OCHO MINUTOS"Trepidante muestra de sci-fi verité llena de giros y entretenimiento que confirma a Duncan Jones como uno de los realizadores jóvenes del momento."
Moon (2009) supuso el descubrimiento de Duncan Jones, un joven cineasta británico de treinta y siete años que además guardaba un estrecho parentesco (hijo) con una de las grandes figuras musicales del siglo XX, David Bowie. Con su primer largometraje (ya debutó con una obra de media duración llamada Whistle en 2002), Jones dio el primer gran paso en su carrera con una hipnótica cinta que recibió el beneplácito de la crítica y el público. Algo que le valió un Bafta cómo mejor autor inglés y un nombre al otro lado del atlántico, una industria ávida de aire fresco para sus producciones comerciales. Era cuestión de tiempo su primera creación americana y ésta llega dos años después de Moon con Código Fuente (Source Code, 2011), una original y adrenalítica película de ciencia-ficción que corrobora todo el talento del realizador de Kent.
El capitán Colter Stevens (Jake Gyllenhaal) despierta en un tren de pasajeros aturdido y sin identidad, con la misión de saber quien es el responsable de la colocación de una bomba que estallará en ocho minutos. Cómo si de un bucle se tratara la secuencia se repetirá en numerosas ocasiones, encajando piezas tanto del suceso en sí cómo de su vida personal. Con este planteamiento, visto de forma similar en las recientes Efecto Mariposa (The Butterfly Effect, Eric Bress, 2004) y Dèja Vú (Tony Scott, 2006), arranca Código Fuente, un filme que destaca no por su temática si por en su proceso y edificación. Duncan Jones se viste de Alfred Hitchcock en una historia llena de magnetismo, estructurada cómo un detallista ejercicio de ingeniería. Con probabilidad los ocho minutos más frenéticos jamás vividos por el espectador.
Cómo un buen castillo de naipes, Jones sabía que el éxito del filme dependería de unas bases lo suficientemente sólidas que no desmontaran una historia donde los estereotipos y la incredulidad están situados tras una fina línea. Para ello, y diferencia de otras muestras del género estrenadas este año (Sin Límites y Destino Oculto), dotó de profundidad a su personaje principal. Un notable Jake Gyllenhaal que funciona y transmite como héroe inesperado. La química con su partener de trayecto (Michelle Monaghan) es evidente y ayuda a conectar con los sentimientos del espectador. Éste, al igual que el capitán Stevens (Gyllenhaal), desea con todas su fuerzas que ella se salve de la catástrofe, aportando una ligera tonalidad romántica a la película. Todo a velocidad terminal pero con pausada elaboración.
Jones funciona de perfecto narrador, manejando la información tanto interna cómo externa del protagonista, desconcertando, inquietando y sorprendiendo. Cómo indicaba la fantástica El Truco Final (The Prestige, 2006), un truco se compone de tres actos: presentación, un giro de lo ordinario a lo extraordinario y el acto final donde lo extraordinario converge al imposible. Precisamente, en ese último acto, Código Fuente se desploma. Toda la veracidad ganada a pulso y ritmo consonante pierde su efecto al traicionar la propia esencia del relato. Por suerte, es difícil no haberse dejado cautivar con todo el metraje previo. En cierta manera, una parte de nosotros desea ese epílogo. Dejando a un lado la concesión final, Código Fuente es una obra notable que un Hitchcock del nuevo milenio hubiera firmado. Un etéreo viaje en el tiempo que nos traslada a ese pequeño anhelo de poder cambiar nuestro pasado y, así, nuestro camino.
Lo Mejor: La química entre Jake Gyllenhaal y Michelle Monaghan. La dirección de Duncan Jones.
Lo Peor: Dentro de la inverosimilitud del género su alocado final.
Puntuación: 7’5/10 CINE USA 2011/CIENCIA FICCIÓN ROMÁNTICA.
Moon (2009) supuso el descubrimiento de Duncan Jones, un joven cineasta británico de treinta y siete años que además guardaba un estrecho parentesco (hijo) con una de las grandes figuras musicales del siglo XX, David Bowie. Con su primer largometraje (ya debutó con una obra de media duración llamada Whistle en 2002), Jones dio el primer gran paso en su carrera con una hipnótica cinta que recibió el beneplácito de la crítica y el público. Algo que le valió un Bafta cómo mejor autor inglés y un nombre al otro lado del atlántico, una industria ávida de aire fresco para sus producciones comerciales. Era cuestión de tiempo su primera creación americana y ésta llega dos años después de Moon con Código Fuente (Source Code, 2011), una original y adrenalítica película de ciencia-ficción que corrobora todo el talento del realizador de Kent.
El capitán Colter Stevens (Jake Gyllenhaal) despierta en un tren de pasajeros aturdido y sin identidad, con la misión de saber quien es el responsable de la colocación de una bomba que estallará en ocho minutos. Cómo si de un bucle se tratara la secuencia se repetirá en numerosas ocasiones, encajando piezas tanto del suceso en sí cómo de su vida personal. Con este planteamiento, visto de forma similar en las recientes Efecto Mariposa (The Butterfly Effect, Eric Bress, 2004) y Dèja Vú (Tony Scott, 2006), arranca Código Fuente, un filme que destaca no por su temática si por en su proceso y edificación. Duncan Jones se viste de Alfred Hitchcock en una historia llena de magnetismo, estructurada cómo un detallista ejercicio de ingeniería. Con probabilidad los ocho minutos más frenéticos jamás vividos por el espectador.
Cómo un buen castillo de naipes, Jones sabía que el éxito del filme dependería de unas bases lo suficientemente sólidas que no desmontaran una historia donde los estereotipos y la incredulidad están situados tras una fina línea. Para ello, y diferencia de otras muestras del género estrenadas este año (Sin Límites y Destino Oculto), dotó de profundidad a su personaje principal. Un notable Jake Gyllenhaal que funciona y transmite como héroe inesperado. La química con su partener de trayecto (Michelle Monaghan) es evidente y ayuda a conectar con los sentimientos del espectador. Éste, al igual que el capitán Stevens (Gyllenhaal), desea con todas su fuerzas que ella se salve de la catástrofe, aportando una ligera tonalidad romántica a la película. Todo a velocidad terminal pero con pausada elaboración.
Jones funciona de perfecto narrador, manejando la información tanto interna cómo externa del protagonista, desconcertando, inquietando y sorprendiendo. Cómo indicaba la fantástica El Truco Final (The Prestige, 2006), un truco se compone de tres actos: presentación, un giro de lo ordinario a lo extraordinario y el acto final donde lo extraordinario converge al imposible. Precisamente, en ese último acto, Código Fuente se desploma. Toda la veracidad ganada a pulso y ritmo consonante pierde su efecto al traicionar la propia esencia del relato. Por suerte, es difícil no haberse dejado cautivar con todo el metraje previo. En cierta manera, una parte de nosotros desea ese epílogo. Dejando a un lado la concesión final, Código Fuente es una obra notable que un Hitchcock del nuevo milenio hubiera firmado. Un etéreo viaje en el tiempo que nos traslada a ese pequeño anhelo de poder cambiar nuestro pasado y, así, nuestro camino.Lo Mejor: La química entre Jake Gyllenhaal y Michelle Monaghan. La dirección de Duncan Jones.
Lo Peor: Dentro de la inverosimilitud del género su alocado final.
Puntuación: 7’5/10 CINE USA 2011/CIENCIA FICCIÓN ROMÁNTICA.
