Hace millones de años, Ridley Scott envió a un culturista albino a pudrirse en vida en mitad de un embriagadoramente bello paisaje islandés. Mucho tiempo después, en nuestro futuro cercano, una pareja de arqueólogos disfuncionales encuentra indicios leves sobre la existencia de estos maromos del espacio, además de una serie de… manchas, que resulta que coinciden con una constelación en el quinto pino. Con estas mimbres, le comen la oreja a un viejuno moribundo podrido de pasta y así se pone en marcha una enorme operación científica para dar con los supuestos creadores de la humanidad.
Así comienza Prometheus, la última obra maestra empresarial de Ridley Scott distribuída por la 20th Century Fox. Admirador de lo mejor de Ridley y marcado en mi infancia por la genialidad de Alien, el 8º pasajero, esta semi precuela lo tenía todo a priori para convertirse en mi película del verano, así que aprovechando un viaje a EEUU, acudí al cine más cercano presa de la emoción, preparado para ver la joya cinematográfica sin haber leído nada antes… como los hombres.
Y en esa ignorancia mía buscada a propósito fui a dar con mi “Blue Oyster” particular. El filme parte de presupuestos relacionados con Alien, pero aspira a ser una película independiente, dejando además la puerta abierta a una continuación (que estamos seguros jamás llegará a existir). Por desgracia, el equipo de producción, del que también formaba parte el propio Scott, decidió que esta iba a ser una película diseñada para epatar adolescentes con gloriosas escenas en 3D de paisajes y hologramas extraterrestres, mientras un grupo de actores horriblemente seleccionados se comporta como estudiantes de 2º de la ESO en una excursión a la playa de Gandía. Por el camino, un guión de tercera, un argumento carente de lógica, y dos o tres fórmulas tramposas para hacer valer este desastre de trama.
En mi opinión, el problema es que recientemente, cuando un equipo de producción aprueba una película, la afrontan más como un fenómeno comercial que como una creación artística. Se pone tiempo y cuidado en reunir los mejores medios técnicos, estéticos, un glorioso diseño, un vestuario y una iluminación impactantes, unos barrocos efectos 3D, un gancho para el público de mediana edad (Ridley Scott y la posibilidad de profundizar en el mito de Alien), un gancho para los jóvenes (tías buenas, hombretones, y cosas espaciales que molan mazo), una promoción de meses, una campaña de marketing hiper millonaria, apuesta por jóvenes talentos con el añadido de algunos titanes…
Todos estos aspectos son impecables en Prometheus. El problema llega cuando, una vez se ha decidido todo esto, al equipo creativo apenas le queda margen para intentar hacer una buena película: se ha apostado tan fuerte financieramente en la película, que crear unos personajes complejos, una trama sólida y unos diálogos de calidad no sólo parece una pérdida de tiempo, sino que además corre el riesgo de enajenar a una parte de ese amplio público que ha sido objeto de la campaña mediática… Luego se acaba optando por personajes simples, maniqueos, fáciles de definir, mono dimensionales (ese es malo, ese es chulo, esa es tonta, ese es un putero), con la única posible excepción el androide, con una personalidad más compleja que, por desgracia, tampoco acaba sirviendo mucho a la trama; una trama de cortometraje alargada con absurdas escenas de acción que no vienen a cuento y unos penosos intentos por no ofender a nadie que acaban siendo grotescos (tristísimas referencias veladas al sexo, carencia absoluta de rigor científico, exceso de referencias religiosas en segundo plano). El resultado es una mierda de película con un aspecto fantástico.
Jon Andoni Alonso.
Ficha técnica:
Estados Unidos, 2012. Título original: “Prometheus”. Director: Ridley Scott. Guionistas: Jon Spaihts, Damon Lindelof. Productora: 20th Century Fox / Scott Free Productions / Dune Entertainment. Presupuesto: 150.000.000 dólares. Localizaciones principales: Buckinghamshare (Reino Unido), Islandia, Escocia y España (Ciudad de la Luz, Alicante, España). Cámara: Red Epic, Zeiss Ultra Prime and Angenieux Optimo Lenses. Fotografía: Dariusz Wolski. Música: Marc Streitenfeld. Montaje: Pietro Scalia. Intérpretes: Noomi Rapace, Michael Fassbender, Charlize Theron, Idris Elba, Guy Pearce, Logan Marshall-Green, Sean Harris, Rafe Spall, Emun Elliott, Benedict Wong, Kate Dickie, Patrick Wilson, Lucy Hutchinson y Giannina Facio.