LA PLAUSIBLE LIBERTAD DE MEL GIBSON
Vacaciones en el infierno (Get the Gringo, Adrian Grunberg, 2012)
“Soy culero porque el mundo me ha hecho así”, anuncia el vocalista de la cumbia que cierra Vacaciones en el infierno (2012), un título certero para definir el impacto abrasivo de un filme tan disfrutable como sinuoso en su ejecución. Noventa minutos antes, escuchamos 50,000 Miles Beneath My Brain de Ten Years After mientras dos payasos vestidos de amarillo intentan darse a la fuga en coche, con un suculento botín. El conductor pisa a fondo; su compañero –o socio, que dirían en la jerga– vomita sangre en los asientos traseros. Desde el cielo contemplamos la persecución, el vaivén de los coches atravesando ese páramo en donde se erige un muro a duras penas salvable: la frontera entre México y Estados Unidos. Seguidamente el coche se precipita hacia un montículo de tierra y se eleva y vuelca en el aire, aterrizando en la zona mexicana. El conductor, ya sin careta, es Mel Gibson. El actor, productor y director que representa el enigma del cine. El pasado año pudimos disfrutar de su inquietante poderío frente a una cámara en El castor, cuya historia –dirigida meritoriamente por Jodie Foster– sacaba a relucir al Gibson más turbador y, sin embargo, hipnótico de los últimos tiempos. El de Peekskill (Nueva York) había regresado meses antes al género de acción –de tintes negros– con Al límite. Un ejemplo de ese magnífico imán, tal vez excesivamente polarizado, que desconocíamos a finales de los 70, cuando se estrenó la primera entrega de Mad Max.
Esta vez encarna a un ladrón recluido en El Pueblito, nombre que recibe una cárcel que hace las veces de resort mugriento de los narcos y favela con privilegios para unos cuantos chulos. Allí conoce a un chico cuyo pasado, presente y futuro están unidos irremediablemente al jefe de todos ellos: éste necesita algo que sólo puede conseguir de ese niño fumador. Adrian Grunberg, un profesional acostumbrado a ser el ayudante de dirección en películas comerciales pero de escaso relieve, inicia por fin –y después de una veintena de títulos– su carrera como realizador. Y lo hace con buen pulso, fijando el objetivo sin pretenciosidad ni adornos. Introduce el bisturí en las infinitas capas de la violencia que surge de la corrupción institucional, de un virus que alcanza todos los estratos sociales. Por supuesto, no pierde su instinto recreativo, la seducción del tiroteo como declaración de intenciones. Porque este gringo, francotirador y carterista, conviene en un modelo industrial salpicado de amargura. Movimientos frenéticos y encuadres propios de cualquier documental de primera categoría: a fin de cuentas, hablamos de un producto barato –en términos estrictamente económicos–. No por ello menos estimable, pues ofrece un espectáculo crudo y decididamente vitalista.
Vacaciones en el infierno –coescrita, producida y protagonizada por Mel Gibson– existe por y para su personaje principal, un héroe cuyo discurso muestra signos de oxidación, pero también una fuerza descomunal: el atractivo de las figuras que viven en la cornisa de su existencia. Sujetos de pasado incierto y mirada triste. Sabes que pueden morir, tal vez de manera sorpresiva, y esperas que ocurra y constatar que era cierto, que pueden sangrar, que guardan flaquezas, que apenas sabías dos o tres cosas sobre sus demonios, pero que con un solo gesto expresan más que con cinco flashbacks superfluos; que sufren, que van a morir porque es ley de vida. Y en ese preciso instante desvelas la naturaleza del (anti)héroe: una sonrisa en mitad de la nada. Un cigarro a medio consumir. Así es Mel Gibson. Un director con efectos secundarios. Un actor alegre y deprimido, o las dos cosas a la vez. El enigma del cine.
Juan José Ontiveros.
Estados Unidos, 2012. Título original: ‘Get the Gringo’. Director: Adrian Grunberg. Guión: Mel Gibson, Adrian Grunberg, Stacy Perskie. Productora: Airborne Productions / Icon Productions. Presupuesto: 20.000.000 dólares. Fotografía: Benoît Debie. Música: Antonio Pinto. Intérpretes: Mel Gibson, Kevin Hernández, Daniel Giménez Cacho, Jesús Ochoa, Dolores Heredia, Peter Gerety, Roberto Sosa Martínez, Peter Stormare, Mario Zaragoza, Gerardo Taracena, Dean Norris, Tenoch Huerta, Fernando Becerril, Scott Cohen, Bob Gunton, Stephanie Lemelin, Patrick Bauchau, Aaron Cohen, Sofía Sisniega, Gustavo Sánchez Parra, Dagoberto Gama, Mayahuel del Monte.