"Amena vuelta al universo Marvel llena de espectacularidad, efectos y un buen casting lastrado por un guión monocorde que hace del filme una simple presentación."
El superhéroe ha muerto. Una sentencia bastante cuestionable pero que se extrae de la nula trascendencia del género en la industria cinematográfica de los últimos dos años. Salvo contadas excepciones con la forma de dilema shakesperiano del Batman de Christopher Nolan, este sobreexplotado subgénero fantástico ha encontrado alivio y escape en héroes de bajo perfil. Personajes entre lo humano y lo estrafalario (Kick-Ass, Super, Scott Pilgrim contra el Mundo o la producción televisiva británica Misfits) o simplemente caballeros taciturnos (Driver en Drive –Nicolas Winding Refn--) que conectan de manera más natural que los clásicos de DC Cómics o Marvel. Precisamente, ésta última busca con fuerza el rescate de una temática que tuvo su auge al comienzo del nuevo milenio. Hasta la fecha con intentos decentes, articulados en beneficio del megaproyecto del estudio y unas de las películas más esperadas de 2012, The Avengers, Los Vengadores.
Tras el drástico epílogo del Spiderman de Sam Raimi, Marvel Studios apostó por la renovación. Un comienzo que encontró en Ironman (Jon Favreau, 2008) el aliento necesario en forma de buenas críticas y una acogida sobresaliente del público. Los casi mil millones de dólares recaudados dieron alas a la compañía repitiendo fórmula con El Increíble Hulk (The Incredible Hulk, Louis Leterrier, 2008), la segunda parte del hombre de hierro (2010) y Captain America (Joe Johnson, 2011). Sin obtener el mismo resultado mediático, la maquinaría ya estaba en marcha con numerosas presentaciones o extensiones de la franquicia que desembocarían en el citado proyecto que capitaneará Joss Whedon. Cómo otra pieza más en el puzzle esta pasada primavera arribó Thor (2011) y lo hace de la mano de un director poco habituado al blockbuster, Kenneth Branagh.
La elección de Branagh, actor y director formado con la letra de William Shakespeare, buscaba un golpe de efecto similar a la entrada de Christopher Nolan en la saga del hombre murciélago de DC Cómics. Un personaje cómo Thor, pleno de enigma y magia, parecía el más apropiado para ese nuevo giro cualitativo y adulto ansiado por Marvel. Junto a Branagh, el gran dilema de esta producción sería quien representaría al guerrero nórdico. Tras numerosos rumores de negociaciones, donde circularon nombres desde Brad Pitt hasta el televisivo Josh Holloway, finalmente el papel fue a parar a Chris Hemsworth, actor australiano que llamó la atención de la industria americana con el prólogo del reboot de Star Trek (J.J. Abrams, 2010). Interés paralelo a las dudas. ¿Ha sido Thor el Mjölnir esperado por Marvel?
Es innegable su rentabilidad económica, con buenos números a nivel mundial, pero a nivel artístico demuestra el estancamiento creativo de Marvel. La mano de Branagh aparece en una notable primera hora de metraje donde se nos presenta a un héroe que dista mucho de serlo. Las visitas terrenales junto a su tópico desarrollo van empobreciendo un filme cómo ocurriera con las anteriores películas del estudio. Realmente toda la acción con cierto atractivo transcurre en un maravilloso Asgaard, dejando la trama mortal como un mero y translúcido complemento. Pese a sus defectos y escasa profundidad, Thor contiene detalles muy interesantes. El primero disipa las dudas sobre Hemsworth, que en un acierto de casting llena a su personaje de carisma además de una impresionante presencia física. Los mejores instantes, tanto dramáticos, épicos o cómicos, tienen el sello de este actor australiano que debería ser relevante en el cine de acción de los próximos años.
Cómo ocurriera con el film de Guillermo del Toro, Hellboy II, El Ejército Dorado (The Golden Army, 2008) el fondo puede con el contenido. Visualmente barroca pero hierática en la narrativa. El largometraje de Kenneth Branagh se queda en un simple escalón de la futura traca final llamada Los Vengadores (atención al ensamblado cameo de Hawkeye). Será sugerente, de todas maneras, la evolución de este personaje en la programada segunda parte que se estrenará en 2013. Por lo pronto, este primer episodio es una muesca entretenida, con algún momento destacable, pero que no aporta nada al género.
Lo Mejor: La buena elección de Chris Hemsworth en el papel protagonista.
Lo Peor: Guión sin profundidad que reduce la historia a un par de pequeños climax.
