La batalla de Little Big Horn acaecida el 25 y 26 de Junio de 1876 siempre será recordada cómo la gran derrota del ejército americano frente a las tribus indias. El jefe Sioux Tasunka Witko, más conocido cómo Caballo Loco, logró unir a siete tribus y combatir cara a cara al prestigioso Séptimo de Caballería encabezado por el general Custer.
Un épico enfrentamiento que dejó doscientos sesenta y ocho muertos en el bando americano y la espoleta que hizo que los nativos americanos fueran arrinconados y confinados en reservas. Un combate que dejó un duelo personal que se convirtió en leyenda entre el comandate en jefe George Amstrong Custer y Caballo Loco. El río Little Big Horn se convirtió en un emblema de la conquista del Oeste y la enésima demostración de poder del débil frente al poderoso.
Varias creaciones audiovisuales aportaron su visión sobre la batalla más importante de las llamadas “Guerras Indias”. Siendo las más interesantes los largometrajes La Última Aventura de Custer (Custer of the West, Robert Siodmak, 1967); Pequeño Gran Hombre (Little Big Man, Arthur Penn, 1970); y el filme que hoy nos ocupa, Murieron con las Botas Puestas (They Died with their Boots On, Raoul Walsh, 1941). Todo un clásico del género lleno de acción, aventuras y un final antológico encabezado por el siempre genial Errol Flynn como el líder del séptimo de caballería. La cinta dirigida por Raoul Walsh (director, entre otras, de clásicos de aventuras cómo Tambojes Lejanos y El Hidalgo de los Mares), carente de valor histórico y plena en emotividad, es todo un ejemplo del cine de su época. Un perfecto equilibrio entre intimidad y espectacularidad que hicieron que el público acudiera en masa a las salas.
Aunque la contienda final es el fondo del filme, Murieron con las Botas Puestas es el relato de la vida militar de George Custer. Desde su arrogante juventud hasta convertirse en todo un símbolo del ejercito con la carga más conocida de la historia. Una película cuyo interés aumenta a cada minuto elevado por Flynn y unos notables Arthur Kennedy y Olivia de Havilland. Murieron con las Botas puestas es cine de primera categoría que sigue ganando empaque con el paso de los años. Prueba de ello es esta hermosa escena llena de silencioso lamento donde las miradas van por delante de las palabras. Un momento que rescata la esencia de la obra de Walsh lleno de instantes brillantes que siempre merece la pena revisar. A continuación en Escenas de Cine, Murieron con las Botas Puestas.
Un épico enfrentamiento que dejó doscientos sesenta y ocho muertos en el bando americano y la espoleta que hizo que los nativos americanos fueran arrinconados y confinados en reservas. Un combate que dejó un duelo personal que se convirtió en leyenda entre el comandate en jefe George Amstrong Custer y Caballo Loco. El río Little Big Horn se convirtió en un emblema de la conquista del Oeste y la enésima demostración de poder del débil frente al poderoso.
Varias creaciones audiovisuales aportaron su visión sobre la batalla más importante de las llamadas “Guerras Indias”. Siendo las más interesantes los largometrajes La Última Aventura de Custer (Custer of the West, Robert Siodmak, 1967); Pequeño Gran Hombre (Little Big Man, Arthur Penn, 1970); y el filme que hoy nos ocupa, Murieron con las Botas Puestas (They Died with their Boots On, Raoul Walsh, 1941). Todo un clásico del género lleno de acción, aventuras y un final antológico encabezado por el siempre genial Errol Flynn como el líder del séptimo de caballería. La cinta dirigida por Raoul Walsh (director, entre otras, de clásicos de aventuras cómo Tambojes Lejanos y El Hidalgo de los Mares), carente de valor histórico y plena en emotividad, es todo un ejemplo del cine de su época. Un perfecto equilibrio entre intimidad y espectacularidad que hicieron que el público acudiera en masa a las salas.
Aunque la contienda final es el fondo del filme, Murieron con las Botas Puestas es el relato de la vida militar de George Custer. Desde su arrogante juventud hasta convertirse en todo un símbolo del ejercito con la carga más conocida de la historia. Una película cuyo interés aumenta a cada minuto elevado por Flynn y unos notables Arthur Kennedy y Olivia de Havilland. Murieron con las Botas puestas es cine de primera categoría que sigue ganando empaque con el paso de los años. Prueba de ello es esta hermosa escena llena de silencioso lamento donde las miradas van por delante de las palabras. Un momento que rescata la esencia de la obra de Walsh lleno de instantes brillantes que siempre merece la pena revisar. A continuación en Escenas de Cine, Murieron con las Botas Puestas.