sección oficial | Atlántida Film Fest.
crítica de Dos | Stathis Athanasiou, 2011.
Si tuviéramos que echar cuentas de las historias de amor y desamor que hemos visto en las películas, la verdad es que tendríamos que concluir que casi correspondería una como mínimo en cada una de ellas. Hay géneros que consiguen evitarlas, pero raro es que no salgan un par de enamorados en algún momento de la historia. Así que enfrentarse de nuevo a una película cuya trama principal versa sobre las relaciones de pareja de entrada ya da un cierto rechazo, o al menos así me sucede a mí. Ya, ya sé que a vosotros no, es un tema que preocupa e interesa al común de los mortales. Pero no sé si porque tal vez mi sangre ya esté muy fría al respecto o porque necesite de historias de amor de verdad, estos tejemanejes de hoy salgo contigo, mañana te dejo, pasado vuelvo, no me decido por quien me gusta de verdad y demás zarandajas me predisponen a una siesta morrocotuda por muy poco sueño que tenga. Y es que ver parejas discutiendo, peleándose, haciéndose la vida imposible y demás sin que haya un asesinato o una invasión alienígena de por medio me da una pereza tremenda, más que nada porque suelen caer en tópicos que ya lo son gracias a haberlos visto mil y una veces en cientos de películas. Dos (2011), el primer largometraje del griego Stathis Athanasiou, promete no centrarse en una sola pareja, sino como su título indica en dos. Doble miedo de entrada.
Debo confesar que la cosa no empieza mal. Athanasiou se vale de una narrativa que no sigue un trazado lineal sino que altera el orden de los acontecimientos. Pareciera que va del final hacia el principio. Su horrendo subtítulo, Una historia de amor, al revés, así nos ayuda a creerlo. Sin embargo que nadie espere una obra de ingeniería tan apasionante como Memento (Christopher Nolan, 2000). Aquí todo fluye al ritmo del recuerdo, y durante la primera hora la película se mueve en esa atmósfera que quizá por su ritmo entrecortado, su montaje que rompe la lógica de lo real con conversaciones que se desarrollan de manera normal mientras las imágenes nos muestran a los personajes no siempre en el mismo momento en el que hablan, el uso ocasional de imágenes con la textura del formato súper 8, el formato de los recuerdos por antonomasia, y por esa misma forma de alterar el tiempo narrativo normal, hace que uno piense que estamos ante recuerdos aislados que van conformando la trama. Pero el director no va tan lejos: realmente lo que intenta contarnos es la historia de dos parejas que se enamoran y se desenamoran desde el final de su relación al principio de la misma. No pasa nada, cada cual decide contar su historia como le place, pero el problema aquí es que desconocemos durante casi todo el metraje los verdaderos motivos que mueven e impulsan a los personajes, lo cual impide que uno se emocione o sienta el más mínimo, no ya afecto, sino interés por lo que les ocurre.
Athanasiou nos muestra una pareja griega y otra española y va conformando ambas historias en paralelo, aunque hay una fuerte descompensación entre ambas. El único nexo en común parece ser que ambas parejas coinciden en Barcelona y en algún bar. Mientras el devenir de la pareja griega cada vez se va diluyendo más en la nada a medida que discurre la película, la española va tomando algo de fuerza gracias a Héctor, la contraparte masculina, debido a que su personaje sí tiene detrás una historia y se nos da a conocer, por lo que podemos al menos entenderle. Eso sumado a la buena interpretación de David Fernández Fabu, de lejos el mejor de la función. También hay que decir que el único cuyo personaje tiene algo que decir, de manera independiente de que nos importe mucho o poco. Su pareja, sin embargo, una joven que sueña con ser bailarina pero se siente ahogada por la relación, no puede estar peor dibujada: sabemos qué no puede hacer, pero el por qué nunca llegamos a sentirlo como verdad aunque se nos diga de palabra. Este sentimiento de ahogo le sirve al director para hacer algunos planos de la joven vestida de bailarina ahogándose, literalmente por si alguien no lo había entendido, en el agua, o en las discusiones con su pareja hace que del televisor salga agua a chorros inundando el suelo del piso. Una pura obviedad con formas de videoclip que nos ayuda a saber pero nunca a comprender al personaje: ¡maldita sea, que deje de quejarse y se ponga a bailar ya! Porque como suele ser también habitual en estas películas que pretenden reflejar la verdad de las relaciones de pareja, así en plan súper sincero y demás, los personajes no dejan de quejarse y llorar amargamente. Y eso que consiguen estar con quien se supone que aman, que si no lo lograran esto hubiera sido el acabose.
Hay un intento de darle profundidad a la vacua trama nombrando a los personajes con nombres de protagonistas de la tragedia clásica, que si una Freda por aquí, un Hipólito por allá, pero no basta con darles nombres a los personajes para que estos nos den la sensación no solo de estar vivos, sino de representar algo. No porque una chica se llame Afrodita de manera automática la equipararemos a la diosa: nos lo tenemos que creer. Y ese esfuerzo no está en la película. Nombrar no es crear.
Así, Athanasiou, en esta su primera película, muestra buenas maneras formales al servicio de una historia que desgrana uno por uno todos los tópicos de las películas de parejas en descomposición. Un juguete inane que en su última media hora se viene definitivamente abajo por mucho que se recurra a citar a los clásicos, otra vez, para intentar darle profundidad al charco. La última secuencia nos muestra, en este orden inverso, el primer encuentro de la pareja española. Y de pronto sucede: la pantalla se inunda de emoción pese a lo increíble de los sucesos. Cuando conocemos a los personajes lo que les acontece nos importa y emociona, y ese equívoco que lleva a Héctor a conocer a la joven que acaba de llegar de Madrid a esa Barcelona cosmopolita nos conmueve. Pero ya es tarde: justo entonces termina la película. Ojalá hubiera conseguido atraernos antes. Ojalá su director hubiera estado más pendiente de sus personajes que del trabajo de montaje posterior. ★★★★★
José Luis Forte.
escritor.
Grecia, 2011. Título original: Dos. Director: Stathis Athanasiou. Guion: Stathis Athanasiou. Productoras: Vakis, Yvonne Roman Films, Arktos. Productores: Stathis Athanasiou e Yvonne Roman. Estreno: 1 de septiembre de 2011. Fotografía: Spyros Pagonis. Música: Thodoris Abazis. Montaje: Stathis Athanasiou. Intérpretes: David Fernández Fabu, Inés Castaño, Marina Kalogirou, Stavros Yagoulis, Giorgos Karamikos, Sofia Marathaki, Serafita Grigoriadou, Gemma Giménez, Tzortzina Daliani, Labrini Agelidou.