Puntuación: 5’5/10 CINE USA 2011/NOVELA GRÁFICA/MARVEL.
El superhéroe ha muerto. Una sentencia bastante cuestionable pero que se extrae de la nula trascendencia del género en la industria cinematográfica de los últimos dos años. Salvo contadas excepciones con la forma de dilema shakesperiano del Batman de Christopher Nolan, este sobreexplotado subgénero fantástico ha encontrado alivio y escape en héroes de bajo perfil. Personajes entre lo humano y lo estrafalario (Kick-Ass, Super, Scott Pilgrim contra el Mundo o la producción televisiva británica Misfits) o simplemente caballeros taciturnos (Driver en Drive –Nicolas Winding Refn--) que conectan de manera más natural que los clásicos de DC Cómics o Marvel. Precisamente, ésta última busca con fuerza el rescate de una temática que tuvo su auge al comienzo del nuevo milenio. Hasta la fecha con intentos decentes, articulados en beneficio del megaproyecto del estudio y unas de las películas más esperadas de 2012, The Avengers, Los Vengadores.
Tras el drástico epílogo del Spiderman de Sam Raimi, Marvel Studios apostó por la renovación. Un comienzo que encontró en Ironman (Jon Favreau, 2008) el aliento necesario en forma de buenas críticas y una acogida sobresaliente del público. Los casi mil millones de dólares recaudados dieron alas a la compañía repitiendo fórmula con El Increíble Hulk (The Incredible Hulk, Louis Leterrier, 2008), la segunda parte del hombre de hierro (2010) y Captain America (Joe Johnson, 2011). Sin obtener el mismo resultado mediático, la maquinaría ya estaba en marcha con numerosas presentaciones o extensiones de la franquicia que desembocarían en el citado proyecto que capitaneará Joss Whedon. Cómo otra pieza más en el puzzle esta pasada primavera arribó Thor (2011) y lo hace de la mano de un director poco habituado al blockbuster, Kenneth Branagh.
La elección de Branagh, actor y director formado con la letra de William Shakespeare, buscaba un golpe de efecto similar a la entrada de Christopher Nolan en la saga del hombre murciélago de DC Cómics. Un personaje cómo Thor, pleno de enigma y magia, parecía el más apropiado para ese nuevo giro cualitativo y adulto ansiado por Marvel. Junto a Branagh, el gran dilema de esta producción sería quien representaría al guerrero nórdico. Tras numerosos rumores de negociaciones, donde circularon nombres desde Brad Pitt hasta el televisivo Josh Holloway, finalmente el papel fue a parar a Chris Hemsworth, actor australiano que llamó la atención de la industria americana con el prólogo del reboot de Star Trek (J.J. Abrams, 2010). Interés paralelo a las dudas. ¿Ha sido Thor el Mjölnir esperado por Marvel?
Es innegable su rentabilidad económica, con buenos números a nivel mundial, pero a nivel artístico demuestra el estancamiento creativo de Marvel. La mano de Branagh aparece en una notable primera hora de metraje donde se nos presenta a un héroe que dista mucho de serlo. Las visitas terrenales junto a su tópico desarrollo van empobreciendo un filme cómo ocurriera con las anteriores películas del estudio. Realmente toda la acción con cierto atractivo transcurre en un maravilloso Asgaard, dejando la trama mortal como un mero y translúcido complemento. Pese a sus defectos y escasa profundidad, Thor contiene detalles muy interesantes. El primero disipa las dudas sobre Hemsworth, que en un acierto de casting llena a su personaje de carisma además de una impresionante presencia física. Los mejores instantes, tanto dramáticos, épicos o cómicos, tienen el sello de este actor australiano que debería ser relevante en el cine de acción de los próximos años.
Cómo ocurriera con el film de Guillermo del Toro, Hellboy II, El Ejército Dorado (The Golden Army, 2008) el fondo puede con el contenido. Visualmente barroca pero hierática en la narrativa. El largometraje de Kenneth Branagh se queda en un simple escalón de la futura traca final llamada Los Vengadores (atención al ensamblado cameo de Hawkeye). Será sugerente, de todas maneras, la evolución de este personaje en la programada segunda parte que se estrenará en 2013. Por lo pronto, este primer episodio es una muesca entretenida, con algún momento destacable, pero que no aporta nada al género.
Lo Mejor: La buena elección de Chris Hemsworth en el papel protagonista.
Lo Peor: Guión sin profundidad que reduce la historia a un par de pequeños climax.
Puntuación: 5’5/10 CINE USA 2011/NOVELA GRÁFICA/MARVEL.