El último instante de libertad
Alicia en las ciudades (Alice in den Städten, Wim Wenders, 1973).
En una playa solitaria un hombre hace una fotografía con una cámara Polaroid. Espera a que se revele entre sus manos. Compara el resultado con la realidad y no parece satisfecho. Coloca en el suelo unas cuantas fotografías más, las mira y las recoge. No encuentra en ellas lo que busca. El escritor Philip Winter sufre una crisis creativa y vital y vaga como un fantasma por las carreteras solitarias de Estados Unidos. Tiene el encargo de escribir un artículo sobre este viaje, pero le resulta imposible. Busca en sus fotografías captar algo de la realidad que vive y se le escapa, pero lamentará en más de una ocasión que no muestran lo que él ve, la realidad según pasa ante sus ojos. Incapaz de cumplir con su encargo y ante la negativa del editor de adelantarle más dinero, opta por volver a Alemania, su país natal. En el aeropuerto se encontrará con que no puede volver por una huelga de controladores aéreos. Deberá esperar al día siguiente y si quiere volar, la única opción es ir a Ámsterdam. En este viaje demorado conocerá a una joven alemana, Lisa, y a su hija que tampoco pueden retornar a Berlín. Así Phil conocerá a la niña Alicia y para nosotros dará comienzo una hermosa historia de amistad, quizá la más gélidamente narrada de la historia del cine, pero sin duda una de las más emocionantes y profundas que nos pueda ser dado admirar.
Alicia en las ciudades (Alice in den Städten, 1973) fue rodada en formato de 16 milímetros y fotografía, obra de Robby Müller, en blanco y negro. Esto dio como resultado una imagen con grano y lógica falta de limpieza que deviene perfecta para hacernos sentir ese vacío, esa desesperanza que parecen consumir a Phil. Todo es gris y desolado en su periplo vital y no encuentra salida a su estado anímico. Un bucle de oscuridad en el cual el entorno adquiere el tono frío de una fotografía crepuscular. Su encuentro con Alicia significará un viaje tanto físico como emocional que lo llevará a aceptarse de nuevo. Pero también Alicia es un personaje roto que se irá componiendo según avance la película. Abandonada por su madre al cuidado de Phil, un hombre que acaba de conocer el día anterior, separada y embebida en su actual relación sentimental, da una idea de la soledad en la que también está varada Alicia. A medida que avanza la película, la amistad entre estas dos personas solitarias irá cobrando forma. Se centrará en sus gestos, en sus movimientos, en sus rostros, en detalles nimios e insignificantes que desvelarán sin embargo cómo nace el afecto, cómo este puede crecer de la nada. La mirada sobre el paisaje ya no será impersonal y vacía sino que estará protagonizada por ellos haciéndonos compartir y comprender su punto de vista. Phil se irá humanizando, volverá a sentirse vivo, a escribir, contagiado de ese inconsciente no saber rendirse de Alicia. De los encuadres dominados por el vacío que presidían el fragmento norteamericano a la invasión del mismo por parte de nuestros protagonistas en Ámsterdam o en el tramo final, cuando Phil y Alicia buscan la casa de los abuelos de esta con la única pista de una vieja fotografía que conserva la niña. De las fotografías de Phil con sus paisajes desolados a las fotografías que se hace con Alicia en un fotomatón, uno de los instantes más intensos y sentidos de la película, el que marcará la unión definitiva entre esos dos espíritus escindidos, hay todo un mundo recorrido, el que lleva de la soledad a la comprensión y aceptación de que hay otra persona como él que lo necesita y requiere su ayuda.
Fotograma de 'Alicia en las ciudades', de Wim Wenders |
Wenders, inspirado por la lectura de un relato de Peter Handke, Carta breve para un largo adiós, colaboró con Veith von Fürstenberg creando un libreto en el que lo pequeño nos lleva a lo más grande. Solo en la celebrada Paris, Texas (1984) y en algunos momentos de El cielo sobre Berlín (Der Himmel über Berlin, 1987) Wenders lograría alcanzar tales cotas de emoción.
Wenders no cede en ningún momento a la ternura almibarada. La amistad que va formándose entre sus dos protagonistas se muestra siempre en pequeños detalles, alguna mirada o en discusiones sin sentido. A veces simplemente momentos como los que comparten imitando los gestos que ven dibujados en un cartel a un lado de la carretera. En su viaje de búsqueda entre lo inventado y lo híper real, la falta de dinero pone límite a su aventura de continuo, delimitando y cercando el tiempo del que disponen para estar juntos. Y al final, tras el pequeño grito de Alicia al descubrir la casa de sus abuelos, Phil contemplará la vieja fotografía y con sorpresa comprobará que ahora sí, la imagen es un reflejo exacto de la realidad. Sí reconoce en ella lo que se muestra ante sus ojos. Todo parece encajar por primera vez. Solo que ahora será la realidad la que provoque el desajuste: los abuelos de Alicia ya no viven allí. Lo que ven sus ojos es ahora lo falseado, conservando la fotografía la esencia de lo que fue real. Interpretada con gran contención y poderosa naturalidad por Rüdiger Vogler (Phil, el escritor) y Yella Rottländer (Alicia), cuenta también con un pequeño papel de la sensacional cantante Sibylle Baier (grabó un único, fascinante, conmovedor, hipnótico disco a principios de los 70 que no vio la luz hasta el año 2006: Colour Green). Ella es la joven que canta en el ferry. Solo unos segundos. La niña que sostiene en brazos era su hija en la vida real, Julia. En el guion, Wenders, inspirado por la lectura de un relato de Peter Handke, Carta breve para un largo adiós, colaboró con Veith von Fürstenberg creando un libreto en el que lo pequeño nos lleva a lo más grande. Solo en la celebrada Paris, Texas (1984) y en algunos momentos de El cielo sobre Berlín (Der Himmel über Berlin, 1987) Wenders lograría alcanzar tales cotas de emoción. El final de Alicia en las ciudades se nos mostrará con la misma sencillez que el resto de la aventura: los dos protagonistas asomados por la ventanilla de un tren dejando que el viento azote sus rostros. Quizá el último momento de libertad que Alicia y Phil disfruten juntos.
José Luis Forte
© Revista EAM / Cáceres
Ficha técnica
Alemania Federal, 1973-4. Título original: “Alice in den Städten”. Director: Wim Wenders. Guión: Wim Wenders & Veit von Fürstenberg. Productora: Produktion 1 im Filmverlag der Autoren / WDR. Presupuesto: 500.000 marcos alemanes. Localizaciones: Ámsterdam, Nueva York y North Rhine, Alemania. Cámara: 16 mm. Montaje: Peter Przygodda. Música: Can. Fotografía: Robby Müller. Intérpretes: Rüdiger Vogler, Yella Rottländer, Lisa Kreuzer, Edda Köchl, Didi Petrikat, Ernest Böhm.