Unimos dos secciones (Cine Club y Court-Métràge) para nadar hacia los orígenes del cine. Resulta paradójico que la primera pieza cinematográfica, parte del cimiento del teatro de los sueños que hoy concebimos, tuviera como referente a un mago visionario como Julio Verne. Georges Mèliés adaptó de una manera muy particular el clásico del maestro de Nantes (padre de la ciencia-ficción), De la Tierra a la Luna (1865) y la novela de Herbert George Wells, Los primeros hombres en la Luna (1901). El resultado fue Viaje a la Luna (Le Voyage dans la Lune, 1902), cortometraje clave en la historia del séptimo arte y una de las obras culmen del realizador galo, autor de más de quinientas creaciones. Una maravilla que comenzó desde la rivalidad, con un apellido clave de fondo: Lumiére. Es la historia del cinematógrafo.
El 28 de Diciembre de 1895, Georges Mèliés asistió a la presentación en sociedad del nuevo invento de Auguste y Louis Jean Lumière: el cinematográfo. Una maquina que con el paso de las décadas fue evolucionando al concepto de cámara que se conoce hoy en día. Mèliés, intentó comprarla pero se encontró con la negativa de los fotógrafos de Besançon. No se rindió y decidió fabricar su propio aparato a partir de un instrumento creado por el británico Robert W. Paul. El enorme talento que atesoraba hizo el resto, convirtiéndose en el responsable de la aparición del término “cine”. Un ilusionista que depuró su estilo al máximo siendo considerado el pionero de técnicas como el travelling inverso y de la doble sobreimpresión.
Viaje a la Luna es la ejemplarización de la magia. Mèliés, Wells y Verne, con la fotografía de Lucien Tanguy en un actor de prestidigitación sin precedentes. Su estreno tuvo un impresionante éxito tanto en su país natal como al otro lado del océano. Ayudantes de Thomas Alva Edison distribuyeron la cinta por numerosas ciudades estadounidenses dejando atónito al respetable. Avatares de los tiempos, el cineasta francés no rentabilizó lo más mínimo dicho triunfo. Siempre quedará su cine y la semilla que ha convertido a este noble arte en toda una pasión.
El 28 de Diciembre de 1895, Georges Mèliés asistió a la presentación en sociedad del nuevo invento de Auguste y Louis Jean Lumière: el cinematográfo. Una maquina que con el paso de las décadas fue evolucionando al concepto de cámara que se conoce hoy en día. Mèliés, intentó comprarla pero se encontró con la negativa de los fotógrafos de Besançon. No se rindió y decidió fabricar su propio aparato a partir de un instrumento creado por el británico Robert W. Paul. El enorme talento que atesoraba hizo el resto, convirtiéndose en el responsable de la aparición del término “cine”. Un ilusionista que depuró su estilo al máximo siendo considerado el pionero de técnicas como el travelling inverso y de la doble sobreimpresión.
Viaje a la Luna es la ejemplarización de la magia. Mèliés, Wells y Verne, con la fotografía de Lucien Tanguy en un actor de prestidigitación sin precedentes. Su estreno tuvo un impresionante éxito tanto en su país natal como al otro lado del océano. Ayudantes de Thomas Alva Edison distribuyeron la cinta por numerosas ciudades estadounidenses dejando atónito al respetable. Avatares de los tiempos, el cineasta francés no rentabilizó lo más mínimo dicho triunfo. Siempre quedará su cine y la semilla que ha convertido a este noble arte en toda una pasión.
A continuación, pueden ver una copia restaurada de Viaje a la Luna (Le Voyage dans la Lune, 1902).