'Sueños eléctricos' (Electric Dreams, Steve Barron, 1984) |
Esta noche de sábado comenzamos una nueva sección con todo el aroma del cine de verano americano. Cine de entretenimiento lleno de nostalgia que nos trasladará por unos instantes a los años setenta, ochenta y noventa. Dirigido por Jose Martín, este apartado nos propondrá dos películas muy diferentes: una primera más modesta, de presupuesto escaso e ideas desfasadas pero que sigue escondida en nuestros corazones; una segunda, que será todo un himno del cine de entretenimiento y por la que no pasan los años. Inauguramos 'Sesión doble' con Sueños eléctricos, una simpática comedia romántica que tuvo mucha difusión en los canales televisivos espñales. Después, como colofón de la noche, Desafío total, de Paul Verhoeven. Preparen las palomitas y monten en la máquina del tiempo.
¿SUEÑAN LAS MÁQUINAS CON PRECIOSAS VECINITAS DE AL LADO?
Sueños eléctricos (Electric Dreams, Steve Barron, Estados Unidos, 1984)
Voy a romper una lanza a favor de esta película, aún consciente de que no se trata de ninguna obra maestra y que los años han podido perjudicarla bastante; dado lo ingenuo de su premisa argumental y los avances que ha habido en tecnología desde 1984, año del que data su estreno. La ví muchísimas veces de niño y me ganó el corazoncito. Hace pocos años la volví a revisar y me siguió conquistando, por lo que mi historia de amor con este pequeño título ochentero será para toda la vida.
Que su director sea Steve Barron no es precisamente garantía de calidad. Este hombre tiene como obras más conocidas la primera entrega de “Tortugas Ninja” (1990) y la comedieta con Dan Aykroyd “Los Caraconos” (1993), logrando su mejor obra en 2001 con la poco popular cinta deportiva “Mike Bassett: England Manager”. De hecho, su prestigio venía unido a su trabajo como realizador de videoclips, llegando su debut con “Sueños Eléctricos” un año después de grabar con Michael Jackson el video musical de “Billy Jean”.
Que su director sea Steve Barron no es precisamente garantía de calidad. Este hombre tiene como obras más conocidas la primera entrega de “Tortugas Ninja” (1990) y la comedieta con Dan Aykroyd “Los Caraconos” (1993), logrando su mejor obra en 2001 con la poco popular cinta deportiva “Mike Bassett: England Manager”. De hecho, su prestigio venía unido a su trabajo como realizador de videoclips, llegando su debut con “Sueños Eléctricos” un año después de grabar con Michael Jackson el video musical de “Billy Jean”.
De los actores, tampoco mucho que destacar. El protagonista masculino, Lenny von Dohlen, pese a estar de lo más correcto en la película, no consiguió llegar muy lejos después, limitándose a papeles secundarios en filmes poco destacables como “Dos chicas en la carretera” o “Solo en casa 3”. Lo de Virginia Madsen es otro cantar. Nunca ha estado más bella y encantadora que en esta película y, aunque ha tenido una carrera irregular, puede presumir de títulos interesantes como “Dune”, “Labios Ardientes”, “Candyman” o la exitosa cinta independiente “Entre copas”, por la que fue candidata a un Oscar. Juntos forman una pareja con química en pantalla, sin duda, pero la verdadera gracia de la historia es que se trata de un peculiar triángulo amoroso, completado con un ordenador personal, modelo Commodore 64, hoy totalmente desfasado.
La relación amorosa entre Miles, un tímido arquitecto que trabaja en el diseño de un ladrillo a prueba de terremotos y su nueva vecina, Madeline, una preciosa joven que toca el chelo en una orquesta, se complica hasta extremos insospechados cuando el ordenador de él, a causa de un accidente casero, cobra conciencia y es capaz de pensar por sí mismo. No sólo eso: es capaz de enamorarse… y componer música para conquistar al interés amoroso de su dueño. La rivalidad entre humano y máquina por hacerse con el amor de Madeline pasa por momentos de comicidad (muy divertida la parte en que el ordenador se monta su fiestita particular en casa, en rebeldía contra su amo ausente, molestando a los vecinos con la música a toda pastilla), pero poco a poco se va tornando en pesadilla, llegando un momento en que la máquina es capaz de controlar toda la casa y llega a obsesionarse con declararle su amor a la chica.
Lenny von Dohlen disputa junto a un ya vetusto sistema informático el amor de su vecina en 'Sueños eléctricos' |
“Sueños eléctricos” podría definirse como una comedia romántica, con toques de ciencia ficción y salpicada de pausas musicales en las que Barron demuestra su dominio del videoclip, ayudándose de la maravillosa música de Giorgio Moroder y canciones tan pegadizas como “Together in Electric Dreams” de Phil Oakley o “Love is Love” de Boy George. La banda sonora es, sin duda, lo más recordado del filme.
Más tierna que divertida, y con una carga de amargura insospechada en el tramo final, la película sabe combinar con cierto equilibrio todos sus elementos, dosificando el humor de manera sutil para no caer en la típica comedia familiar tipo “Cortocircuito”, y añadiendo algunos conflictos externos (el compañero de orquesta que también pretende a la chica, los continuos engaños de Miles hacia ella, en su intento de ocultar la existencia del ordenador entrometido), que consiguen que el romance nunca caiga en lo empalagoso.
Técnicamente, vista a día de hoy, ha quedado un tanto desfasada, resultando hasta cómica la “sofisticación” del ordenador, pero si un domingo por la tarde, te olvidas de que estamos en la Era de Facebook y nos imaginamos que vivimos de nuevo en 1984, “Sueños Eléctricos” me parece una reivindicable cinta para pasar un rato de lo más entretenido.
José Antonio Martín.
Ficha técnica:
Estados Unidos-Reino Unido, 1984. Título original: “Electric Dreams”. Director: Steve Barron. Guión: Rusty Lemorande. Productora: MGM / Virgin. Recaudación mundial: 2.467.000 dólares. Localización principal: California. Música: Giorgio Moroder. Fotografía: Alex Thomson. Montaje: Peter Honess. Intérpretes: Lenny von Dohlen, Virginia Madsen, Maxwell Caulfield, Don Fellows, Alan Polonsky, Wendy Miller, Miriam Margolyes.