
La historia comienza con Kinya (Tetsuya Takeda), un joven en esos años en que la cultura hippie ya había fenecido y el punk aún no había llegado a todas partes. Torpe, perdido y recién abandonado por su novia, Kinya se ve a sí mismo como un conquistador nato, un triunfador al que el pequeño revés sufrido le ha venido hasta bien pues aprovechará para hacer un viaje a la isla de Hokkaido. Pero lo que ve el espectador es algo bien distinto: Kinya tropieza con todo, las chicas se burlan de sus intentos de ligoteo cuando no lo ignoran, sus amigos rechazan ir con él de viaje… En fin, Kinya está solo y es un desclasado, alguien excluido de la sociedad que le rodea aunque no es consciente de ello. Entra en una tienda a comprar una camisa y se ríe de la que le ofrece el tendero, según Kinya una camisa de paleto de pueblo, una de color blanco. Al plano siguiente Kinya sale de la tienda con ella puesta. Un ejemplo de cómo contar con imágenes su carácter fatuo, débil, sin personalidad. Apoyado esto además con una dirección muy propia de los setenta: continuos reencuadres, zooms, todo en plan documental y realista.
Pronto entra en escena la joven Akemi (Kaori Momoi), también abandonada por su novio, un personaje tan alejado de la realidad y desclasado como Kinya, pero en su caso debido a su tremenda timidez. Con ese desparpajo propio de los realmente tímidos, que cuando al fin se deciden a dar un paso aplastan lo que encuentran a su paso, Akemi decide acompañar a Kinya en su viaje. La road movie está en marcha: una película de carretera, una de esas que deberían figurar entre los grandes clásicos de este género. Pero si no era bastante con dos inútiles, enseguida se les unirá un tercero.
Estos cambios son mostrados siempre por Yamada, ayudado por el guion de Yoshitaka Asama basado en la novela de Pete Hamill, a través de pequeños detalles, de incidentes que parecen no tener importancia pero que serán los que marquen el devenir de los tres protagonistas. Este minimalismo alcanzará cotas de increíble delicadeza en los momentos en que el misterioso Yusaku rememore su pasado ante la mirada impactada de los dos jóvenes, minúsculos flashbacks en los que una mirada, un gesto, unas frases intrascendentes logran decir más que películas enteras. Una maestría en la narración por medio de lo pequeño para alcanzar la emoción más alta que deja el corazón arrasado.
Yamada no duda en utilizar el recurso de mostrar la belleza de Hokkaido, la gran isla al norte de Japón, o de valerse en su tramo final de un truco para emocionar al espectador que, visto lo anterior, no necesitaba, pero su objetivo era hacer una película comercial y tampoco molesta este desliz. De hecho, a pesar de ese deseo más que evidente de hacer una película popular, vista hoy lo que parece es una de esas películas que los directores indies que pululan por el Festival de Sundance sueñan con hacer y no logran ni de lejos.

Escribe encerrado en una cueva, nunca entra el sol.
Proyecta películas en la pared, ni que fuera Platón.
Cuando sale se divierte, aunque solo piensa en volver.
Cuando por las noches llueve, también le gusta leer.
arthurmachen [@] hotmail.com
La décima víctima
