De milagro luminiscente se podía tildar el trabajo de Roger Deakins en la fotografía de 'El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford' (The Assassination of Jesse James by the Coward Robert Ford, EE.UU, 2007). La segunda película de Andrew Dominik -tras 'Chopper' (Australia, 2000) - nos dejaba, no sólo un retrato único de uno de los iconos del Western, también, una 'masterclass' del empleo de la luz como metalenguaje cinematográfico. La presencia y ausencia de ésta marca una cinta que no hizo todo el ruido que debiera y que quebrantó las reglas del género, creando la suyas propias. Dominik dejó a un lado el crepúsculo y cabalgó hacia la lírica de forma valiente y audaz. Un inmenso Brad Pitt es la guinda un relato lúgubre y meláncolico muy alejado del polvoriento glamour con el que se dibujaba a uno de los hitos de la Norteamérica decimonónica. Un bandido, un asesino, un hombre.
La mirada de Deakins resulta, por tanto, capital, otorgándole un aura que separa el metraje de cualquier postura convencional. La perfecta muestra -y uno de las secuencias claves de la pasada década - es la mejor escena de la película: el asalto nocturno al tren. Sencillamente magistral. Es magia. Es cine.
'el asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford', de Andrew Dominik (2007) | Escena asalto al tren.
Este año Dominik estrenó 'Mátalos suavemente' (EE.UU.,2012), otra reescritura de las bases prefijadas -en este caso el 'noir' - que, como ocurriera con el largometraje que hoy nos ocupa, pasó de puntillas por las salas de exhibición de medio mundo. Tendrá su hueco en 'El antepenúltimo mohicano' en próximas fechas. Un autor a (re)descubrir.
Emilio Luna.
escenas de cine | el antepenúltimo mohicano.