EL ANGELICAL ROSTRO DEL MAL
La profecía (The Omen, Richard Donner, 1976)
Terror en estado puro. Eso es lo que proponemos en nuestra sesión doble de hoy. La profecía (The Omen, Richard Donner, 1976) no necesita defensa alguna como uno de los referentes obligados en el género fantástico, ya que tiene todos los ingredientes que consiguen que una película adquiera la categoría de título de culto. Analizamos las claves de su éxito y su efectividad para seguir aterrorizando al espectador más de treinta y cinco años después de su estreno. En 1968, Roman Polanski cambió el género de terror para siempre gracias a su exitosa y perturbadora La semilla del diablo, aquella película donde Mia Farrow sospechaba que su embarazo no era precisamente normal. Una historia de sectas satánicas que inauguró todo un subgénero sobre temática demoníaca y tuvo sus exponentes más exitosos durante la década de los 70 con El Exorcista (1973) de William Friedklin y el filme que nos ocupa.
La profecía no las tenía todas consigo para ser un triunfo. En aquellos momentos la Warner estaba gestando la secuela de su gran éxito El Exorcista, con un presupuesto cinco veces superior al suyo y la dirección de John Boorman, un realizador que había adquirido gran prestigio con Infierno en el Pacífico (1968) y Deliverance (1972). Para el director Richard Donner, La profecía sería su primera obra importante tras un par de títulos poco destacables y mucha televisión, y la Fox le confió un modesto presupuesto de 3 millones de dólares para sacar adelante la empresa. Si algo tenía a su favor, era el impresionante guión de David Seltzer (sobre una idea del productor Harvey Bernhard) que tenía entre manos, capaz de convencer a una estrella del calibre de Gregory Peck para encabezar su reparto, a cambio de 250.000 dólares y un 10% de los posibles beneficios en taquilla. El acierto fue total: la película ganó muchos enteros gracias a la poderosa interpretación de Peck y éste hizo uno de los negocios de su vida, ya que el filme recaudó 60 millones de dólares en todo el mundo (el doble que El Hereje, la muy fallida continuación de El Exorcista).
La historia de La profecía es por todos conocida: el diplomático Robert Thorn (Peck) engaña a su esposa Katherine (Lee Remick), adoptando a un bebé que le entregan la misma noche que su hijo muere durante el parto. El paso de los años hará que la esposa empiece a sospechar de que el niño es menos angelical de lo que aparenta. Toda la película está planeada como un thriller psicológico más que como un filme de terror al uso, algo que constituye uno de sus máximos aciertos. En ningún momento se presenta la amenaza del pequeño Damien como algo evidente. Todas las desgracias y muertes que se van sucediendo a lo largo de la trama, tienen la apariencia de “extraños accidentes”, y pese a la acumulación de numerosos momentos de impacto, el filme puede presumir de tener una perfecta progresión dramática. Nada sucede porque sí y todo resulta totalmente creíble dentro del marco fantástico en que se mueve. Richard Donner demuestra una elegancia fuera de lo común detrás de las cámaras, haciendo maravillas con su escaso presupuesto. Su buena mano para el cine de entretenimiento quedó patente en años posteriores con obras tan maravillosas como Superman (1978), Lady Halcón (1985), Los Goonies (1985), Arma letal (1987) o Los fantasmas atacan al jefe (1988). La perfecta elección de todos y cada uno de sus actores fue clave en el buen acabado de la película. Junto a Peck, la excelente Lee Remick es capaz de darle al personaje de la esposa toda la fragilidad requerida. Su paranoia, rozando la locura, está perfectamente plasmada en la interpretación de la actriz de mítica Días de vino y rosas (1962). Dos robustos complementos a la pareja protagónica son los notables David Warner y Patrick Troughton, en los roles de un fotógrafo que investiga las inquietantes muertes que se suceden alrededor de la familia Thorn y un cura que intenta prevenir al embajador de la verdadera naturaleza de su hijo adoptivo, respectivamente. Para redondear la jugada, una magnífica actriz inglesa como Billie Whitelaw da vida a uno de los personajes femeninos más temibles de la historia del género: la señora Baylock, misteriosa niñera de Damien, entregada en cuerpo y alma a la causa de mantener con vida al Anticristo.
