GENERAL ORDERS No. 9 (ROBERT PERSONS, 2009)

Una de las múltiples postales de General Orders No. 9, documental estrenado el pasado año en Estados Unidos

General Orders No. 9 (Robert Persons, 2009) se nos vende como un documental experimental con una fotografía de primera y una narración poética, todo encaminado a hacernos ver los cambios que ha sufrido el sur estadounidense por mano del hombre. Un documental acerca de la perdida y el afán del ser humano por marcar territorios, delimitar fronteras y cambiar todo a su paso.

Los primeros quince minutos me parecieron más un slideshow que una película, algo muy parecido a esos videos de “sonidos de la naturaleza” sin los sonidos de la naturaleza. Luego las imágenes empiezan a cambiar y hasta podríamos decir que el ritmo aumenta, pasamos de un bosque a un condado y de un condado a una ciudad. El único personaje que nos acompaña en esta historia es el narrador que nos expone de forma poética sus sentimientos con respecto a estos cambios. Sus monólogos son pausados, con largos silencios entre cada uno, como para darnos tiempo de asimilar la información que se nos brinda. El segmento dedicado a la ciudad en mi opinión es el más fuerte, pero la comparación de la ciudad con una maquina me pareció salido de The Matrix. La fotografía es fantástica y por eso muchos comparan el film con los trabajos de Malick, pero este documental no da en el clavo y termina viéndose como un collage de imágenes aleatorias en lugar de un retrato bien pintado.

En el afiche de la película se lee la frase: “un último viaje por la madriguera del conejo antes de que sea pavimentada” y en algún momento me sentí como Alicia, pero debo decir que mi viaje por el país de las maravillas no fue tan maravilloso. General Orders No. 9 es un intento de tocar hondo, pero se queda en la superficie; le falta ese algo que hace que un mensaje se nos quede grabado, nos revuelva la conciencia y nos quite el sueño. Quiere ser un contraste entre la naturaleza y las ciudades, enfocando el cambio que hace el hombre por donde pasa, mostrándolo de forma caótica y desordenada. Se nos muestra una ciudad sin habitantes, una canoa sin hombres y un estacionamiento sin autos y francamente veo esto como una jugada sucia, un intento pobre de hacernos creer que todo estaría mejor sin nosotros. Esta visión me parece un tanto ingenua y pesimista, el cambio es necesario y el caos es una simple ley del universo, es el final inevitable que nos espera.

Antes de que empiecen a creer que quiero quemar todos los bosques para construir condominios tengo que decir que ante todo creo en el ser humano y en la habilidad innata que poseemos para de alguna manera buscarle solución a nuestros problemas y encontrar un balance entre costos y beneficios. Eso es lo que le falta a este filme: esperanza. Es exactamente lo que dice ser, un viaje por un agujero, pero no se nos permite ver la luz al final del túnel.

Por Alexandra Castillo

Algún día en cualquier parte,
indefectiblemente te encontrarás a ti mismo,
y ésa, sólo ésa,
puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas.

Edición de Emilio Luna
El Antepenúltimo Mohicano