"Fallido retrato espiritual cuyo guión carente de profundidad le avoca a un nihilista e insustancial destino."
Invictus (2009), la adaptación al celuloide de la célebre obra de John Carlin, The Human Factor, mostraba uno de los lados menos habituales de Clint Eastwood: la falta de inspiración. Una entelequia que ya se atisbó, por momentos, en las ignoradas por la academia americana El Intercambio (The Changeling, 2008) y Gran Torino (2008). El largometraje dedicado a Nelson Mandela y la liberación social surafricana, mostró un Eastwood demasiado convencional aunque sin abandonar la factura clásica que lo ha hecho ser considerado uno de los cineastas más grandes de todos los tiempos. El guión de Invictus condenó a un filme destinado a conmover conciencias. Algo que se vuelve a repetir en su paso al género sobrenatural con Hereafter (2010), que en España se tradujo como Más Allá de la Vida.
Se esperaba con expectación la primera incursión en terrenos fantástico-quiméricos del director californiano. El resultado es un drama existencialista de estructura y ritmo monocordes que no logra arrancar en ningún momento. Hereafter narra tres historias paralelas sobre las experiencias de diversa índole de tres personas ante la muerte. Ese umbral tan enigmático cómo temible que se haya impertérrito en la subconciencia humana. Una temática más que atractiva para un Eastwood en su bis más experimental. Para ello repitió con Matt Damon al que acompañan nombres cómo Cecile de France, Bryce Dallas Howard y Jay Mohr. Con todos los detalles y con una sobria dirección nada es achacable a Hereafter, tan sólo que su modestia es tan evidente que traspasa la pantalla y se queda en el pericardio de un espectador impávido, insatisfecho y ante todo indiferente.
El espectacular prólogo del filme hacía presagiar un proceso bien diferente. Rodado con pulso, las escenas del tsunami en el sudeste asiático golpean en la retina de manera voraz. Un espectáculo tan grandilocuente cómo dantesco que sirve cómo pistoletazo de salida a una carrera que se torna en plomiza y sin alicientes. Momentos brillantes, con la marca de su autor, sirven como pequeñas aristas de esta plana creación. Destacando el maravilloso instante entre Dallas Howard y Damon en el aula de cocina, llena de una ternura y sutileza plasmada con elegancia en pantalla. Hereafter guarda en estos momentos su único incentivo que funcionan cómo recordatorio del estilo y talento de Eastwood. La muerte cómo motivo de vida, el dolor cómo alivio, todo desde una introspectiva de difícil extrapolación.
Pese al esfuerzo de Damon y De France, poco importan sus sentimientos y vivencias. Quizás, el ubicar caracteres tan específicos lastran una historia cimentada en sensaciones. Al público le cuesta conectar con un tema tan propicio. Gélido y monótono el libreto de Peter Morgan hubiera servido para cualquier producción televisiva de sobremesa. Eastwood rescata y salva los muebles convirtiendo Hereafter, al menos, en un film menor dentro de su colosal filmografía. Ojalá J. Edgar (2011) devuelva al camino al bravo cineasta norteamericano. “El último gran clásico”.
Lo Mejor: El prólogo y la escena del curso de cocina.
Lo Peor: Guión monocorde. Personajes algo desdibujados pese al esfuerzo de sus intérpretes.
Puntuación: 5,5/10 CINE USA 2010/DRAMA ESPIRITUAL/CLINT EASTWOOD.
Invictus (2009), la adaptación al celuloide de la célebre obra de John Carlin, The Human Factor, mostraba uno de los lados menos habituales de Clint Eastwood: la falta de inspiración. Una entelequia que ya se atisbó, por momentos, en las ignoradas por la academia americana El Intercambio (The Changeling, 2008) y Gran Torino (2008). El largometraje dedicado a Nelson Mandela y la liberación social surafricana, mostró un Eastwood demasiado convencional aunque sin abandonar la factura clásica que lo ha hecho ser considerado uno de los cineastas más grandes de todos los tiempos. El guión de Invictus condenó a un filme destinado a conmover conciencias. Algo que se vuelve a repetir en su paso al género sobrenatural con Hereafter (2010), que en España se tradujo como Más Allá de la Vida.
Se esperaba con expectación la primera incursión en terrenos fantástico-quiméricos del director californiano. El resultado es un drama existencialista de estructura y ritmo monocordes que no logra arrancar en ningún momento. Hereafter narra tres historias paralelas sobre las experiencias de diversa índole de tres personas ante la muerte. Ese umbral tan enigmático cómo temible que se haya impertérrito en la subconciencia humana. Una temática más que atractiva para un Eastwood en su bis más experimental. Para ello repitió con Matt Damon al que acompañan nombres cómo Cecile de France, Bryce Dallas Howard y Jay Mohr. Con todos los detalles y con una sobria dirección nada es achacable a Hereafter, tan sólo que su modestia es tan evidente que traspasa la pantalla y se queda en el pericardio de un espectador impávido, insatisfecho y ante todo indiferente.
El espectacular prólogo del filme hacía presagiar un proceso bien diferente. Rodado con pulso, las escenas del tsunami en el sudeste asiático golpean en la retina de manera voraz. Un espectáculo tan grandilocuente cómo dantesco que sirve cómo pistoletazo de salida a una carrera que se torna en plomiza y sin alicientes. Momentos brillantes, con la marca de su autor, sirven como pequeñas aristas de esta plana creación. Destacando el maravilloso instante entre Dallas Howard y Damon en el aula de cocina, llena de una ternura y sutileza plasmada con elegancia en pantalla. Hereafter guarda en estos momentos su único incentivo que funcionan cómo recordatorio del estilo y talento de Eastwood. La muerte cómo motivo de vida, el dolor cómo alivio, todo desde una introspectiva de difícil extrapolación.
Pese al esfuerzo de Damon y De France, poco importan sus sentimientos y vivencias. Quizás, el ubicar caracteres tan específicos lastran una historia cimentada en sensaciones. Al público le cuesta conectar con un tema tan propicio. Gélido y monótono el libreto de Peter Morgan hubiera servido para cualquier producción televisiva de sobremesa. Eastwood rescata y salva los muebles convirtiendo Hereafter, al menos, en un film menor dentro de su colosal filmografía. Ojalá J. Edgar (2011) devuelva al camino al bravo cineasta norteamericano. “El último gran clásico”.
Lo Mejor: El prólogo y la escena del curso de cocina.
Lo Peor: Guión monocorde. Personajes algo desdibujados pese al esfuerzo de sus intérpretes.
Puntuación: 5,5/10 CINE USA 2010/DRAMA ESPIRITUAL/CLINT EASTWOOD.