Donner se la jugaba con la elección del niño protagonista, ya que sobre su inocente mirada y frágil presencia, recaía la personificación del mal en estado puro. No defraudó eligiendo al pequeño Harvey Stephens para el papel de Damien. El niño más rebelde que se presentó al casting consiguió la difícil tarea de atemorizarnos en momentos como cuando hace enloquecer a los animales del zoo con su presencia (con ataque de babuinos al coche incluído) o su desesperada reacción al ver una iglesia. Desde la impactante escena del quinto cumpleaños de Damien, donde su primera niñera se suicida ahorcándose delante de todos los invitados tras decir que lo hace por él, Stephens da sobradas muestras de haber nacido para este personaje. Las muertes que se suceden en La profecía están rodadas con un virtuosismo fuera de toda duda. Sin ser demasiado sangrientas, sorprenden por la excelente planificación de las mismas y lo gráficas que resultan. Los efectos especiales son, en este aspecto, irreprochables. Ahorcamientos, decapitaciones y empalamientos se suceden con todo lujo de detalles a lo largo de las dos horas de metraje sin que resten un ápice de importancia a lo que en realidad da verdadero miedo: la historia. De hecho, algunos de sus momentos más sobrecogedores de la obra son aquellos en que la sangre brilla por su ausencia. Dos ejemplos de ello: Damien en su triciclo, provocando la caída de su madre desde lo alto de unas escaleras o toda la investigación de Robert Thorn y el fotógrafo Kit Jennings que les lleva desde un monasterio a las afueras de Roma hasta un cementerio etrusco donde harán un espeluznante descubrimiento en el interior de unas tumbas. Muy curiosa resulta la presencia de la raza de perro rottweiler como animal que vela por la seguridad del hijo del Diablo, no solo en el que le acompaña día y noche en casa, sino también en el grupo de perros que custodian las tumbas del cementerio y atacan a los protagonistas. Si Hitchcock dijo en su día que no había que trabajar con animales ni con niños (algo que hizo en Los pájaros), Donner realizó un magnífico trabajo en este sentido. También supo imprimirle una perfecta factura a la cinta, gracias al maravilloso trabajo de cámara del fotógrafo Gilbert Taylor y, sobre todo, la inolvidable música de Jerry Goldsmith. El tema Ave Satani es uno de los más famosos que nos ha dado el cine de terror y le proporcionó a su autor el único Óscar de su carrera a la mejor banda sonora.
Donner se la jugaba con la elección del niño protagonista, ya que sobre su inocente mirada y frágil presencia, recaía la personificación del mal en estado puro. No defraudó eligiendo al pequeño Harvey Stephens para el papel de Damien. El niño más rebelde que se presentó al casting consiguió la difícil tarea de atemorizarnos en momentos como cuando hace enloquecer a los animales del zoo con su presencia (con ataque de babuinos al coche incluído) o su desesperada reacción al ver una iglesia. Desde la impactante escena del quinto cumpleaños de Damien, donde su primera niñera se suicida ahorcándose delante de todos los invitados tras decir que lo hace por él, Stephens da sobradas muestras de haber nacido para este personaje. Las muertes que se suceden en La profecía están rodadas con un virtuosismo fuera de toda duda. Sin ser demasiado sangrientas, sorprenden por la excelente planificación de las mismas y lo gráficas que resultan. Los efectos especiales son, en este aspecto, irreprochables. Ahorcamientos, decapitaciones y empalamientos se suceden con todo lujo de detalles a lo largo de las dos horas de metraje sin que resten un ápice de importancia a lo que en realidad da verdadero miedo: la historia. De hecho, algunos de sus momentos más sobrecogedores de la obra son aquellos en que la sangre brilla por su ausencia. Dos ejemplos de ello: Damien en su triciclo, provocando la caída de su madre desde lo alto de unas escaleras o toda la investigación de Robert Thorn y el fotógrafo Kit Jennings que les lleva desde un monasterio a las afueras de Roma hasta un cementerio etrusco donde harán un espeluznante descubrimiento en el interior de unas tumbas. Muy curiosa resulta la presencia de la raza de perro rottweiler como animal que vela por la seguridad del hijo del Diablo, no solo en el que le acompaña día y noche en casa, sino también en el grupo de perros que custodian las tumbas del cementerio y atacan a los protagonistas. Si Hitchcock dijo en su día que no había que trabajar con animales ni con niños (algo que hizo en Los pájaros), Donner realizó un magnífico trabajo en este sentido. También supo imprimirle una perfecta factura a la cinta, gracias al maravilloso trabajo de cámara del fotógrafo Gilbert Taylor y, sobre todo, la inolvidable música de Jerry Goldsmith. El tema Ave Satani es uno de los más famosos que nos ha dado el cine de terror y le proporcionó a su autor el único Óscar de su carrera a la mejor banda sonora.
Considerada una de las obras cumbres del horror de todos los tiempos, La profecía, como no podía ser menos, fue el principio de una trilogía que completaron la muy decente La maldición de Damien (1978) y la más floja El final de Damien (1981). También conoció una especie de continuación televisiva titulada La profecía 4: El renacer (1991) y un remake bastante desafortunado en 2006 en el que no se salvaba ni Mia Farrow en el papel de la señora Baylock. Además, multitud de títulos con niños diabólicos (o simplemente desquiciados) han surgido desde entonces. El buen hijo (1993) con Macaulay Culkin en plan chiquillo psicópata o La huérfana (2009) del español Jaume Collet-Serra son dos de los ejemplos más logrados dentro de esta tendencia. Ni que decir tiene que ninguno de ellos, sin embargo, llegó jamás a alcanzar el prestigio de La profecía. Una obra maestra que continuará asombrando a las futuras generaciones porque tiene algo que muchas otras, con todos los efectos visuales, casquería y espectacularidad del mundo no tienen: algo que contar. Da miedo, mucho miedo y es una pieza clave para entender el cine de terror tal y como lo conocemos en la actualidad. Si tienes que ver solo diez películas del género en tu vida, no lo dudes, una de ellas debe ser La profecía.
José Antonio Martín.
Ficha técnica:
Reino Unido-Estados Unidos. 1976. Título original: The Omen. Director: Richard Donner. Guión: David Seltzer. Productora: 20th Century Fox. Presupuesto: 2.800.000 dólares. Localizaciónes: Londres. Música: Jerry Goldsmith. Fotografía: Gilbert Taylor. Montaje: Stuart Baird. Intérpretes: Gregory Peck, Lee Remick, David Warner, Billie Whitelaw, Patrick Troughton, Harvey Stephens, Leo McKern.