Half Nelson | Ryan Fleck, 2006
Ryan Gosling es uno de los actores más de moda en la actualidad. Para este año recién arrancado tiene pendientes dos películas cuyas expectativas están ya lanzadas: Only God Forgives (Nicolas Winding Refn, 2013) y The Place Beyond the Pines (Derek Cianfrance, 2012). En ambas vuelve a estar bajo las órdenes de los dos directores que lo han colocado en el punto de mira de los amantes del cine más retro y a la vez moderno: Drive (Nicolas Winding Refn, 2011) y Blue Valentine (Derek Cianfrance, 2010). Esta última llega tardíamente a nuestras pantallas este viernes, por lo que la ocasión para recuperar su primer éxito interpretativo es inmejorable. Hablamos de Half Nelson, un ejemplo de cine independiente americano a primera vista como cualquier otro, pero que fue alabado por la crítica de su país y le supuso a Gosling su primera y por ahora única nominación al Oscar.
Ryan Fleck y su habitual colaboradora Anna Boden nos narran aquí las vicisitudes de un profesor de Historia adicto al crack. En un principio la historia se centra únicamente, o al menos en lo concerniente a su trama principal, en el día a día de este personaje tan torturado como afable. En las clases actúa de manera muy cómplice con sus alumnos, sin perder nunca el sentido del humor. Fuera de ellas pierde parte de la ilusión, pero cuando debe interactuar con alguien siempre le pone buena cara. No se trata por tanto del típico marginado solitario y con un futuro gris, sino de un hombre que por razones que nunca se desvelan del todo ha tomado la decisión de autodestruirse, aunque entretanto intente llevar una vida normal y fructuosa. Además, cuando entabla una relación cada vez más cercana con una de sus estudiantes, una adolescente de carácter más fuerte aunque de familia igualmente conflictiva, quiere volver a sentirse útil. Quiere cuidar de esta joven como nunca han cuidado de él y apartarla de los problemas a los que él mismo ha sucumbido.
Evolucionando de esta manera, con una perspectiva de tal naturaleza, la película cobra más fuerza y coherencia de la que presenta en un principio. Por eso antes de retroalimentarse con la principal, la subtrama de la adolescente tiene poco interés y no resulta muy original, aunque la caracterización de los miembros de esta familia sí huya del estereotipo. Más original aún es el retrato de este personaje que nos brindan Fleck y Boden y que Gosling, con indudable empatía y sutil magnetismo, por calificarlo en pocas palabras, transforma en alguien tan enigmático como reconocible. Con él y con esa esperanza que se vislumbra, no sin sucesivos pozos de por medio, el filme va pues creciendo progresivamente. Como el ritmo y el tono son cotidianos, con muchas secuencias aparentemente menores o de transición, dicha progresión parece casi imperceptible. Pero lo que se logra con esto es que el espectador se deje llevar y no piense demasiado en un desenlace que llega con naturalidad y satisfacción. En resumen, la composición de este profesor y la alimentación de su conflicto dotan de particular relevancia a una serie de escenas que en caso contrario podrían quedar huecas e insignificantes.
Esta deducción resulta en cierto modo plasmada por una dirección algo pedestre, con una cámara al hombro y una puesta en escena sin mucha personalidad, que deja en manos de sus actores y sus diálogos todo el poderío de la película. En efecto, aunque destaca la labor de Gosling por encima de todas, también es un acierto la elección de Shareeka Epps para dar vida a esa alumna de gran madurez e incluso comportamiento masculinizado. La química entre estos dos personajes es relativamente improbable pero funciona, lo cual nuevamente transmite una lograda originalidad. A ello contribuyen por otro lado unos diálogos plenos de autenticidad y desenfado, a veces entrecortados por el montaje, dejando de lado todo propósito trascendental, dando la sensación de ser más bien fruto de la improvisación. La relevancia social que pueda por tanto alcanzar esta historia más allá del marco en que transcurre, relativa a los problemas de la drogadicción, al sistema educativo o a las aspiraciones de la clase media, se presenta asimismo de forma sutil e indirecta.
El resultado de todo ello es un trabajo de indudable interés, aunque no especialmente memorable. En el fondo solo sobresale por encima de otros trabajos de contexto y tratamiento similares por la labor de Ryan Gosling, verdadera alma de la película. Por mucho que otros elementos refuercen su calidad o apoyen con éxito el conjunto, lo que permanece en la retina del espectador es la visión de este pobre hombre al que le cuesta tanto ver la luz. Cuando por fin lo consigue, cerrando una estructura simétrica que empieza y acaba en el interior de su casa, la claridad proviene igualmente de su rostro recién afeitado. Entonces aparece como un hombre nuevo, pero que a nosotros nos remite directamente al Gosling actual, a veces galán, a veces antihéroe. ★★★★★
Ignacio Navarro.
director & crítico cinematográfico.
Estados Unidos, 2006. Presentación: Sundance 2006. Una nominación al Oscar (mejor actor principal). Director: Ryan Fleck. Guión: Ryan Fleck, Anne Boden. Productora: ThinkFilm. Fotografía: Andrij Parekh. Música: Broken Social Scene. Intérpretes:Ryan Gosling, Shareeka Epps, Anthony Mackie, Monique Curnen, Deborah Rush, Jay O. Sanders, Tina Holmes.