|
Tyrion Lannister comanda las tropas del rey en el asedio de Blackwater |
Mucho se ha hablado del penúltimo episodio de la segunda temporada de Juego de tronos. Grandes elogios han llegado desde ambos lados del atlántico a un capítulo que para la mayoría de los espectadores ha sido todo un tratado cinematográfico en la pequeña pantalla. Titulado “Blackwater” (Aguasnegras), nos traslada a la bahía de Desembarco del Rey donde se produce el intento de asedio de las tropas del aspirante al trono, Stannis Baratheon, a la capital del reino. Blackwater era, para muchos, la cita marcada en rojo de esta temporada, además, que el guionista fuera el propio George R.R. Martin y el director fuera el muy personal Neil Marshall (Centurion) acrecentaba esas vigorosas expectativas. Unas esperanzas que se vieron cumplidas a tenor de su acogida, pero, ¿es para tanto Blackwater?
La respuesta es contundente: no. Desarrollado íntegramente en Desembarco del Rey (King’s Landing), esta novena entrega resulta irregular e incluso insatisfactoria si se aumenta la lente de la exigencia.
¿Por qué? Básicamente porque la carencia de medios en los momentos importantes hacen parecer que estamos ante un producción épica de los setenta con maniquea teatralidad y cierta dejadez en los detalles. Se supone que con todos los medios que existen hoy en día, una batalla o una confrontación bélica (véase las recientes de
El abismo de Helm de
Las dos torres o el asedio a Jerusalén de
El Reino de los Cielos) debía suponer un punto de inflexión en
Juego de tronos.
|
El poder del fuego Valyrio haciendo estragos en la armada comandada por el legítimo heredero Stannis Baratheon |
Algo que no consigue ni de lejos ni tampoco logra disimular con los mismos tres planos largos de la zona de almenas o la carencia de extras en unas descafeinadas luchas entre los soldados de ambos bandos. Prueba de esto son la segunda y tercera línea de cada escena donde se mostraban coreografías muy poco trabajadas que minusvaloraban la parte principal de cada secuencia. El ascenso de Stannis Baratheon por las murallas de Desembarco del Rey – que recuerda levemente al asedio inicial en el Excálibur de John Boorman – resulta tan increíble como anticlimático. Un conjunto de escenas bastante mediocre que empañan todas las virtudes de este episodio, que también son muchas.
|
Sansa Stark, una prometida coraje ante la enervante presencia de su futuro marido, el rey Joffrey |
La principal, el manejo inicial de la tensión y la dosificación de ésta durante las escenas bélicas. La intimidad aplasta por completo en este episodio al fallido intento de épica. Aquí emergen unos grandes
Cersei y
Tyrion Lannister que hacen el capítulo suyo. También aportan su granito de arena
Bronn y
Sándor Clegane en sus aprovechados minutos en pantalla. Caso especial el de
Cersei que, como en el capítulo anterior, cobra fuerza aportando brío a las tramas de la ciudad central de Poniente. Sería injusto reseñar, dentro del segmento de la espectacularidad, el epílogo final con la llegada por sorpresa de
Tywin Lannister (se esperaba que fuera al encuentro de
Robb Stark) junto a
Loras Tyrell y, sobre todo, la argucia estratégica de
Tyrion con el
fuego Valyrio, realmente impresionante – con ese icónico lanzamiento de
Bronn – de una belleza plástica no antes vista en la televisión. Sin duda, solo por ello, este
Blackwater es un notable episodio que con una mejor (y mayor) producción pudiera haber hecho honor a esos magnánimos calificativos que se la han otorgado.
|
Bronn como "ejecutor" de la tropas enemigas en Aguasnegras |
VALORACIÓN: 82/100 CANCIÓN DE HIELO Y FUEGO