornamenta.
El duelo entre Hannibal y Will no tarda en llegar, pues Jack Crawford necesita un psiquiatra para evaluar a un reacio Will. Mentes perversas que lo ocultan de distintas formas. El doctor se gana la confianza del agente especial con comida e inteligencia, y Crawford les junta en la búsqueda del malvado. Supervisión continua. El tercer acto es, como en muchos policíacos, el más precipitado. El caso debe ser resuelto y un error del asesino descubre el pastel. Fuller, ya perro viejo de la televisión, siembra cosas para más adelante al mostrar con ambigüedad cómo Hannibal alerta al asesino de que ha sido descubierto. Al llegar a su casa, éste mata a su mujer y amenaza a su hija, vivo retrato del resto de sus víctimas. Will se involucra demasiado cuanto mata al asesino en serie mientras Hannibal se muestra en sorprendente control de la situación. El episodio se cierra con la preocupación de cómo puede afectar eso al agente especial Graham. ★★★★★
Adrián González Viña.
crítico de cine & series de televisión.