Había una vez una niña en un pueblo pequeñito. Ella tenía una vida simple hasta que un día conoció a Disney y su existencia cambió para siempre. Tal vez este dramatizando un poco, pero lo cierto es que mis primeras experiencias en música, cine y literatura provienen de nada más y nada menos que de Walt Disney; la mayor parte de mi infancia puede resumirse a fantasear con ser una princesa y vivir en un castillo. Y no solo soy yo, todos en algún momento de nuestras vidas nos sentamos a ver El Rey León y lloramos cuando muere Mufasa. No me sorprende ver que en la actualidad Hollywood este tratando de revivir estos clásicos, se han convertido en sinónimo de esperanza y de magia; en estos tiempos de crisis a todos nos vendría bien un poco de eso. Lamentablemente lo que he visto hasta el momento no le llega ni a los talones a esos divertidos musicales de mi niñez.
Es difícil imaginar lo que sucede detrás de escenas en una película animada. A la mente se nos viene un cuarto lleno de dibujantes bebiendo café y cantando alegremente... Pero la máquina de crear sueños de Disney es, después de todo, un negocio como cualquier otro: al final lo que importa es que las ganancias superen por mucho a los costos. Waking Sleeping Beauty (Don Hahn, 2009) nos lleva a la fase de producción y diseño en los estudios de animación de Walt Disney durante el periodo entre 1984 y 1994. Como anuncia su título es la lucha por despertar a la princesa dormida, ese legado que estuvo a punto de morir y que resucitó gracias a un grupo de animadores llenos de creatividad y de verdadero amor por su trabajo. Después de películas como The Black Cauldron (El Caldero Mágico) ya nadie le tenía mucha fe a la sección de animación de esta gran compañía, es por eso que Roy Disney decide contratar a Michael Eisner, Frank Wells y Jeffrey Katzenberg. Lo que acontece después es una clásica lucha de poderes: animadores cansados exigiendo ser reconocidos, altos funcionarios haciendo apariciones en televisión y un público que solo quiere un poco de buen cine como en los tiempos de Walt.
Al final, a pesar de todas las peleas, el cansancio y los malentendidos, Disney volvió a ver la luz con producciones como La Bella y la Bestia (The Beauty and the Beast, 1991) y El Rey León (The Lion King, 1994), películas que sin importar tu edad te tocan el corazón porque son sencillamente geniales. Es difícil imaginar cómo sería la animación hoy en día sin filmes como estos. En un mundo donde el cine es cada vez más efímero (como comentaba mi compañero Juan José en reseñas pasadas), recuerdo estas joyas con gran cariño y este documental es un homenaje a ellas y sus realizadores. Waking Sleeping Beauty tiene todos elementos de un cuento de hadas: una bruja malvada, una princesa y muchos príncipes (los animadores); pero sobre todo tiene una pizca de magia y por supuesto, todos viven felices para siempre.
P.D.: Resulta que los animadores si cantan, pero para mi sorpresa lo hacen al ritmo de mariachis.
Ficha técnica:
Estados Unidos, 2009. Título original: “Waking Sleeping Beauty”. Director: Don Hahn. Guión: Patrick Pacheco. Productora: Stone Circle Pictures / Walt Disney Studios Motion Pictures. Recaudación Estados Unidos: 80.172 dólares. Música: Chris Bacon. Montaje: Ellen Keneshea. Vartan Nazarian, John Damien Ryan. Ganador de un premio Annie en 2011 al mérito artístico.