presentada en la Sección Oficial de Donostia Zinemaldia 2012
Ningún seguidor del cine francés en particular, o del cine europeo en general, desconocerá al director Costa-Gavras: un emblema del cine social, una reliquia de la cinematografía comprometida con las cuestiones políticas y económicas. El autor de “Z” (1969), “Missing” (1982) y “Arcadia” (2005), nos trae tras algunos años de inactividad “El capital” (Le capital, 2012), una obra que trabaja de manera sutil aunque deliberada con la situación económica que atraviesa actualmente el viejo continente, y en ese marco, estudia los altos y bajos de un hombre que se convierte en un sujeto muy poderoso de un día para el otro. “Le capital” inicia con una partida de golf que culmina repentinamente con la descompensación del presidente del Banco Phenix. Sufre una enfermedad que lo fuerza a pensar en un hombre de confianza capaz de sucederlo. La alternativa más sólida parece ser Marc, nuestro protagonista, un talentoso pero cínico profesional que gana terreno conforme a su ambición, igualmente progresiva. Sin embargo, en el mundo de los negocios, nada es demasiado fiable o sólido, y todo actor interventor tiene su doble cara. Es esa dualidad de carácter la que nos sumerge de lleno en el viaje del protagonista a través de los fértiles terrenos del éxito.
No es la primera vez que este notable director usa al sistema capitalista como contexto global. Sin ir más lejos, una de sus obras más conocidas y recientes (la ya citada “Arcadia”), cuenta la lucha de un hombre por conseguir un puesto de trabajo. Y una lucha, cabe decirlo, a costa de todo. En ese caso, se produce la fantástica mezcla de humor, crítica, entretenimiento y conciencia social, algo que por lo general suele caracterizar a su cine. Sin ir más lejos, “Un pequeño Apocalipsis” (1993) convierte esa fórmula en la responsable de convertir una trama mediocre en una diversión inolvidable, y además de todo, sumamente compleja. De alguna manera, el fondo va estructurando a sus figuras, porque las influencias que pueden ejercer las crisis (económica, política, por mencionar) sobre los hombres, son demasiado significativas como para producir un fenómeno a la inversa. Después de todo, la vida misma parece reflejar la imposibilidad de los hombres de disminuir los efectos de tan crítica situación. O al menos, refleja a ese grupo reducido de hombres, que probablemente se vean beneficiados de la oscura fase del proceso de globalización. ¿El sujeto es capaz de revertir el caos a su alrededor? ¿Acaso no existen sujetos que se ven beneficiados con el empobrecimiento de otros? Seguramente esa sea la causa de la elección de Gad Elmaleh como actor protagonista. El intérprete, es un sujeto que ha logrado la fama por algunas de las comedias más populares en el continente americano, incluyendo su hilarante aparición en la ganadora del Óscar “Midnight en París”, de Woody Allen. Su rostro dice mucho, y es muy útil para el género. Sin embargo, “Le capital” no es una comedia, aunque el guión intente autoconvencerse de manera equívoca y constante de lo contrario. Entonces, ¿por qué es adecuada la elección de Elmaleh? Casualmente porque su luminoso semblante, con esos rasgos de ambigüedad y sus ácidos dardos verbales, bien pueden corresponder a los de un hipócrita. Y claramente es “hipócrita” el adjetivo que mejor describe a los estereotipos con los que se maneja el director, para la construcción de la millonésima producción sobre el mundo de las finanzas.
A partir del 2008, muchos directores se abocaron a contar historias dentro de estos parámetros. De alguna manera, el hecho de que muchos economistas compararan el año 2008 con el crack de 1929, sirvió para intensificar sus relatos atribuyéndoles un tono apocalíptico. Lo que contaban “Margin Call”, la improvisada y fallida secuela de “Wall Street”, o el documental “Inside Job”, era grave. Un tono que se ha recrudecido hasta llegar a una situación insostenible en determinados países occidentales en la actualidad. Posteriormente se estrenó “El fraude”, por la que Richard Gere fue nominado a un Globo de Oro este año, sobre la idea de “el hombre y la crisis”, ya sin una gravedad contextual, pero sí con cierta gravedad moral. En esas ligas juega “Le capital”: el retrato del hombre, su veloz ascenso, su despotismo, su hipocresía, los juegos de poder, los sucios tratos. La diferencia del filme de Costa-Gavras con los demás, contra todo pronóstico, es su bajo vuelo. Cada escena parece servir como un prólogo interesante de algo que jamás llega. De una secuencia que atraiga verdaderamente al espectador en un sentido que trascienda el mero entretenimiento. Y lo más frustrante de su obra en general, si se quiere, es que lleva a la gran pantalla ideas sencillas, conceptos elementales de manual, sin la emoción, el encanto, la inteligencia, y sin la rigurosidad de otros de sus trabajos. Debemos conformarnos con que, y merece ser aclarado, es un thriller brutalmente entretenido. Pero poco guarda de ese estilo europeo y delicioso que el gran Costa-Gavras nos queda debiendo, aparentemente, para otra ocasión. Por lo demás, “Le capital” constituye una experiencia pasable, aunque totalmente prescindible. Inclusive para los fanáticos de este gran director. ★★★★★
Rodrigo Moral.
crítico de cine.
Francia, 2012, Le capital. Director: Constantin Costa-Gavras. Guión: Constantin Costa-Gavras, Karim Boukercha, Jean-Claude Grumberg. Productora: The Bureau / Centre National de la Cinématographie (CNC) / Cofinova 8 / K.G. Productions. Presentación: Donostia-Zinemaldia 2012. Música: Armand Amar. Fotografía: Eric Gautier. Intérpretes: Gad Elmaleh, Gabriel Byrne, Liya Kebede, Jordana DePaula, Céline Sallette, Hippolyte Girardot, Natacha Régnier, Paul Barrett, Bernard Le Coq, Eric Naggar.
