La fuga de Logan (Logan’s Run, Michael Anderson, 1976)
Muchas son las obras de ciencia ficción que, a lo largo de los años, nos han mostrado distintas visiones de futuros distópicos, con la población viviendo oprimida por regímenes absolutistas o por las propias máquinas que una vez creamos y no podremos controlar, mostrándonos los peligros de tanto avance tecnológico. Ya desde los tiempos de la pionera Metrópolis (1927), de Fritz Lang, estas fábulas futuristas han sido una constante en el género, con obras tan interesantes como Rollerball (1975), Gattaca (1997), Matrix (1999) o Minority Report (2002). En 1976, la MGM invirtió 9 millones de dólares en llevar a la pantalla la novela La fuga de Logan, escrita por William F. Nolan y George Clayton Johnson, y se contrató para dirigirla a Michael Anderson, un realizador simplemente correcto que había logrado un gran éxito comercial en 1956 con su adaptación de La vuelta al mundo en 80 días, ganadora del Óscar a la mejor película. El guión de David Zelag Goodman introdujo varios cambios sustanciales respecto a la novela, por lo que puede considerarse una adaptación bastante libre de la misma.
La historia se desarrolla en La Tierra, en una especie de ciudadela construida bajo enormes cúpulas tras un terrible holocausto nuclear. Los habitantes viven entregados al ocio, sin conocer el trabajo, la enfermedad o las dificultades de la vida. La inteligencia artificial controla este aparentemente idílico orden, pero hay un alto precio que pagar por esta existencia perfecta: al cumplir los 30 años, los ciudadanos entregan sus vidas en una especie de ritual llamado El Carrusel, donde piensan que sus almas son purificadas y encuentran la reencarnación en el cuerpo de un nuevo clon (ya no existen nacimientos tal y como los conocemos hoy en día). Algunas personas que se niegan a morir a tan temprana edad, se rebelan y se convierten en fugitivos de los Vigilantes, que se encargan de darles muerte. El protagonista de la película es Logan, uno de estos Vigilantes, que al ver cómo su tiempo se le acaba, se convierte en presa cuando decide huir junto a Jessica 6, la chica que ama, al mundo exterior.
En los papeles protagonistas tenemos a unos jóvenes Michael York y Jenny Agutter. Él, un actor británico de gran popularidad en esa época, gracias a los éxitos de Cabaret (1972) y Los tres mosqueteros (1973). Agutter fue una de las actrices inglesas más hermosas de los 70 y 80, con obras tan destacadas como Equus (1978) o Un hombre lobo americano en Londres (1981). Sin duda, con La fuga de Logan alcanzaron la cota de popularidad más alta de sus carreras. Pero hay otras dos presencias secundarias que hoy son más recordadas que las de los propios protagonistas: el siempre enorme Peter Ustinov y la belleza rubia de Farrah Fawcett. El veterano actor de Quo Vadis (1951) o Espartaco (1960) le da el toque de calidad a la cinta con su interpretación del único superviviente del holocausto, habitante de un Washington D.C. en ruinas. Fawcett, por su parte, comenzaba a despuntar como mito erótico de toda una generación, confirmado ese mismo año cuando Aaron Spelling la eligió como una de las protagonistas de la exitosa serie de televisión Los ángeles de Charlie. Pero no nos engañemos, no es el apartado interpretativo lo más destacado de esta película. Antes de que George Lucas diese un paso de gigante en el terreno del cine concebido como espectáculo, gracias a La Guerra de las Galaxias (1977), La fuga de Logan sorprendió por sus efectos visuales (ganadores del Óscar), basados sobre todo en el uso de miniaturas para la elaboración de la sofisticada ciudad y sus modernos medios de transporte. Como curiosidad, los interiores de la ciudadela, están recreados en un centro comercial, algo evidente si nos fijamos en las escaleras mecánicas por las que se mueven los personajes. En uno de los pasajes más recordados del filme, aparece el robot Box que intenta acabar con la pareja protagonista y cuya misión es congelar a los fugitivos para reciclarlos en proteínas. Sin duda, se trata de una creación que ha envejecido considerablemente mal y que vista hoy, puede producir sonrojo en el espectador. Todo lo contrario que la excelente escena de la ceremonia de El Carrusel, bastante bien concebida (y aportación personal del guionista, ya que no se encuentra en la novela), en un tiempo donde no existían los efectos infográficos y todo era más artesanal. Otro aspecto destacadísimo de La fuga de Logan es la impactante representación de un Washington post-apocalítico, cubierto de vegetación. Todo el segmento de la historia que se desarrolla fuera de las cúpulas, remite visualmente a otro clásico de la ciencia ficción, El planeta de los simios (1968). La fotografía de Ernest Laszlo fue candidata al Óscar y la banda sonora de Jerry Goldsmith (ganador ese mismo año de su único Óscar por La profecía) le otorga un aire más sicodélico si cabe a sus coloristas imágenes.
En los últimos años se está hablando de una nueva versión de este filme, que en un principio iba a contar con Ryan Gosling como protagonista, algo que se ha acabado desestimando. Ya sabemos lo escasos de ideas que andan los guionistas en Hollywood actualmente. En su momento, La fuga de Logan fue un gran éxito comercial, con 25 millones de dólares recaudados, lo que propició el rodaje de una serie de televisión homónima, también bastante popular. Su influencia se ha dejado notar en posteriores cintas de similar corte futurista, especialmente en la infravalorada La isla (2005), una de las obras más interesantes del siempre denostado Michael Bay. Casi podría decirse que se trata de un remake inconfeso del filme de Michael Anderson, con un final prácticamente idéntico. La crítica también fue generosa con ella, arrasando en los Saturn de 1977 con seis premios: mejor filme de ciencia ficción, dirección artística, fotografía, vestuario, maquillaje y escenografía.
Pese a que los años no le han sentado muy bien, especialmente en la paupérrima vejez de sus efectos especiales, La fuga de Logan está considerado un pequeño clásico del género y un título de culto que tocaba temas tan adelantados a su tiempo como la clonación o la libertad sexual. Una obra entretenida y entrañable que se aleja de los típicos espectáculos vacíos de contenido, que buscaban camuflar la escasez de ideas con abundancia de efectos especiales. En esta ocasión, la magia visual está al servicio de la historia y no al revés. Esperemos que el realizador que se encargue de la nueva versión, tome buena nota de ello.
José Antonio Martín.
Estados Unidos. 1976. Título original: Logan´s Run. Director: Michael Anderson. Guión: David Zelag Goodman. Productora: MGM. Presupuesto: 9.000.000 dólares. Recaudación en USA: 25.000.000 dólares. Localizaciones: Dallas. Fotografía: Ernest Laszlo. Música: Jerry Goldsmith. Montaje: Bob Wyman. Intérpretes: Michael York, Jenny Agutter, Richard Jordan, Peter Ustinov, Farrah Fawcett, Roscoe Lee Browne.