Caza a la espía | Fair Game, Doug Liman, 2010
"Correcto thriller de agencias, bien dirigido e interpretado y cuyo ritmo atonal se convierte en defecto debido a la falta de aristas de un guión donde el clímax solo es un párrafo más."
La alianza de las Azores de 2003 unió a las dos grandes potencias mundiales con una tercera, ávida de un protagonismo perdido siglos atrás, contra el terrorismo internacional. Una cínica cumbre que demostró una realidad incómoda: la farsa y la mentira cómo instrumentos políticos. Algo inherente a los poderes ejecutivos y legislativos en lo largo de la historia de la humanidad pero oculto por el miedo o la indiferencia. En pleno nuevo milenio, ya no existe llave que esconda la vergüenza de unos dirigentes corruptos que permiten que multinacionales y entidades bancarias dominen a sus ciudadanos con tiranía. Tiempos oscuros para el honor y el respeto, donde un simple interés mueve una guerra, donde absolutistas destrozan a su pueblo, donde una treta es la excusa para invadir pueblos inocentes. La tristeza es que todos esos valientes que acuden al rescate son callados con la misma herramienta. El concepto justicia reajustado de manera inmisericorde.
El armamento de destrucción masiva sólo hallado en novelas de John Le Carré o Robert Ludlum pasará a los anales como otra embarrada muestra que la inteligencia es el rasgo menos desarrollado de todos esos políticos en la cúspide. Por suerte para el ser humano siempre existirán defensores de la verdad. Esa que permite creer, educando a las nuevas generaciones. Este es el caso de Valerie Plame, agente de la CIA que luchó contra un sistema que buscaba un chivo expiatorio. Su nombre, es probable, que no figure en las grandes recopilaciones históricas y se desgaste con el paso inexorable del tiempo, sin embargo, provocó el derrumbe de un castillo de naipes cimentado en subterfugios. El cine americano, de nuevo, es el encargado de dar notoriedad a una mujer que se vio acorralada por la nación a la que servía.
Green Zone: Distrito Protegido (Paul Greengrass, 2010), llevó en forma de cinta de acción, al espectador las capas de maquillaje que el gobierno americano había esparcido con torpeza para esconder el fraude. El filme de Greengrass era el remate a cintas bélicas sobre la realidad iraquí que predominaron en los últimos ocho años. Fue el director y productor americano, Doug Liman, el que puso el primer nombre real sobre la mesa. Fair Game (en España, Caza a la espía) es más que una cinta de intriga, un documento periodístico que saca a la luz las vergüenzas de los regímenes occidentales. Quizás esta virtud supone una rémora a medio plazo para el filme. Los hechos narrados en Fair Game seducen pero no atrapan cómo si de un simple reporte se tratara. Sólo el interés informativo y la labor de sus intérpretes mantienen la conexión con el público. Algo meritorio pero insuficiente.
Sean Penn en 'Caza a la espía', de Doug Liman |
Caza a la espía, séptima película de Liman, fue presentada en el Festival de Cannes de 2010. En la ciudad gala fue acogida con tibieza pero se le auguró un buen recorrido comercial y mediático. Siete meses después paso de manera silenciosa por la cartelera mundial pese a sus buenas críticas. Poco importó la presencia de unos excelentes Sean Penn y Naomi Watts, así cómo la buena factura de un cineasta cómo Liman. Amparado en el crédito de la primera entrega del agente amnésico Jason Bourne, El caso Bourne (The Bourne Identity, 2002), Liman no ha confirmado la etiqueta de promesa que siempre le ha acompañado desde el comienzo de su carrera. Formado en el mundo del videoclip y la televisión (creador de One Tree Hill), sus últimas creaciones, El señor y la señora Smith (Mr. & Mrs. Smith, 2005) y Jumper (2008) le han apartado de la primera línea a la que estaba destinado.
Fair Game (Caza a la Espía, 2010), demuestra las virtudes de un cineasta que, sin embargo, no puede relanzar un guión plano y carente de tensión. La humana caracterización de Watts mereció un mejor resultado. Por suerte, Plame si lo obtuvo, junto al respeto de un país avergonzado por sus dirigentes.
Emilio Luna.
crítico de cine.
Lo mejor: Naomi Watts y Sean Penn.
Lo peor: Guión poco profundo y superficial.
Puntuación: 5.5 | 10