Lady Halcón (Ladyhawke, Richard Donner, 1985)
He de reconocer que dentro del nutridísimo grupo de aventuras fantásticas de los 80, Lady Halcón (EE.UU., 1985) nunca ha sido de mis favoritas. Siempre he tenido debilidad por Dentro del Laberinto (1986) o Willow (1988), mientras que al filme de Richard Donner lo metería en el mismo saco que a Legend (1985), aquella fábula esteticista de Ridley Scott, como otra propuesta que, en mi opinión, podría haber dado algo más de sí. Ambos títulos comparten un impecable aspecto visual, una arrebatada historia de amor y una discutible elección de la banda sonora. Sin embargo, y siendo justos, hay que reconocer que se trata de una más que buena película que ha soportado estoicamente el paso del tiempo. En esta sesión pasaremos a desentrañar las luces y las sombras de uno de los clásicos del género por méritos propios.
Tras unos inmejorables comienzos como director de La profecía (1976) y Superman (1978), Richard Donner tuvo un par de tropiezos fuera del cine fantástico con el drama Max´s Bar (1980) y el vehículo cómico para Richard Pryor Su juguete favorito (1982). Sabiamente, en 1985 decidió volver a terrenos que le habían traído mayores alegrías, poniéndose al mando de esta gran producción de 20 millones de dólares que se apuntaba a la exitosa corriente que había abierto Conan el Bárbaro (1982). Las películas de espada y brujería vivieron una etapa de esplendor durante la primera mitad de la década y Lady Halcón podría incluirse en este saco, con la diferencia de que el director decidió otorgarle un carácter más familiar, no abusando de la violencia (las escenas de lucha son ágiles pero nada crudas) y prestando más interés al romance. El argumento era bien sencillo: en la época medieval, el malvado obispo de Aquila, despechado por no tener los favores de la hermosa Isabeau, condena a ésta y a su amante, el capitán Navarre, a una terrible maldición. Mientras durante el día, ella adopta la forma de un halcón, él se transforma cada noche en un lobo. Siempre juntos, eternamente separados. La pareja de amantes contará con la ayuda de un joven fugitivo de las mazmorras de Aquila, Philippe Gaston, apodado El ratón, para vencer la tiranía del obispo y romper el encantamiento que les atormenta durante años.
Una bellísima Michelle Pfeiffer protagoniza 'Lady Halcón', de Richard Donner |
Si algo no se le puede reprochar a la cinta es que el trío protagonista no estuviera bien elegido. El magnífico actor neerlandés Rutger Hauer, célebre por su inolvidable interpretación del replicante Roy Batty en la indispensable Blade Runner (1982), tiene el porte y la fuerza perfectos para el personaje de Navarre. Michelle Pfeiffer se hallaba en plenitud de su felina belleza y acababa de despuntar en el clásico de Brian de Palma El precio del poder (1983), donde demostró ser mucho más que una cara bonita. Ella supo imprimirle la fragilidad y ternura perfectas a su papel de Isabeau. Por su parte, Matthew Broderick se acababa de convertir en una de las más firmes promesas del Hollywood de la época con el exitazo de Juegos de guerra (1983) y volvió a estar perfecto como el escurridizo raterillo Philippe Gaston. Dos ilustres secundarios como John Wood-magnífico obispo de Aquila- y Leo McKern –que ya había trabajado con Donner en La profecía (1976)- refuerzan aún más el apartado interpretativo del filme.
Lady Halcón no fue una fantasía que necesitara de grandes efectos especiales o momentos de gran espectacularidad para llegar al espectador de la época como lo hizo. La factura visual del filme es de lo más clásica, con un maravilloso trabajo de fotografía del gran Vittorio Storaro que sacó el mayor partido posible a los impresionantes paisajes de los Alpes italianos donde se rodó la película. Especialmente brillantes son las escenas de amanecer donde Michelle volvía a convertirse en el halcón del título. También fue de una gran belleza plástica el momento en que Navarre, transformado en lobo, casi muere ahogado al romperse el hielo bajo sus patas y caer al agua helada. La ambientación medieval resultó en todo momento impecable, con el castillo de Torrechiara de Parma sirviendo de perfecto marco para sus más fastuosas secuencias. Por el contrario, en el apartado musical es donde Lady Halcón patinó, y mucho, ya que Donner se enamoró del grupo The Alan Parsons Project mientras buscaba exteriores por Europa y era la música que oía un miembro de su equipo de rodaje. No digo que se trate de un mal conjunto musical ni que la banda sonora sea horrible, pero su estilo demasiado moderno, con mucho sintetizador combinado con orquesta sinfónica, no casaba nada bien con las elegantes imágenes. Si la música hubiese corrido de la mano de Jerry Goldsmith o John Williams, por poner dos ejemplos, estaríamos hablando de una obra notable. Quedó un trabajo anticlimático y absolutamente desacertado.
Rutger Hauer, en la cúspide de su carrera, interpreta al héroe de la función Etienne Navarre |
En definitiva, estamos ante un hermoso cuento de hadas, un poco trasnochado e ingenuo si lo valoramos hoy en día, pero que gracias al factor nostálgico ha logrado posicionarse como uno de los clásicos fundamentales para entender el cine de entretenimiento de los 80. Algo curioso, si tenemos en cuenta que en el momento de su estreno no gozó del éxito comercial esperado, recaudando poco más de 18 millones de dólares. Sin duda, su ritmo pausado y el argumento más preocupado en el conflicto romántico que en la pura aventura, fueron un lastre para que Lady Halcón no fuese el triunfo que sus creadores buscaban. El equilibrio perfecto entre acción, fantasía, romance y humor encontraría su ejemplo perfecto en una obra bastante más redonda, La princesa prometida (1987) de Rob Reiner. Aquella sí fue lo que Lady Halcón intentó pero se quedó a mitad de camino.
José Antonio Martín.
crítico de Sesión doble.
Estados Unidos. 1985. Título original: Ladyhawke. Director: Richard Donner. Guión: Tom Mankiewicz, Michael Thomas, Edward Khmara. Productora: 20th Century Fox/Warner Bros. Presupuesto: 20.000.000 dólares. Recaudación: 18.432.000 dólares. Localización principal: Italia. Música: Andrew Powell. Fotografía: Vittorio Storaro. Montaje: Stuart Baird. Intérpretes: Rutger Hauer, Matthew Broderick, Michelle Pfeiffer, John Wood, Leo McKern, Alfred Molina, Ken Hutchison.